Luz Casal, la voz del consuelo en lo más duro del confinamiento

En el balance de 2020 de la cantante destacan los testimonios de las más de 2.000 llamadas que realizó en marzo y abril a personas anónimas. “Aprendí mucho, escuché las distintas realidades, dramas y situaciones de gente de todas partes, de todas las profesiones… Fui una espectadora auditiva”.

La cantante Luz Casal.MARÍA BOLÍN

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Fue, con su tono grave y aterciopelado, la voz del consuelo en lo más duro del confinamiento. A lo largo de marzo, abril y mayo, Luz Casal (Boimorto, A Coruña, 1958) realizó más de 2.000 llamadas telefónicas, “una media de entre 30 y 50 al día, y todas fueron impactantes”. Hablaba con gente anónima. Algunos seguidores suyos, otros no. Les preguntaba qué tal estaban, escuchaba sus problemas, a veces hasta lograban reír juntos. Esta cantante con 15 álbumes a sus espaldas, conocida por éxitos como Piensa en mí, Loca o Negra sombra, dejó de lado a la artista; quiso ser persona y centrarse en las personas: “Aprendí mucho, escuché las distintas realidades, dramas y situaciones de gente de todas partes, de todas las profesiones… Fui una espectadora auditiva”.

Cuando hace balance asegura que recordará 2020, sobre todo, por esos testimonios: “Lo resumiría como un año que quedará en mi memoria por varias lecciones vitales que me ha donado lo vivido”. Sostiene que han sido tantos aprendizajes como conversaciones, pero destaca que especialmente le llamó la atención “ver cómo las mujeres solas y mayores tenían una fortaleza mayor que muchas jóvenes y que muchos hombres, tanto jóvenes como mayores; había mujeres aisladas, mayores, separadas o viudas, que daba la impresión de que eran más autónomas, que aceptaban esa situación con un ánimo mayor”. Luz Casal fue rockera cuando no había muchas mujeres en la escena, ha vivido dos cánceres, nunca ha dejado de trabajar. Este año ha lidiado con duras despedidas, como su última charla con su amigo Pau Donés –”Hay que estar preparado para decir adiós, saber que todo tiene un fin”– pero también ha sacado fuerzas para celebrar la novena edición del Festival de la Luz en su pueblo de Galicia. “Hubo 550 personas, cuando la anterior fueron más de 15.000, pero fue muy entrañable”, dice. Y ya está ilusionada con la décima, en 2021: “La situación es dura. Para la cultura y para todos. Pero cada uno, en nuestra parcela, tenemos que adaptarnos a esta situación anómala y buscar otros medios, no venirnos abajo”.

El inicio del confinamiento justo la pilló cerrando la gira de su último disco, Que corra el aire, en su casa de Málaga. “Solo tenía una maletita, y me tuve que adaptar, como tantos. Cuando hay una tormenta, ir en contra del viento como que no. Aunque no sea esa la dirección que habías pensado, que te empuje y te lleve a otro lado”, reflexiona. Ella, que suele compartir en Instagram sus lecturas, de Anne Carson a Yukio Mishima, no podía ni abrir un libro: “Y no digo un tratado sobre física, es que ni podía leer una novela. No me dio tiempo a hacer ni una tarta de queso”. Ahora ya está “activa”, crea temas, pero de forma reposada, a su ritmo: “Soy lenta en mis cosas pero estoy contenta con lo que voy terminando”.

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