El eterno caso de la ‘gordofobia’ con la chica de portada
La última (y polémica) portada de la edición estadounidense de ‘Vogue’ reaviva el debate sobre la hipocresía de mostrar los cuerpos femeninos en las revistas de tendencias.
Fíjense en la foto emplazada sobre estas líneas. Es la portada del último número de la edición estadounidense de Vogue. Las chicas de la playa, de izquierda a derecha, son siete de las modelos más veneradas en las pasarelas y campañas de moda: Liu Wen, Ashley Graham, Kendall Jenner, Gigi Hadid, Imaan Hammam, Adwoa Aboah y Vittoria Ceretti. Hasta aquí, todo podría parecer una portada grupal de supermodelos habitual, pero varios detalles han sido los que han convertido a esta portada en una de las más polémicas de los últimos meses.
Las respuestas que más se han escuchado son:...
Fíjense en la foto emplazada sobre estas líneas. Es la portada del último número de la edición estadounidense de Vogue. Las chicas de la playa, de izquierda a derecha, son siete de las modelos más veneradas en las pasarelas y campañas de moda: Liu Wen, Ashley Graham, Kendall Jenner, Gigi Hadid, Imaan Hammam, Adwoa Aboah y Vittoria Ceretti. Hasta aquí, todo podría parecer una portada grupal de supermodelos habitual, pero varios detalles han sido los que han convertido a esta portada en una de las más polémicas de los últimos meses.
- ¿Por qué el brazo de Ashley Graham (segunda por la derecha) tapa parte de su pierna mientras el resto no lo hace?
- ¿Por qué Ashley Graham es la única que viste short negro de Miu Miu, mientras el resto de chicas lleva
- culottes
- estampados?
- ¿Por qué Gigi Hadid, la rubia del centro, tiene una mano tan estirada que parece alienígena?
Las respuestas que más se han escuchado son:
- Porque así disimula el volumen de su pierna y se asemeja al del resto de las compañeras.
- Porque el negro estiliza y la hará parecer más delgada en las fotos.
- Porque probablemente se ha retocado y así puede tapar (más) la barriga de Graham y disimularla.
Graham, la modelo de la discordia, no es ninguna novata. Empezó a los 12 años, fichó por Ford a los 17 y a los 18 le cambió el cuerpo y se convirtió en modelo de tallas grandes. Siempre ha defendido que su cuerpo es “como el de la mujer media estadounidense” y se autoproclama ‘activista del cuerpo femenino’. Forbes la eligió en 2016 como una de las 30 personas menos de 30 años más influyente del mundo en el mundo del arte y estilo. Sus cifras la alavan: Cinco portadas en grandes revistas el año pasado –en 2015 consiguió una en Sports Illustrated– y una facturación de más de 1,6 millones de dólares en ventas en la línea de lencería que diseña para la marca canadiense Adition Elle. Motivos para estar en esa portada no faltaban.
Esta joven de Omaha (Nebraska) también colabora con la firma de baño Swimsuits For All, donde ejerce de directora creativa y modelo de una línea con su nombre. En la última campaña se la ve con bikinis estampados, mostrando bastante más piel que en la revista estadounidense y flanqueada por modelos más delgadas (¡con bañadores blancos!). La comparativa muestra una connotación mucho más positiva que la del Vogue de Anna Wintour. Aunque no olvidemos que se trata de la misma editora que en el documental The September Issue decía que “había que arreglar” las fotos de Jennifer Garner porque “parecía embarazada” y que bromeó con el cámara que grababa las imágenes espetándole que “necesitaba un retoque” e “ir al gimnasio”.
Si bien el documental se grabó en 2009 y ha llovido mucho en las revistas de tendencias en cuanto a la concepción de las tallas grandes se refiere (gracias, precisamente, a la desaparecida Franca Sozzani, editora de Vogue Italia y la primera en apostar por modelos plus size en portada), las publicaciones –y no sólo las de moda– siguen desarrollando ciertos tics gordofóbicos a la hora de retratar a sus personajes para portada. Los editores se escudan en la autoimpuesta dictadura de la fotogenia y el miedo a que la población no se gaste unos euros en una primera plana sin una modelo filiforme. Aquí una serie de ejemplos prácticos que se repiten cíclicamente en estos casos:
Sálvalo con un primer plano
Adele es una experta. Una búsqueda rápida en las portadas que ha protagonizado a lo largo de su carrera certifica que a la flamante ganadora de cinco grammys por su último disco siempre se la fotografía con un primer plano. Muy aplaudida fue su portada para Rolling Stone con efecto cara lavada, pero bastante alejado del tratamiento que sí hacen con otras artistas (la revista es conocida por fotografiar sin sujetador o en camiseta de tirantes a las mujeres de portada. Pruebas, aquí).
De lo más criticada también fue la triple portada que la edición estadounidense de la revista Elle preparó para su especial ‘Mujeres de la televisión’ en 2014. Mindy Kaling compartía primera plana con otras actrices (Amy Poehler, Allison Williams y Zooey Deschanel), pero fue ella únicamente la que apareció en primer plano, mientras a sus compañeras se las retrató de cuerpo entero.
¡Tápala!
¿Qué pasa si una mujer con una talla grande aparece en una portada múltiple con otrás compañeras? Que lo más probable es que si no recurren al primer plano, opten por taparla, como ha ocurrido con Ashley Graham en Vogue o como ocurrió con Melissa McCarthy en la portada de Elle en noviembre de 2013. Mientras Shailene Woodley aparecía en bañador o Resse Witherspoon en un vestido cut out, a la protagonista de los Cazafantasmas (o por entonces la serie Mike& Molly) le colocaron un (estupendo) abrigo de Marina Rinaldi para disimular su figura, factor que no pasó desapercibido y provocó un alud de críticas a la publicación.
Lo cierto es que este pavor ‘gordofóbico’ de las publicaciones podría no tener fundamento. El público no siempre responde de forma negativa ante una portada con una modelo/personaje lejos de los estrictos cánones corporales autoimpuestos por las revistas. Al menos, a la hora de hacer caja. En 2012, la portada de Adele fue la segunda más vendida de ese año de Vogue en Estados Unidos (unos 410.000 ejemplares). Curiosamente, la ex editora del Vogue británico, Alexandra Schulman, escribió que colocar a la misma cantante en su portada (en un primerísimo primer plano, claro) fue una de las peores estrategias que ha tenido (no lo especificó, pero dijo al respecto: “Adele será la mujer más famosa del mundo, pero una de las peores vendedoras que he tenido”).
No tenemos cifras de cómo se vendió una revista de moda mucho más nicho que las establecidas anteriormente, pero sí podemos asegurar que el desnudo en portada de Beth Ditto en la revista Love en 2009 fue uno de los más aplaudidos y de los que más repercusión ha tenido. Por sus primeras planas después pasarían los esculturales desnudos de Kate Moss o Naomi Campbell, pero Ditto aparece en el imaginario de los connoisseurs como una de las portadas más significativas. Katie Grand, la por entonces editora de la revista, lo tuvo claro. “El aspecto de Beth no destaca sus imperfecciones, sino las nuestras… Ella es feliz con quién es y cómo es. ¿No desearíamos todos levantarnos por las mañanas y sentirnos así?”.