Kristina Grikaite, la Vodianova de la generación Z
Abran paso al nuevo rostro de la moda. Con solo 19 años la rusa forma parte de la nueva hornada de ‘top models’, desfila para las grandes firmas y acumula campañas.
...
Ojos azules, melena clara y medidas canónicas. Aunque a Kristina Grikaite (Omsk, Rusia, 2000) la naturaleza le esculpió un físico que muchos comparan con el de su paisana Natalia Vodianova, jamás se le había pasado por la cabeza probar suerte en la moda. Su historia confirma la manida importancia de estar en el lugar adecuado en el momento justo. Nada de cazatalentos inspeccionando su cuenta de Instagram, a Grikaite la descubrieron a la vieja usanza. Fue reclutada mientras acompañaba a un amigo fotógrafo a buscar trabajo en la agencia moscovita Avant. Él salió igual que había entrado. A ella le cambió la vida.
Continuando con el mito de la modelo que recala en la industria por antojo del destino y ajena al estatus que otorga convertirse en protegida de Prada, no le impresionó debutar desfilando para la firma con 16 años. Lo hizo en la temporada primavera-verano 2017, cumpliendo otra de las reglas de manual que ayudan a escribir biografías tan icónicas como la de Linda Evangelista. Igual que la top cortó su cabello por petición de Peter Lindbergh, Grikaite se atrevió con un bob de los que cambian carreras. «Me raparía si fuera necesario. Otra cosa es que luego me arrepienta», afirma. Aquel peinado a ras de mandíbula llamó la atención de los más reputados directores de casting.
Con la mayoría de edad recién cumplida ya estaba posando para firmas como Chanel y su nombre figura en el Top 50 de la plataforma Models.com, biblia de las modelos. Su más reciente logro es ser imagen del perfume Aura White Magnolia de Loewe, enseña a la que se siente muy unida, dice, no solo por el amor al arte y la naturaleza que comparten, sino por su flechazo con España. «Estuve en verano y me encanta la gente y el clima. Me gustaría mudarme allí algún día». Apodada por Vogue UK como Baby Vodianova, Grikaite parece llamada a empapelar tantas vallas publicitarias y quioscos como ella. «Aún me resulta raro verme en las portadas, pero estoy muy orgullosa porque es el resultado de un duro trabajo». Aunque abandonó su natal Omsk para perseguir su futuro en la moda desde Nueva York, su vida sigue estando más cerca de la de una chica normal de 19 años que de las excéntricas historias asociadas a las supermodelos. Cita la sudadera como su prenda favorita, prefiere las series a las películas (recomienda AJ and the Queen, de Netflix) y es más de comprar chocolate aprovechando su paso por la duty free del aeropuerto que de darse caprichos de grandes marcas.