El loco viaje de la chaqueta del ‘Unplugged’ de Kurt Cobain: sucia y quemada, se ha vendido por 300.000 euros
La icónica prenda, que el cantante popularizó en un concierto de Nirvana en 1993, jamás ha sido lavada y ha pasado por varias manos antes de convertirse en la chaqueta más cara vendida en una subasta.
Hasta hace unos días, el cárdigan verdoso que Kurt Cobain lució durante el mítico concierto MTV Unplugged estaba guardado en una caja fuerte para armas en un pueblo de Pensilvania. Su dueño, que pagó por él la friolera de 137.500 dólares, lo atesoraba en la intimidad de su hogar asustado por la idea de tener que prestárselo a algún lejano museo, pero sintiéndose al mismo tiempo demasiado responsable por tener una de las piezas más codiciadas de la cultura pop. El pasado fin de semana ponía fin a su preocupación deshaciéndose de ella en una ...
Hasta hace unos días, el cárdigan verdoso que Kurt Cobain lució durante el mítico concierto MTV Unplugged estaba guardado en una caja fuerte para armas en un pueblo de Pensilvania. Su dueño, que pagó por él la friolera de 137.500 dólares, lo atesoraba en la intimidad de su hogar asustado por la idea de tener que prestárselo a algún lejano museo, pero sintiéndose al mismo tiempo demasiado responsable por tener una de las piezas más codiciadas de la cultura pop. El pasado fin de semana ponía fin a su preocupación deshaciéndose de ella en una subasta por más del doble de lo que le costó: 334.000 dólares (unos 300.000 euros). La desorbitada cifra la convierte en la chaqueta de punto más cara vendida en una subasta.
El altísimo valor de la prenda tiene que ver con su popularidad y el momento en el que Cobain se la puso: la usó durante los meses previos a quitarse la vida en 1994, tanto en la legendaria actuación de Unplugged en noviembre del 93 como otras tantas veces durante su última gira antes de morir. Han pasado 25 años desde entonces pero sigue intacta: continúa teniendo un botón de menos, dos quemaduras de cigarrillo y una mancha marrón en uno de sus bolsillos (posiblemente vómito o chocolate). Durante este tiempo ninguno de sus propietarios la ha lavado (algo fundamental para conservar su cotización).
Según la historiadora de moda Kimberly Chrisman-Campbell, el cárdigan probablemente se fabricó entre 1960 y 1965. Por su etiqueta es posible saber que detrás de la prenda está la empresa de ropa Manhattan Industries, que después pasaría a ser Perry Ellis. Según el anuncio de un suéter similar de la época, su precio inicial pudo rondar los 15,95 dólares (unos 14 euros) y seguramente Cobain lo compró en una tienda de segunda mano como rezaban los mandamientos del grunge.
Después de su muerte, la prenda acabó en manos de la niñera de la familia, Jackie Farry. «Courtney regaló mucha de su ropa y objetos personales a la gente que acudió a mostrar su apoyo. Iba al dormitorio y no paraba de sacar prendas del armario. Fue entonces cuando me dio esa chaqueta de punto», explicó. Farry la guardó en una caja de seguridad durante dos décadas. En un principio pensaba dejársela en herencia a Frances Bean Cobain, la hija del cantante y Courtney Love, pero tras caer enferma de cáncer decidió subastarla en 2014 –previo consentimiento de Courney y Frances– y utilizar el dinero para pagar el tratamiento. Los expertos estimaban que se vendería por entre 40.000 y 60.000 euros, pero el precio final superó todas las expectativas.
Garrett Kletjian, dueño la empresa automovilística Forty 7 Motorsports y fanático empedernido de Nirvana, se la llevó por 137.500 dólares (unos 124.000 euros). Cuando le llegó a casa sintió algo parecido a ser padre: «Estaba contento, pero era una gran responsabilidad», explicó a Rolling Stone. En todo este tiempo se la puso una sola vez durante menos de un minuto. «Es como cuando dicen que debes ponerte en los zapatos de otra persona. Cuando me la probé, pensé, ‘Oh, no. Dios, no quiero llevar esto». Aunque el Louvre se puso en contacto con él para exponer la prenda, a Kletjian le daba miedo enviarla a un lugar tan lejano de Pensilvania como París. Así fue como acabó en una caja fuerte para armas antes de que decidiera volver a subastarla. «Cada persona compra en función de sus propias emociones en ese momento», explicó a Rolling Stone. “No me compro un traje de concierto de Elvis porque no soy fanático de Elvis. El cárdigan era el adecuado para mí; pero ahora ha llegado el momento de separarme de él. Espero que su nuevo dueño no solo lo vea como una inversión, también le haga feliz».