Las asiáticas se rebelan contra la belleza única
El canon asiático es aún más castrante que el occidental. Algunas iniciativas lo desafían potenciando las tallas grandes y la piel sin blanquear, dos tabúes en Corea, China y Japón.
Hace unos meses hizo fortuna en Internet la foto de las 23 aspirantes a Miss Corea. Aquello era como el juego de las siete diferencias, solo que sin diferencias. Las 23 eran idénticas. Aunque algunos comentaristas se apresuraron a notar que decirlo era racista –una variante de «todos los asiáticos se parecen»– muchos coreanos replicaron que las misses eran en verdad clónicas, no por casualidad, sino porque todas visitan a los mismos cirujanos.
Corea del Sur es el país con mayor número de operaciones estéticas per cápita del mundo, según un informe de la Sociedad Internacion...
Hace unos meses hizo fortuna en Internet la foto de las 23 aspirantes a Miss Corea. Aquello era como el juego de las siete diferencias, solo que sin diferencias. Las 23 eran idénticas. Aunque algunos comentaristas se apresuraron a notar que decirlo era racista –una variante de «todos los asiáticos se parecen»– muchos coreanos replicaron que las misses eran en verdad clónicas, no por casualidad, sino porque todas visitan a los mismos cirujanos.
Corea del Sur es el país con mayor número de operaciones estéticas per cápita del mundo, según un informe de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica. Todas buscan lo mismo: cara puntiaguda, piel clara, nariz larga y párpados con doble pliegue, a la occidental. ¿Un manual de autonegación?
Imágenes del composite de la modelo Vivian Kim, con medidas 96-81-96 y estatura de 1,63 metros.
D.R.
En este contexto, adquieren más valor iniciativas como la de Vivian Kim. Esta modelo fundó en mayo la revista 66100, una combinación de «66», el equivalente a una L femenina en Corea, y «100», la talla grande masculina. Aunque la obesidad es poco frecuente en el país (solo un 5% de la población la padece), cualquiera que se escape del estándar de las misses o de los ubicuos cantantes de K-Pop es considerado feo o gordo. «Cuando empecé a trabajar en Estados Unidos, me animaron a lanzar este proyecto, para dar una idea positiva de nuestros cuerpos», comenta Kim, cuyas medidas están cercanas a la 40 española. «Me han llegado muchos mensajes. Uno que me emocionó especialmente fue el de una mujer que confecciona tallas grandes y que se ofreció a arreglar todas las prendas para que sentasen bien a las modelos. Hoy es una de mis principales colaboradoras». El favor no es pequeño, teniendo en cuenta que algunas marcas se negaban a prestar ropa, para no ser asociadas como «moda XXL».
Harumi Kon, editora de la publicación nipona La farfa, tuvo el mismo problema. Esta cabecera se ha convertido en un pequeño fenómeno en un país que fomenta los looks excéntricos y las subculturas, siempre y cuando se ciñan a una talla XS. Para el primer número, publicado en 2013, imprimieron 50.000 ejemplares. Se agotaron de inmediato y en el segundo duplicaron la tirada. En La farfa han dado con un nombre muy kawaii (mono) para denominar a las mujeres con sobrepeso. Las llamanmarshmallow girls (en español, chicas nube-golosina). Y, aunque pueda parecer infantilizante, muchas chicas lo encuentran liberador y lo utilizan en Tumblr (como fyeahmarshmallowgirls.tumblr.com).
Ilustración recortable publicada en el interior de la revista de culto 66100.
D.R:
Reinventar la cara de Asia. La talla no es el único tabú que podría ir quebrándose lentamente en el Lejano Oriente, también otros culturalmente alambicados, como el del color de piel. Russell Belk, investigador de la canadiense Universidad de York, que ha estudiado la costumbre de emblanquecerse la piel en las culturas asiáticas, ha observado que en los últimos años el aspecto al que se aspira no es (solo) el occidental, como antes: «Debido a la popularidad del K-Pop y el cine local, los coreanos se han convertido en un grupo deseable para otros asiáticos. Antes se operaban los pliegues epicánticos de los ojos para parecer europeos. Ahora se busca un look más coreano».
Para las mujeres de origen asiático que viven en Occidente, a menudo la presión es doble y el sentimiento de no-pertenencia también. En Estados Unidos, las asiático-americanas que rompen los estereotipos –según los cuales todas son delgadas y pequeñas, dulces y dóciles– se agrupan en webs como Angry Asian Girls y Asian Women Body Rainbow. Brittney Xu, una veinteañera chinoamericana, escribió un post titulado No me llames gorda, sobre ser «demasiado rechoncha para el gusto de mis padres y demasiado delgada para llenar un biquini», que encontró un gran eco en su comunidad. «Las campañas de aceptación del cuerpo no se dirigen a las asiáticas porque se supone que no nos hace falta», explica Xu a S Moda. «Pero resulta que todas necesitamos apoyo».