Guía para mantener tus jerséis de lana perfectos durante años
Un jersey de lana no es una prenda cualquiera. Reglas generales, prácticas prohibidas, soluciones concretas y trucos para mantener estos básicos del invierno esponjosos y limpios más de una temporada.
En invierno, un jersey de lana es tan reconfortante como un té caliente y tan necesario como un buen abrigo. Suaves, estilosos, cómodos y también complicados de mantener en buen estado más de una temporada porque, acostumbrados a la moda rápida, a menudo olvidamos que la lana requiere más mimos que otros tejidos. Si no se los damos, corremos el riesgo de ver ese jersey esponjoso convertido en otra prenda apelmazada, sin lustre y llena de bolas. El mejor criterio para tratar un jersey de lana es tratarlo como si fuera nuestra propia piel aunque no está de más conocer sus cuidados específicos....
En invierno, un jersey de lana es tan reconfortante como un té caliente y tan necesario como un buen abrigo. Suaves, estilosos, cómodos y también complicados de mantener en buen estado más de una temporada porque, acostumbrados a la moda rápida, a menudo olvidamos que la lana requiere más mimos que otros tejidos. Si no se los damos, corremos el riesgo de ver ese jersey esponjoso convertido en otra prenda apelmazada, sin lustre y llena de bolas. El mejor criterio para tratar un jersey de lana es tratarlo como si fuera nuestra propia piel aunque no está de más conocer sus cuidados específicos.
Lavado y secado
Lo primero que debemos saber es que a la lana no le gusta demasiado el agua. Las prendas de fibras naturales como el cachemir, la angora o el mohair no deben lavarse con cada uso pero al mismo tiempo son tejidos que tienden a acumular suciedad porque poseen una enorme cantidad de absorción. Una buena manera de evitar que se estropeen es no llevarlos nunca sobre la piel y acostumbrarnos a usarlos con una camiseta fina debajo. La camiseta va a actuar de barrera entre el cuerpo y la lana y evitará que esta absorba los restos de sudor, aceites, desodorante o perfume de nuestra epidermis.
La solución anterior evita que tengamos que lavar la prenda a menudo pero no que la lavemos en algún momento. Las reglas básicas para que este lavado no se convierta en el asesinato de nuestro jersey favorito son sencillas: mejor a mano, limitar a unos pocos minutos la exposición al agua que no será muy fría ni muy caliente y usar jabones neutros para no alterar la estructura del tejido de manera irreversible. “Lo más aconsejable es un tratamiento con la cantidad mínima de agua y durante un periodo corto de tiempo, y un centrifugado a bajas revoluciones y un secado adecuado que evite la secadora”, recomienda para S Moda Elisenda Esteso, del Grupo Pressto.
El secado será tan importante como el lavado y también cuenta con imperativos que pueden parecer un incordio pero alargarán la vida de nuestros jerséis “no deben retorcerse ni escurrirse para que no se deformen y se recomienda un secado horizontal por el mismo motivo”, señalan desde el grupo de tintorerías. Es decir, hay que secar los suéter de lana como tantas veces hemos visto hacerlo a nuestras madres: extendidos sobre una superficie que no empape la humedad -para que la prenda mantenga su elasticidad original- evitando la exposición al sol, las pinzas y las perchas y empleando la paciencia como si fuera un elemento más del proceso de lavado. Una vez secos “no se debe fijar la plancha sobre la prenda. El planchado ha de ser siempre con una gran aportación de vapor y ayudándonos con las manos”, indica Esteso que recuerda que, de lo contrario, surgirán brillos imposibles de quitar.
Ya limpios y secos los jerséis no han de colgarse en una percha… nunca. La manera correcta de guardarlos será doblados y evitando el peso excesivo encima para que las fibras puedan respirar.
Efecto “pilling”
Hay otro enemigo clásico de las prendas de lana, son las dichosas bolas que afean y avejentan nuestros jerséis. Se conoce como “efecto piling” y se debe a las características de la propia fibra natural de origen animal en combinación con el rozamiento. “Las fibras de lana pura, que son largas y finas, tienen menos tendencia a la formación del “pilling”, señala Esteso, dándonos una de las claves para distinguir un jersey completamente natural de otro con mezcla.
Por el contrario, aquellas prendas cuya composición es de lana y fibras sintéticas como acrílico, poliamida o poliéster tienen más riesgo de formación de bolas y además su eliminación es más difícil ya que la propia fibra sintética produce la resistencia para que la bola no se caiga. Existen cepillos y máquinas “quita bolas” que resultan muy eficaces aunque “el remedio casero de pasar una piedra pómez da buenos resultados ya que, si se hace con cuidado y en el sentido de la fibra, la rugosidad de la piedra arrastra y corta las bolitas que se producen con el uso habitual de la prenda”, aseguran desde Pressto.
Manchas, la ley de Murphy de los jerséis de lana
A menudo ocurre que, por algún motivo que escapa a la lógica, cuanto más sabemos que no debemos lavarlos con frecuencia más manchamos nuestros delicados jerséis de lana. Grasa, bebidas, tinta… parece una conspiración de los tejidos sintéticos para que renunciemos a la delicadeza y calidez de las fibras naturales. El mejor detergente en caso de manchas es la rapidez. “Las fibras naturales absorben enseguida las sustancias y en esos casos lo que necesitamos es un proceso exhaustivo, evitando frotar para que no se apelmace, pero tratando la mancha inmediatamente para evitar su fijación mediante un jabón especial, para este tipo de prendas cuyo pH es ácido”, indica Esteso. Si realizamos adecuadamente este tratamiento podremos evitar lavar todo el jersey y limitarnos a eliminar la mancha. Si no, seguramente no nos libraremos de acudir a servicios profesionales de limpieza en seco. Tanto la naturaleza de la mancha como las indicaciones de lavado de la prenda nos dirán qué podemos hacer.