Los hijos de Inditex vuelan del nido
La primera generación de emprendedores criados en las faldas del negocio de Amancio Ortega está aquí: Parament, Moodblue y Arrels son tres marcas ideadas por ex diseñadores y directivos del conglomerado textil.
Año 2014. Carla Rauert lleva nueve años diseñando ropa íntima para Oysho. Su punto fuerte, los corsés y la lencería. Para liberarse de la presión de las «jornadas maratonianas» en la sede de Inditex en Tordera (Barcelona), decide apuntarse a un cursillo de cerámica. Allí empieza a crear vajillas y a dejarse seducir, cada vez más, por el mundo que «viste» a las cocinas. Lógico. Su pareja es Alexis Peñalver, chef y propietario de La Pubilla, unos de los restaurantes más apreciados en el barrio barcelonés de Gràcia, conocido por su sus excelentes esmorzars de forquilla (...
Año 2014. Carla Rauert lleva nueve años diseñando ropa íntima para Oysho. Su punto fuerte, los corsés y la lencería. Para liberarse de la presión de las «jornadas maratonianas» en la sede de Inditex en Tordera (Barcelona), decide apuntarse a un cursillo de cerámica. Allí empieza a crear vajillas y a dejarse seducir, cada vez más, por el mundo que «viste» a las cocinas. Lógico. Su pareja es Alexis Peñalver, chef y propietario de La Pubilla, unos de los restaurantes más apreciados en el barrio barcelonés de Gràcia, conocido por su sus excelentes esmorzars de forquilla (desayunos de tenedor). Salir de Inditex puede producir vértigo, pero no para ella. «Se me juntó todo un poco: un cocinero en casa, la cerámica, querer un poco más de vida familiar y mi interés por el mundo de las vajillas y el menaje. Pensé que por qué no tirarme a la piscina y montar una marca orientada a vestir restaurantes». Era el momento de abandonar a los padres e independizarse de la estabilidad laboral que ofrece el gigante de Amancio Ortega. Carla, como otros pocos, forma parte de esa tímida primera generación de hijos de Inditex que han decidido volar solos y fundar su propia marca.
Rauert es ahora la diseñadora y directora de Parament, una elegante firma y estudio de diseño que, más que menaje –como bien indica su nombre en catalán–, «ofrece producto de calidad entorno a la mesa artesanal». Desde hace año y medio (tardó seis meses en ponerse en marcha), Rauert dirige una marca cuyo objetivo es «reinterpretar el art de la table, hacer de la mesa algo más contemporáneo y más acorde a los estilos de vida de hoy en día», cuenta. Una visita por su web (todo el pedido se maneja online) lo certifica. Sencillos manteles de lino, piezas únicas de cerámica y delantales prácticos, con un diseño de líneas limpias.
Esta emprendedora decidió probar suerte por su cuenta, en parte, «por ganar en calidad de vida, tener libertad y diseñar mi propio rumbo». Picar piedra en el gigante textil le dio fuerzas para probarlo. No le va nada mal. Además de vender online, Rauert se ha especializado en vestir las mesas de restaurantes de categoría: «he renovado toda la vajilla de la Hoffman, y también he colaborado con el restaurante Mano Rota o el Green&Berry», apunta, y asegura que sin el bagaje comercial y de distribución que adquirió en los cuarteles de Amancio Ortega no habría podido lanzar su marca. «No podría decir nada malo de mi etapa allí, excepto que realmente te olvidas de que existe un mundo fuera de la empresa por la cantidad de energía que pones en el proyecto. Es esclavo, sí, pero se aprende muchísimo», cuenta. Para Rauert lo normal es que los trabajadores fichen por otros grupos textiles, pero no conoce a nadie más que se haya aventurado a abrir su propia empresa. «En Inditex, te acomodas. Es así. Las condiciones laborales son muy atractivas, los equipos se involucran y tienes oportunidades de viajar. Cuesta muchísimo salir de allí».
Moodblue, moda infantil salida de la cantera de Arteixo
Ese síndrome Gran Hermano, ese pánico a asomarse a ver la vida lejos de la casa (de Ortega) parece compartido en todos los ex trabajadores del gigante textil. «Teníamos las sensación de que no había nada más fuera de allí, pero yo siempre lo repetiré y no me cansaré de decirlo: Inditex ha sido el mejor máster mi vida». Quién denota este orgullo es María Jesús Outes, cofundadora y diseñadora de Moodblue, una tienda online de ropa infantil producida en Madrid, con equipo web operando desde Zaragoza y con dos talleres trabajando para su firma desde Segovia y Toledo (reabiertos gracias a su producción).
Si alguien podía tener pánico a la vida fuera de Arteixo era ella. Esta coruñesa empezó en 1992 como dependienta del primer Zara en Juan Flórez («empecé cubriendo una baja y ya me quedé»). De ahí la ficharon para el departamento comercial, donde «llevaba todo el tema de bebé y niños de tiendas en España». Después, llegó la gestión de las fábricas. Creció laboralmente, se enamoró y formó una familia en los pasillos de su cuartel general. Allí conoció a José Luis Pavia, uno de los nombres fuertes de la historia del auge textil español. Pavia dirigió durante dos años la división de moda infantil de Zara, pasando antes por Pull&Bear para después acabar dirigiendo Lefties desde el 2005 al 2011. Ella y su marido son los (otros) hijos pródigos de Amancio Ortega.
«Yo dejé Inditex en mi tercer embarazo (Outes y Pavia tienen cuatro hijas, de 8 a 24 años, «todas coruñesas», destaca con orgullo). Mi marido estaba en primera línea, vivíamos en Barcelona y habíamos pasado por México. En Inditex, ya se sabe, no existen los horarios y decidí liberarme a ver qué pasaba». Y hace dos años decidió materializarlo en una marca. Su marido dejó Lefties en 2011, pasó a dirigir Clockhouse de C&A y después se convertió en el máximo responsable de moda de El Corte Inglés, cargo que dejó para montar su propia sociedad con su mujer y asumir el cargo de CEO en C&A México. Con toda esa experiencia a comercial y ejecutiva a sus espaldas, no sorprende que su tándem funcione. «Para nosotros Moodblue es más que una marca, es un estilo de vida. Es la ropa con la que visto a mis hijas y digamos que tiene un estilo diferente, va mucho más allá de la moda casual». Arropada por un equipo de tres diseñadores (también cercanos a la órbita de Inditex), Outes apuesta por la venta online y por abrir próximamente un showroom en Madrid, donde reside. «Ahora es todo mucho más difícil. En Inditex siempre tienes una cremallera o cualquier material a mano, pero de esta forma, trabajando por tu cuenta, puedes reordenar tu cabeza para ser más eficiente. Aquí tienes que aprender, y lidiar, con la realidad».
Arrels, cómo modernizar la espardenya (y seducir hasta Japón)
Javier Llaudet es uno de los valientes de Inditex. Él aceptó uno de los trabajos que más espantadas levantaban en la empresa: ser responsable de Recursos Humanos de Bershka en Rusia y Ucrania. Su antecesor había durado tres meses. Él aguantó año y medio. «Llevaba 35 tiendas en Moscú y luego otras 48 repartidas por Ruisa y Ucrania, me pasaba el día subido a aviones, preparando aperturas o intentando averigüar qué pasaba con el personal a mi cargo», recuerda entre risas. Pese a la morriña de España, Llaudet asegura que su experiencia en Inditex «fue maravillosa». Decidió dejar Moscú por amor. «Conocí a una chica en Barcelona, me fichó Castañer como director comercial y tenía ganas de volver a casa». Allí, en la empresa de calzado y gracias a «viajar muchísimo y conocer multitud de ferias internacionales», fue donde terminó de convencerse de que debía montar una empresa «que transmitiese un mensaje positivo».
2014 fue el año en el que lo llevó a cabo y fundó Arrels. «Estaba obsesionado con montar un producto bonito, positivo y alegre y con una historia potente detrás». Así que decidió modernizar la espardenya. Se alió con su primo, Pepe Llaudet, para montar la marca en seis meses. La conexión familiar es clave. Estos Llaudet son la cuarta generación del clan catalán que creó Hilaturas Llaudet, una fábrica dedicada al hilo de algodón. «De ahí lo del nombre, para nosotros es una vuelta a las raíces (arrels, en catalán)». Contactó con artistas para estampar su calzado (ha colaborado con Ricardo Cavolo, Malika Favré o Catalina Estrada), ha fichado al cyborg Neil Harbisson como embajador y el resultado es una marca de calzado veraniego con producción total en España (las telas se adquieren en Barcelona y el ensamblaje es en Alicante) y con más de 70 puntos de venta en España, 15 en Francia y presencia en Italia, Alemania, Australia o Israel. Su último logro, conseguir colocar 800 pares de zapatillas en la Department Store más importante de Japón, Isetan.
«En Inditex aprendí a espabilarme, a tener metodología y a trabajar muy duro. Es una gran escuela: tenía a mi cargo a 3.000 personas. Yo también pensaba que toda mi vida giraba entorno a la empresa, pero ahora me pasa lo mismo con Arrels». Con un equipo más reducido a su cargo (hay unas nueve personas entre la dirección, diseñadores gráficos y comunicación), Llaudet anima a otros a que sigan su senda. «Al final lanzarse es el conjunto de muchos factores: has de poder permitírtelo económicamente y rodearte de un buen equipo. No es fácil emprender, pero si le pones pasión sabes que estás tomando el camino adecuado». Sus palabras certifican lo que María Jesús Outes y Carla Rauert han demostrado. Que la primera generación de emprendedores del mayor gigante textil español ya está aquí. Porque de Inditex también se sale. Y se hace emprendiendo de forma sostenible.