La fascinante historia de la modelo fetiche de Coco Chanel

En la década de los 50 la supermodelo brasileña Vera Valdez desfiló para Dior, posó para Avedon y acabó conquistando Rue Cambon. Esta es la historia de la ‘hija adoptiva’ de Coco Chanel.

Antes de la llegada de Gisele Bündchen, Rachel Zimmermann o Cintia Dicker, Brasil ya había alumbrado a la primera supermodelo de su historia. Vera Barreto Leite (Río de Janeiro, 1937), alias Vera Valdez, alienó con su belleza a los esbirros del glamour que tras la Segunda Guerra Mundial se empeñaron en hacer de París una fiesta. Se estrenó con Elsa Schiaparelli –participó en su último desfile–, creció con Pierre Cardin y maduró en los salones de Christian Dior –los años del New Look–. Pero en 1954, Coco Chanel, quien tras quince años de silencio acababa de restablecer su casa de mod...

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Antes de la llegada de Gisele Bündchen, Rachel Zimmermann o Cintia Dicker, Brasil ya había alumbrado a la primera supermodelo de su historia. Vera Barreto Leite (Río de Janeiro, 1937), alias Vera Valdez, alienó con su belleza a los esbirros del glamour que tras la Segunda Guerra Mundial se empeñaron en hacer de París una fiesta. Se estrenó con Elsa Schiaparelli –participó en su último desfile–, creció con Pierre Cardin y maduró en los salones de Christian Dior –los años del New Look–. Pero en 1954, Coco Chanel, quien tras quince años de silencio acababa de restablecer su casa de modas, la nombró dueña y señora de Rue Cambon 31. Convertida en su madre putativa, la diseñadora guió y aconsejó a Valdez como a una hija. Así lo recuerda la propia modelo en cada entrevista que concede. Tras su reinado en París volvió a Brasil espantada por el declive de la Alta Costura y se recicló como actriz de cine y televisión. A sus 77 años sigue en activo como dama de la escena en los teatros de São Paulo.

Esta hija de padres artistas y feministas se mudó muy joven a Portugal. En 1953, cuando cumplió 16 años, se trasladó a Francia con su madre. Fue allí donde alguien la animó a probar suerte como modelo. Tenía altura, proporción y facciones amables, lo que le sirvió para entrar como maniquí en el estudio de Elsa Schiaparelli. De ahí pirueteó a los talleres de otros grandes de la época hasta que Coco Chanel la hizo suya. "Me lo enseñó todo, se comportó como una verdadera madre. Me hizo poner los pies en la tierra y consiguió refinarme. ¡Yo era demasiado joven y muy marimacho!", confesaba recientemente en una entrevista para la revista Guia do Estudante.

Vera Valdez empezó a alternar con lo más granado de la sociedad parisina. Fotógrafos de la talla de Richard Avedon, Helmut Newton o Bert Stern se rindieron a sus pies, y las revistas Vogue y Elle le dedicaron decenas de editoriales. Entre sus amistades se encontraban la actriz y cantante Brigitte Bardot, la modelo Mimi D'Arcangues o el célebre psicoanalista Jacques Lacan. Sus amores se contaban por docenas: cineastas, millonarios y hasta el presidente francés Georges Pompidou. Finalmente se casó con Luiz Linhares, con quien tuvo a su hija Paula, y años más tarde con Pedro de Moraes –hijo de Vinícius de Moraes, compositor de la canción Chica de Ipanema–, de quien se quedó embarazada de su segunda hija, Mariana.

Izquierda: Vera Valdez y la modelo Mimi D’Arcangues. Derecha: Vera Valdez posa vestida de Chanel.

vía patrizia-molechino.360fashion.net

Vera Valdez lo vivió todo y lo hizo de forma intensa. En un viaje a Brasil en 1965, en plena dictadura de Humberto Branco, le pillaron con una papelina de cocaína en el aeropuerto de São Paulo. La encarcelaron y la sometieron a torturas y vejaciones de todo tipo. "Sufrí descargas eléctricas, golpes y todo lo que uno pueda imaginar. Querían que hablara y delatara a opositores, pero jamás lo hice. Estuve un año encerrada y me volví paranoica", explicó en una entrevista. A su salida de prisión volvió a París y se desquitó. Probó el LSD, trabajó como nunca y se divirtió como nadie para olvidar el horror de la cárcel. Desfiló para Chanel por última vez en 1971, año en que falleció la diseñadora. Tras la muerte de su mentora se instaló de forma definitiva en São Paulo. Dejó la moda y probó suerte en el cine y la televisión. En su etapa parisina ya se había estrenado en el filme El fuego fatuo, de Louis Malle, así que decidió consagrar su madurez a la interpretación.

Poco a poco se fue haciendo mayor, una circunstancia que muchos cuestionaron en 2008 cuando posó desnuda para la revista brasileña Trip. Tenía 72 años. El descaro, la seguridad en sí misma y las ganas de traspasar los límites son las virtudes que siempre la han caracterizado. Alguien a quien a los 12 años pillaron fumando marihuana en clase no podía haber tenido otra vida tan intensa como la de Valdez. Siempre intensa, siempre inconformista. Si bien es cierto que conoció las mieles del éxito en París, su etapa como actriz le ha llevado a tener cierta relevancia en su tierra. En 2009 el museo Mansão Figne de Río de Janeiro le dedicó la exposición Vera Valdez: El sol de la maison Chanel. La primera supermodelo brasileña es una leyenda en vida, una estrella incansable y rebelde que Coco Chanel reconoció como su alma gemela. "Se triunfa con lo que se aprende", dijo la modista en una ocasión. Es evidente que Vera Valdez se cultivó con la mejor.

Vera Valdez en la inauguración de la exposición itinerante Little Black Jacket, en Sao Paulo, y en el último desfile de Chanel.

Cordon Press

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