¿Alexander Wang? Los visionarios deportivos fueron Patou y Redfern
Casi un siglo antes de la irrupción del athleisure, el deporte inundó la moda de mano de estos diseñadores para cambiar radicalmente la forma en la que nos vestimos
Quizás sin saberlo, tus tatarabuelos ya vivieron el normcore. Antes del reinado de las zapatillas, las mallas o la sudadera sobre la pasarela, ellos fueron testigos de cómo el deporte se hizo un hueco cada vez mayor en la vida cotidiana. Eso sí fue una revolución y no el athleisure. El ocio y el ejercicio llevaron a la necesidad de prendas cómodas que facilitasen el movimiento. O lo que era lo mismo, desterrar corsés, metros de tela y adornos innecesarios.
Aliados a los deportes, varios diseñadores supieron aprovechar la oportunidad para crear prendas que a día de hoy ...
Quizás sin saberlo, tus tatarabuelos ya vivieron el normcore. Antes del reinado de las zapatillas, las mallas o la sudadera sobre la pasarela, ellos fueron testigos de cómo el deporte se hizo un hueco cada vez mayor en la vida cotidiana. Eso sí fue una revolución y no el athleisure. El ocio y el ejercicio llevaron a la necesidad de prendas cómodas que facilitasen el movimiento. O lo que era lo mismo, desterrar corsés, metros de tela y adornos innecesarios.
Aliados a los deportes, varios diseñadores supieron aprovechar la oportunidad para crear prendas que a día de hoy forman una parte imprescindible de nuestro armario. Coco Chanel es la más popular, pero hay dos nombres que pasan más desapercibidos: Jean Patou y John Redfern. Repasamos algunos de sus hitos:
Si hubo un icono del cambio, fue Suzanne Lenglen: Y no solo por ser la primera tenista de fama internacional. Anna Wintour incluyó a Serena Williams en Vogue, pero esta francesa ya fue inmortalizada en 1926 por el fotógrafo Steichen para las páginas de dicha revista. La deportista formaba parte de la generación flapper, esas mujeres que utilizaron la moda como una forma de reivindicar su independencia. El carácter agresivo de Lenglen en la pista se transmitía también a través de su uniforme deportivo, un vestido plisado de una pieza en crepe de China, medias blancas y zapatos de ante en el mismo color, a lo que le sumaba una eiterna bandana a la cabeza.
Apodada como ‘La Diosa’, sus apariciones iban a menudo acompañadas de polémica. Si en el mundo del deporte las mujeres iban tapadas de arriba a abajo para no atentar contra el pudor, ella lucía telas más transparentes, faldas más cortas y blusas prácticamente sin mangas que cubría tras los partidos con cárdigans. ¿El responsable de estos controvertidos atuendos? El diseñador Jean Patou.
De mano de la tenista, este modisto francés popularizó la moda deportiva. Rival de Coco Chanel, gozó incluso de la misma popularidad que ella en el París de la década de 1920 y principios de los 30. A él se le atribuye el suéter de punto y fue el primer diseñador en incluir un logo a una pieza de baño, convirtiendo oficialmente el bañador en una creación firmada por un diseñador. De hecho, no era raro ver sus prendas monografiadas con sus iniciales, como las chaquetas que acostumbraba a llevar Suzanne Lenglen.
Lo que ahora es el running, antes lo fue el tenis: Si hoy mezclamos zapatillas de correr con vestidos y hemos erigido los leggins a categoría de lujo, algo similar sucedió hace unos años con el tenis. Hasta la Primera Guerra Mundial, la ropa deportiva se ciñó a la silueta de la moda e incluyó prendas que podían llevarse en otros contextos. Bajo la corbata y su blusa atada hasta el cuello, la tenista Dora Boothby seguía llevando corsé y falda acampanada hasta el suelo. Una imagen que poco o nada tiene que ver con figuras posteriores como la de Lenglen. En su libro Breve historia de la moda, el autor Giorgio Riello explica que “en pocos años la indumentaria de la tenista se convirtió en una de las mayores fuentes de inspiración para el vestuario de muchos jóvenes”.
El tenis, y el deporte en general, acabaron por inundar la moda. El mismo año en que Lenglen apareció vestida por Patou en Vogue, la revista describía cómo tres cuartos de las colecciones de moda presentadas en París eran “de tipo deportivo. Simple, práctico y juvenil, constituyen una influencia que se siente más fuera del campo de los deportes y más dentro de la ropa de ocio”.
Tras el diseñador, se popularizarían los conjuntos de otros dos tenistas, René Lacoste y Fred Perry, que fundaron dos de las empresas de moda deportiva más importantes. Lacoste, apodado ‘El Cocodrilo’, popularizó su famoso polo que a día de hoy sigue siendo una de los básicos de la firma. Otra marca capitaneada por una tenista, Jane Régny, también tuvo cierto éxito como compañía especializada en ropa deportiva.
Por la casa de Patou pasarían algunos de los mayores referentes de la moda actual. Tras Marc Bohan, Karl Lagerfeld o Jean Paul Gaultier estuvieron al frente de la maison. El último sería Christian Lacroix, que dejó la firma por dedicarse a la suya propia.
No todo look informal se lo debemos a Chanel: Aunque la diseñadora posee numerosos méritos, Riello comenta que ser creadora de la ropa deportiva no fue uno de ellos (una propuesta que ya hizo Jean Patou con su ‘robe des sports’). Del mismo modo, tampoco puede considerarse la autora del traje chaqueta femenino. Eso es un hito que algunas fuentes se lo atribuyen al modisto John Redfern.
Asentado como comerciante de telas en Cowes, un puerto de la isla de White (Gran Bretaña), su éxito estuvo muy ligado a los deportes de navegación. Por aquel entonces, las regatas eran de los mayores eventos sociales para la aristocracia europea y los americanos pudientes. Cuando Cowes se convirtió en epicentro de los viajes en yate, este inglés triunfó adaptando las prendas específicas de esta modalidad. Dos nombres contribuirían a la popularización de sus trajes sastre: la actriz Lilly Langtry, y la princesa Alexandra.
La atribución de Coco Chanel estaría relacionada la materia prima que utilizó. Su novedad estuvo en confeccionar los trajes en punto de lana, un material reservado anteriormente para la ropa interior. Este tejido, más ligero y cómodo, se ajustaba a las necesidades de la mujer moderna.
En 1881 Redfern abrió su primera tienda en Londres y siete años más tarde, fue nombrado sastre real de la reina Victoria de Inglaterra. Le tomaría el relevo al frente de la casa Robert Piguet, descubridor de diseñadores como Christian Dior o Hubert de Givenchy.