La de Basquiat en el Guggenheim, la exposición más apetecible del verano
El 3 de julio el museo bilbaíno inaugura una exposición que promete ser una de las mejores sobre la figura del artista.
SAMO –Same Old shit– o La Misma Mierda es la rúbrica que utilizaba Jean-Michel Basquiat a la hora de firmar sus grafitis allá por 1978. Esa ocurrencia, nacida de su estrecha relación con las drogas, transmitía toda una filosofía de vida que fue recogida por primera vez por el periódico The Village Voice. Ese artículo supuso el primer indicio del interés del mundo del arte por su trabajo. Hoy, 37 años después, su obra está presente en museos de todo el mundo, en las casas de subastas más prestigiosas y en las ferias internacionales más reconocidas, como la recién celebrada Art Basel....
SAMO –Same Old shit– o La Misma Mierda es la rúbrica que utilizaba Jean-Michel Basquiat a la hora de firmar sus grafitis allá por 1978. Esa ocurrencia, nacida de su estrecha relación con las drogas, transmitía toda una filosofía de vida que fue recogida por primera vez por el periódico The Village Voice. Ese artículo supuso el primer indicio del interés del mundo del arte por su trabajo. Hoy, 37 años después, su obra está presente en museos de todo el mundo, en las casas de subastas más prestigiosas y en las ferias internacionales más reconocidas, como la recién celebrada Art Basel. Para homenajear la innegable importancia de su legado artístico, el Museo Guggenheim de Bilbao inaugura el 3 de julio una completa retrospectiva sobre el artista neoyorquino. La muestra, titulada Ahora es el momento, recoge 100 pinturas, dibujos y fotografías provenientes de colecciones privadas y públicas de ambos lados del Atlántico.
La del Guggenheim es una de las mayores exposiciones organizadas sobre el artista hasta el momento. Comisariada por Dieter Buchhart, la muestra se articula de forma temática, siendo la historia, la identidad y la cultura urbana vinculada al grafiti y al hip hop las principales cuestiones a tratar. Su tan reconocible obra, nos traslada al mundo de las drogas y las bandas callejeras de Nueva York, entre las que convivió tras ser expulsado por rebeldía de un centro escolar para superdotados. A los 17 años, el grafiti se convirtió en su forma de expresión y la gran ciudad en su lienzo. Durante dos años vivió en la calle, pero siguió desarrollando su actividad pictórica, llegando a exponer por primera vez en el Times Square Show, una galería alternativa que tenía como sede un almacén abandonado del Bronx.
Cortesía del Museo Guggenheim de Bilbao
La suerte de Basquiat cambió por completo cuando, en su segunda participación en una muestra llamada New York/New Wave, conoció a Andy Warhol, con el que compartió una gran amistad, llegando incluso a pintar juntos. A partir de ese momento su carrera empezó un ascenso imparable combinando exposiciones individuales con colectivas. Warhol presentó a Basquiat al galerista suizo Bruno Bischofberger que, fascinado por su talento, comenzó a dar a conocer su obra por Europa. Con exposiciones en Alemania, Francia e incluso en Costa de Marfil, se proclamó como el artista negro de más éxito de la historia del arte afroamericano.
Pero la otra cara del lienzo de su éxito ocultaba un carácter autodestructivo y una adicción a la cocaína que lo hundieron en la paranoia y lo dejaron casi en coma en varias ocasiones. En su círculo más intimo Basquiat presumía de ser inmortal, cuando le recriminaban su abuso de las drogas. Tras un intento de desintoxicación en Hawái, el artista volvió a Nueva York donde una sobredosis de heroína acabó con su vida en agosto de 1988, a los 27 años de edad.
La nueva exposición del Guggenheim, que repasa la turbulenta vida del artista a través de sus pinturas, demuestra que aunque Basquiat no llegó a vivir eternamente como prometía, sí ha alcanzado la inmortalidad con su obra. SAMO
Cortesía del Museo Guggenheim de Bilbao
Cortesía del Museo Guggenheim de Bilbao
Cortesía del Museo Guggenheim de Bilbao
Cortesía del Museo Guggenheim de Bilbao