Juanjo Oliva abre tienda en París: “Cuando colgué el cartel en el escaparate me sentí como Armstrong llegando a la luna”
El diseñador madrileño acaba de inaugurar un espacio en la capital parisina, un pequeño local concebido como un vestidor con el que buscará dar un nuevo impulso internacional a su firma tras el cierre de su local en Madrid.
Hace solo dos meses Juanjo Oliva paseaba con su perro por el barrio parisino Saint Germain de Pres cuando encontró un local perfecto. Un espacio de unos 70 metros situado junto a una librería y a una manzana de las tiendas de Prada o Saint Laurent: “Ahora vivimos entre Madrid y París, queríamos pasar más tiempo aquí y estábamos en búsqueda pasiva hasta que apareció este espacio”, explica el diseñador. “Las cosas surgen cuando menos te lo esperas. Esta es una zona muy comercial que ha subido mucho desde el cierre de Colett...
Hace solo dos meses Juanjo Oliva paseaba con su perro por el barrio parisino Saint Germain de Pres cuando encontró un local perfecto. Un espacio de unos 70 metros situado junto a una librería y a una manzana de las tiendas de Prada o Saint Laurent: “Ahora vivimos entre Madrid y París, queríamos pasar más tiempo aquí y estábamos en búsqueda pasiva hasta que apareció este espacio”, explica el diseñador. “Las cosas surgen cuando menos te lo esperas. Esta es una zona muy comercial que ha subido mucho desde el cierre de Colette, porque antes todo estaba más centrado en Faubourg Saint-Honoré, hay espacios de diferentes tamaños, vimos este, nos encajaba y hemos organizado todo en estos dos meses”.
En agosto del año pasado había cerrado su tienda en Madrid, tras el impacto de la pandemia, y su firma solo operaba a través de su atelier (realizando encargos a medida) y mediante su colaboración con See Iou. “Nos gusta tener espacio propio y cerrarlo fue muy duro, pero para mí ha sido también muy duro digerir el después. Sentía que me había quedado sin casa”, confiesa. La primera idea tras recuperar el ritmo fue presentar una colección en París, pero eso mutó hacia una propuesta híbrida en la que la idea creativa tuviera también un reflejo comercial directo a través de una pop up, que finalmente no será efímera.
Presentará su colección el próximo mes de enero, durante la semana de la alta costura, en la nueva tienda: “Me parece que ahora se hacen muchas acciones diferentes, presentaciones que tienen un sentido más comercial y que apuntan a que los diseñadores con menos pulmón podamos no quedarnos en venir a desfilar o competir con los grandes desfiles que están en otra liga”. Nuevas rutas que ya se abrían antes de la pandemia, pero que ahora se han convertido en algo habitual entre creativos dispares que buscan la manera de encontrar el recorrido más adecuado según la idiosincrasia de cada firma. “Yo ya no tengo que ajustarme al modelo de negocio de la industria porque hay muchos modelos muy diferentes y hoy todos tienen cabida. Me parece que tiene sentido que esto sea como la industria del cine en la que hay grandes superproducciones, pero también cine de autor”, reflexiona el diseñador. Él ha desfilado en la pasarela madrileña entre 2004 y 2019: “Es algo que me encanta hacer, es un ejercicio creativo que me apasiona y hay gente que lo hace porque se ajusta a su modelo de negocio y a su planteamiento. Pero creo que un desfile debe reflejar tu ejercicio artístico, pero sobre todo tiene que defender un modelo de negocio. Yo desfilaba por ejemplo cuando vendía mi colección en El Corte Inglés y tenía 25 corners, pero empecé a hacer presentaciones más pequeñas cuando no me era necesario hacer ese esfuerzo”.
El local en París lleva abierto solo una semana, pero a él ya se asoman otros públicos. “La respuesta de momento ha sido muy positiva. Creo que es bueno para la evolución de la marca. No te haces global solo por estar en París, pero sí eres menos local. Y quitando a firmas como Adolfo Domínguez o Carolina Herrera, que tienen otro modelo, aquí no hay tiendas de diseñadores españoles, así que cuando colgué el cartel de Oliva en el escaparate me sentí como Armstrong llegando a la luna”. La tienda es una acogedora dirección que ha sido ideada como un gran vestidor en el que completar un armario completo: “Está planteada de una manera muy cálida, como si nos metiéramos en un armario. Hay prendas de punto, trajes de noche, pantalones de sarga, marroquinería… un poco la esencia de la mujer Oliva”. Colecciones limitadas en número de prendas que se confeccionan en talleres españoles o en su atelier en Madrid, que permanecerá abierto. “París es una ilusión, es un sueño. Llevo trabajando desde los 20 años y este es un proyecto que siempre he querido, una tienda en París. Suena cursi, pero era mi sueño”.