Ignasi Monreal, el artista español que enamoró al lujo: «El éxito viene de trabajar duro, no de tener muchos seguidores»
El creativo, que ha conquistado a las grandes firmas con sus coloridas ilustraciones, firma ahora su primer objeto: unas gafas de sol ‘cuatrojos’ para Etnia Barcelona.
En un momento en el que muchos desearían cerrar los ojos para no leer los titulares y volverlos a abrir cuando la nueva normalidad tenga algo de normal, el artista español Ignasi Monreal (Barcelona, 1990) propone justo lo contrario: contar con un par de ojos extra parar mirar el mundo y encontrar un atisbo de belleza en medio del horror. «Yo siempre he sido de intentar buscar el lado bueno de las cosas», contesta el pintor y artista multidisciplinar al otro lado del teléfono. La ocurrencia forma parte de su...
En un momento en el que muchos desearían cerrar los ojos para no leer los titulares y volverlos a abrir cuando la nueva normalidad tenga algo de normal, el artista español Ignasi Monreal (Barcelona, 1990) propone justo lo contrario: contar con un par de ojos extra parar mirar el mundo y encontrar un atisbo de belleza en medio del horror. «Yo siempre he sido de intentar buscar el lado bueno de las cosas», contesta el pintor y artista multidisciplinar al otro lado del teléfono. La ocurrencia forma parte de su primer proyecto como diseñador, unas gafas de sol que firma junto a Etnia Barcelona y que saldrán a la venta –preorder mediante– el próximo 19 de noviembre. Apelando a la interpretación más literal de este accesorio (inevitable pensar en el concepto ‘cuatro ojos’), el barcelonés crea un diseño de vocación cubista. «De entrada pueden parecer excéntricas o eso me dijo mi madre cuando se las enseñé, pero la realidad es que son muy versátiles. Me pasé el verano entero con el primer prototipo que diseñamos y la gente no se daba cuenta del detalle hasta que no me giraba y me ponía de perfil. Sin duda Picasso ha sido una de mis inspiraciones», concede.
Monreal, que saltó a la primera línea cuando Alessandro Michele, director creativo de Gucci, posó sus ojos en su trabajo allá por 2017, ha colaborado desde entonces con multitud de firmas de lujo y artistas de la talla de Dua Lipa o Rosalía. Sus colosales murales se han dejado ver en las calles del Soho neoyorquino o en las de Milán, pero sobre todo en Instagram, donde sus ilustraciones se han instalado en el feed de toda una generación. Esa es precisamente la vía por la que le llegan la mayoría de propuestas y colaboraciones. «No sé como habría sido mi carrera sin esta red social, pero me ha ayudado mucho. Para mí, sin embargo, Instagram actúa como un lubricante. El éxito, que yo llamaría más bien un work in progress, viene de trabajar duro, no de tener muchos seguidores. Cuando trabajas duro es cuando llegan los seguidores», sentencia.
Formado en Publicidad y Relaciones Públicas en la Univesidad Complutense de Madrid, carrera que abandonó al tercer año para dedicar todo su tiempo a la dirección creativa de moda, que cursaba por las tardes en la escuela IED, Monreal insiste en que el talento por sí solo no es suficiente si no se entrena. Hijo de un veterinario especialista en caballos y una notaria, asegura no saber de dónde le viene la vena creativa, aunque sus tíos por parte materna son músico, pintor y fotógrafo, respectivamente. «El talento es cuestión de práctica. Si no pintas todos los días o no tocas el violín a diario te oxidas», apunta. Por eso él procura aplicarse el cuento incluso en vacaciones. «Tengo pocas porque soy autónomo, pero este año por primera vez en mucho tiempo me cogí libre todo agosto. Y sí, acabé pintando. Pero fui la persona más feliz del mundo porque se me había olvidado la sensación de pintar por pintar, sin motivo ni presión».
Puede ser por la cantidad de proyectos comerciales que ha recibido este 2020, un año en el que la dificultad para producir campañas o hacer sesiones de fotos ha potenciado los encargos a ilustradores o artistas como él. «Durante el confinamiento hubo días en los que recibí hasta cinco propuestas. Uno de los trabajos más importantes de mi carrera surgió estos meses cuando pude firmar la primera portada ilustrada de Vogue España en un momento histórico que jamás pensé vivir», recuerda sobre una ilustración con la que quiso aportar un rayo de optimismo en medio de la crisis sanitaria. Intercalando encargos y proyectos personales como los platos sucios en los que está trabajando ahora, Monreal ha logrado construir una sólida carrera en el arte contemporáneo. «No quiero decidir entre lo comercial y lo artístico, sino combinar los dos. Casi todos los proyectos que hago para clientes es a través de la tablet, así que cuando cambio al óleo me descansan los ojos y logro mantenerme enamorado de la pintura, sino acabaría divorciado porque son muchas horas y no cuento si quiera con un asistente», confiesa.
Sus trabajos, que beben del arte clásico, los cómics y el mundo de la moda, y tienen un sello muy personal donde no faltan dosis de surrealismo o fantasía, han llegado a servir como ilustración incluso en camisetas, pero nunca antes había empleado su talento para diseñar un objeto. «No me he planteado crear una marca de moda, aunque quién sabe. Lo que no sé es si la gente se atrevería a ponerse mis diseños porque trataría de hacer algo muy divertido y distinto», cuenta entre risas. Y añade: «Trabajar con Etnia Barcelona ha sido maravilloso. Fue muy fácil porque desde la marca me dieron mucha libertad para hacer mis frikadas. Han sabido confiar en mí y esos son los proyectos que mejor funcionan».
Monreal, que después de vivir en Londres se mueve ahora entre Roma y Madrid, eligió la capital italiana para disparar la campaña. «Me fui a Roma buscando la belleza. Es una ciudad muy cinematográfica, siempre te encuentras escenas en la calle que parecen recién salidas de una película. De ahí que se me ocurriera crear dos máscaras con forma de ojo que se fueran a hacer turismo». En las imágenes posan, además, personas muy cercanas al artista. Desde la galerista Stefania Miscetti, que también es su casera en Roma, a su pareja, el bailarín y responsable del cuerpo de baile de la ópera de Roma, Benjamin Pech. «Queríamos lograr un resultado espontáneo, un poco improvisado, y decidí sacar a mi gente. Hasta dos hijos de la productora acabaron en las imágenes cuando volvían de clase y nos los encontramos», ríe. Sentirse más conectado a los suyos en tiempos de distanciamiento social pone de manifiesto que a veces vienen bien un par de ojos extra para buscar la belleza y encontrarla.