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«El káiser»: una leyenda más allá de Chanel

la obsesión de Karl Lagerfeld por la modernidad le llevó a reinventarse infatigablemente. Con él se extingue una manera de entender la moda (y el mundo).

Su infancia Nació en 1933 en Alemania, pero muy pronto se trasladó con su familia a Francia. En todas sus entrevistas le gustaba recordar la frialdad y austeridad con las que le educó su madre. Un carácter que le forjó y le inspiró durante toda su carrera.
Sus inicios En 1954, con 21 años, se erigía como ganador del premio Woolmark que había sido creado solo un año antes. Compartió podio con Yves Saint Laurent. Llegaron a formar parte de la misma pandilla y las fiestas en las que quemaban la noche parisina fueron tan célebres como su posterior disputa. Según cuenta la leyenda (y Alicia Drake en su libro The Beautiful Fall), en el origen de aquella enemistad había un hombre: Jacques de Bascher.
Sus inicios A Lagerfeld el premio le sirvió para encontrar un puesto en el atelier de Pierre Balmain, donde inició su carrera.
Sus amigas Inès de la Fressange fue su musa, pero también la protagonista de una de sus grandes enemistades. Lagerfeld fue su gran padrino, el primero que confió en ella e incluso le ofreció un contrato en exclusiva como imagen de Chanel durante siete años. Un hito que, sin duda, fue decisivo para lanzar la carrera de la francesa a nivel mundial. Al parecer, el tándem se rompió porque a él no le gustó que ella fuera modelo para la efigie de Marienne, símbolo de la República Francesa. Sobre ella llegó a decir: "Le deseo toda la suerte del mundo, hasta el punto de no tener que verla nunca más ni oír hablar de ella". Pero, de nuevo, la verborrea le pudo. En 2010 se volvían a cruzar sus caminos e incluso volvió a subirla a la pasarela desfilando para Chanel. Desde entonces no volvió a faltar a ninguno de sus desfiles siendo una de las más fieles embajadoras del estilo parisino de la maison.
El prêt-à-porter de Chloé  En Chloé aterrizó en el 1963, de la mano de la fundadora de la firma, Gaby Aghion. Con ella se zambulló durante 15 años en el incipiente mundo del prêt-à-porter.
El prêt-à-porter de Chloé Regresó a la casa en 1992, cuando la creadora ya se había deshecho de la marca, y se encargó de su renacer.
La familia, Fendi Fendi es la otra gran firma que ha ocupado su trabajo los últimos años. Llevaba al frente de la enseña más de 50 años, desde 1965, y solía decir que era "su versión italiana". Durante estas cinco décadas ha reinterpretado los iconos de la firma creando su propio legado y no dudó en defender el uso de la piel, materia prima vinculada al ADN de la casa, afirmando que "el debate sobre si debe usarse o no es infantil". En la imagen, posando junto a las hermanas Fendi.
El estrellato en Chanel Su llegada a Chanel, en 1983, supuso un terremoto para una maison que languidecía ocho años después de la muerte de Coco. La casa resistía gracias a las ventas de perfumes, pero el káiser se encargó de rescatar la división de costura. Su primera colección, pese a todo pronóstico, se centró en rescatar los grandes clásicos de la firma: las perlas, el tweed, la camelia... insignias que el alemán convirtió en iconos en sus 36 años al frente de la marca.
El estrellato en Chanel El propio Alain Wertheimer, CEO de Chanel, recordaba aquellos inicios en el comunicado que esta mañana anunciaba la muerte del diseñador: "Gracias a su genio creativo, a su generosidad y a su excepcional intuición (...). Hoy no solo he perdido a un amigo, sino a una mente creativa a la que di carta blanca a principios de los ochenta para reinventar la marca".Arthur Elgort / Conde Nast (Contour by Getty Images)
Su uniforme A lo largo de los años, el káiser ha cambiado de talla (aseguró que adelgazaría para entrar en uno de los trajes de Slimane) pero no de gustos. Fiel a su traje negro con corbata, mitones, anillos y algún que otro broche, el director creativo de Chanel y Fendi siempre salía a saludar tras los desfiles vestido de riguroso negro. Las gafas, los guantes y su coleta blanca fueron icónicos.