La vanguardia bebe de África (otra vez)

Como en 1914, cuando Nueva York acogió la primera muestra de arte africano, hoy las manifestaciones artísticas del continente negro impulsan el diseño más innovador.

Cortesía de Barbie

Actualmente, las propuestas más interesantes de arte vienen de África», explica a esta revista Miguel Amado, director del Encuentro Profesional Comisariar África (En, Desde y Para) en ARCOmadrid 2014. En julio, la Bienal de Venecia premió con el León de Oro al pabellón de Angola en el debut del país africano con la gran cita del arte contemporáneo. Ese mismo mes, la Tate Modern de Londres expuso sus últimas adquisiciones: del artista El-Salahi, padre del modernismo de Sudán. Y en octubre, abrió sus puertas 1:54, la primera feria de arte negro contemporáneo de Londres.

Pero ...

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Actualmente, las propuestas más interesantes de arte vienen de África», explica a esta revista Miguel Amado, director del Encuentro Profesional Comisariar África (En, Desde y Para) en ARCOmadrid 2014. En julio, la Bienal de Venecia premió con el León de Oro al pabellón de Angola en el debut del país africano con la gran cita del arte contemporáneo. Ese mismo mes, la Tate Modern de Londres expuso sus últimas adquisiciones: del artista El-Salahi, padre del modernismo de Sudán. Y en octubre, abrió sus puertas 1:54, la primera feria de arte negro contemporáneo de Londres.

Pero no es solo una cuestión artística, la industria de la moda también tiene sus miradas puestas en África. Más allá del potencial económico del mercado africano (con semanas de la moda emergentes como Lagos, que acapara titulares en la prensa internacional), el continente se ha convertido en un cada vez más importante proveedor de tejidos (para diseñadores de alta gama) y un gran generador de ideas. Como sucedió a principios del siglo XX, máscaras y otros artefactos tribales son hoy fuentes de inspiración de creadores de vanguardia. 

Estos looks de la colección de 1967 de Yves Saint Laurent subieron a la pasarela otra vez en su desfile de despedida de 2002 (foto).

Giovanni Giannoni / WWD

De algún modo, las máscaras de tela shweshwe de la última colección de alta costura de Maison Martin Margiela o las versiones tribales con cristales y lentejuelas (obra de la maquilladora Pat McGrath) del desfile de prêt-à-porter de Riccardo Tisci para Givenchy beben de la misma fuente que la obra de Picasso o Man Ray.

Fue precisamente en una exposición en la galería neoyorquina 291, que organizó Alfred Stieglitz en 1914 –hace ahora 100 años–, donde el fotógrafo estadounidense descubrió la fuerza creativa de este tipo de escultura más primitiva y mágica, que Man Ray incorporó más tarde a su obra con un claro objetivo: «Divertir, desconcertar, molestar e invitar al público a reflexionar», en palabras del propio Ray. 

Maison Martin Margiela alta costura.

InDigital

«Picasso baby». Sobre la pasarela de Chanel, las rimas del rapero Jay Z también viajaban atrás en el tiempo. Entre 1908 y 1914, en París, muchos artistas vanguardistas se lanzaron a «la caza del arte negro». Matisse, Braque, Epstein… «Me obligué a examinar esas máscaras, todos esos objetos que aquella gente había creado con un propósito sagrado y mágico, para servir como intermediarios entre ellos y las fuerzas hostiles desconocidas que les rodean, en un intento de enfrentarse a sus miedos a través de la forma y el color. Solo cuando comprendí que no se trata de un proceso estético, sino de una forma de dominar nuestros temores y también nuestros deseos, pude encontrar mi camino», explicó Picasso a principios del siglo XX.

Hoy se valora el poder reivindicativo de estas formas de expresión. «Detrás hay siempre un enfoque social», dice Amado. «La moda puede ser una herramienta contra la colonización, que restablece la balanza entre símbolos y mundos distintos a través del estilo», cree la diseñador Stella Jean, quien trabaja con tejidos de Burkina Faso.

Tragedia y opulencia, de Marna Hattingh, artista de Ciudad del Cabo.

ERDMANNCONTEMPORARY, Cape Town