La moda se pone pía: Teresa de Ávila desfila en Sevilla
El Siglo de Oro y la estética católica seducen a los devotos de las tendencias. La capital andaluza los ha revisado en un ejercicio estético con la santa como tema central.
En torno a una pasarela. Así se celebró el pasado 2 de julio en Sevilla el V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús. El marco, eso sí, no podía ser más sacro. Unas 500 personas acudieron al monasterio de San Jerónimo para presenciar una singular recreación de la urbe en tiempos de la de Ávila: los diseños creados a partir de este tema, de más de una veintena de antiguos alumnos de la Escuela Sevilla de Moda, desfilaron al son de música renacentista. «Abordamos el hecho religioso desde el respeto y con mucha sensibilidad, como un mero elemento de inspiración», exp...
En torno a una pasarela. Así se celebró el pasado 2 de julio en Sevilla el V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús. El marco, eso sí, no podía ser más sacro. Unas 500 personas acudieron al monasterio de San Jerónimo para presenciar una singular recreación de la urbe en tiempos de la de Ávila: los diseños creados a partir de este tema, de más de una veintena de antiguos alumnos de la Escuela Sevilla de Moda, desfilaron al son de música renacentista. «Abordamos el hecho religioso desde el respeto y con mucha sensibilidad, como un mero elemento de inspiración», explica Fran Valderrama, coordinador del evento. «La fiebre del oro, el éxtasis de la santa… cada uno ha hecho su interpretación. Del lienzo moreno adornado con pedrería y flores –un auténtico trabajo de alta costura– al raso, pasando por el satén o el terciopelo», añade Gloria de Vicente, supervisora de las prendas.
Isabel la Católica, otra de las grandes protagonistas del Siglo de Oro, abrió (en sentido figurado, claro) el desfile. El fastuoso vestido inspirado en ella –brocado en seda beis, con el bajo pintado a mano y mangas de tul dorado– lo creó Pablo Lanzarote para que Desiré Cordero representara a España en el certamen de Miss Universo 2015, en Miami. Al gaditano, amante de la estética católica y fan confeso de Galliano, le divierte trasladar elementos de épocas más pías a los códigos actuales. Ya en 2013 se atrevió a vestir con leggins y abrigo a Santa Catalina (de nuevo, metafóricamente hablando), en un evento similar que se organizó en el sevillano Palacio de los Marqueses de la Algaba, tras el cual, asegura, «le llovieron los encargos». Sobre su versión de la monarca de Castilla ha habido muchas y dispares opiniones, como que remitía a las vírgenes de las procesiones o que de católica tenía poco, por lo ceñido del modelo y lo pronunciado del escote. «Los excesos barrocos tienen su público, muchas clientas me los piden», cuenta él. Por su parte, Inés Tovar, una creadora venezolana que ha participado también en este acto, añade: «Los diseñadores noveles no tienen una visión muy comercial y se lanzan más a lo artístico». El suyo, una túnica de monja futurista con un abrigo masculino «muy llevable».
Efecto nostalgia
Rescatar puntillas o pedrerías propias de una Verónica y hasta rosarios o vidrieras es algo que Alexander McQueen, Dolce & Gabbana o Jean Paul Gaultier llevan mucho tiempo explotando. «Lacroix es quizá el mayor exponente, por su predilección hacia la iconografía sagrada», señala Amalia Descalzo, profesora de Cultura y Moda del ISEM Fashion Business School de Navarra. «En periodos de recesión económica suele volverse la mirada al pasado y resurge cierto conservadurismo. El universo religioso funciona a modo de refugio, como recuerdo de etapas de más esplendor. Y luego está el poder de convocatoria de lo vintage», apostilla la experta.
Alta costura de Christian Lacroix o-i 2009/2010.
Cordon Press