El caso de las mujeres que visten de azul para que las crean
El color que conecta a Christine Blasey Ford y Anita Hill, pese al desenlace final de sus testimonios, se suma a la tradición de usar ese tono al declarar frente a la justicia.
En 2004, un juez de Barcelona consideró que el testimonio de una supuesta víctima de malos tratos no era creíble porque «vestía a la moda» y no encajaba con el «perfil de víctima». El magistrado absolvió a un hombre denunciado por agresiones continuadas porque el relato de su mujer no coincidía con “el temor y la desconfianza de la típica mujer maltratada” y porque la denunciante había acudido los tres días del juicio «vestida cada día diferente, a la moda, con anillos, pulseras y curiosos pendientes, ga...
En 2004, un juez de Barcelona consideró que el testimonio de una supuesta víctima de malos tratos no era creíble porque «vestía a la moda» y no encajaba con el «perfil de víctima». El magistrado absolvió a un hombre denunciado por agresiones continuadas porque el relato de su mujer no coincidía con “el temor y la desconfianza de la típica mujer maltratada” y porque la denunciante había acudido los tres días del juicio «vestida cada día diferente, a la moda, con anillos, pulseras y curiosos pendientes, gafas de tamaño grande». Factores que, según el juez, no coincidían «con la visión de una mujer que ha pasado seis meses sometida a agresiones». Hace unos meses, el abogado de la Manada también cuestionó la credibilidad de la superviviente de los San Fermines y defendió incluir en el sumario del juicio una foto de la joven en su Instagram personal con una camiseta con el lema Hagas lo que hagas, quítate las bragas. La frase era una muletilla del reality televisivo Super Shore. Su estrategia por conectar a una supuesta víctima de violación múltiple con la sexualidad abierta de una estrella de la televisión, mediante una camiseta, levantó una oleada de críticas: «Si la chica ve un reality de jóvenes de su edad que beben y tienen sexo su credibilidad es menor, menos aún si su personaje favorito es «muy fogoso» y no una chica más recatada, en cuyo caso sí tiene más probabilidades de haber sido víctima de una violación», lamentó Manuel Jabois en su columna Víctimas perfectas en El País.
¿Cómo debe vestir una mujer para que la crean? La profesora universitaria Christine Blasey Ford no era la persona juzgada cuando ofreció su testimonio hace un par de semanas en el comité judicial del Senado contra el juez Brett Kavanaugh, candidato de Donald Trump para ocupar un puesto vitalicio en el Tribunal Supremo. Ford sabía, no obstante, que toda su puesta en escena sería cuestionada al milímetro: Ford fue la primera de las cuatro mujeres que lo acusaron en denunciar que Kavanaugh la había asaltado sexualmente a lo largo de su vida. A ella, en una fiesta en 1982, cuando eran adolescentes. Para revivir su testimonio ante el comité judicial, vistió un look ‘profesional’ y anodino que no diese mucho que hablar: gafas de ver y un traje azul con camiseta del mismo tono debajo. Su atuendo era unos tonos más oscuro que el traje que Anita Hill llevó 27 años antes para defender que el también aspirante al Supremo, Clarence Thomas, la había acosado sexualmente durante años. El desenlace ha sido el mismo para ambas: los dos hombres acabaron siendo confirmados a juez del Supremo, un cargo vitalicio en el tribunal más poderoso de EEUU.
«Esto no es la semana de la moda. Esto no va de ‘¿qué diseñador vestirá?’. Esto trata de vestirse por el mensaje. El mejor consejo que doy a alguien que tiene que enfrentarse al escrutinio público es que no vista nada que distraiga de su mensaje», explicó Lauren Rothman a Vox sobre la narrativa tras el traje de la catedrática.
Mientras periodistas y medios fantasearon con la posibilidad de que Christine Blasey Ford homenajease a Anita Hill al vestir de azul en su declaración, en realidad este suele ser el tono preferido al presentarse ante la justicia por aquello de inspirar confianza sobre el que lo lleva. Es el mismo color al que recurrió Harvey Weinstein cuando testificó por primera vez por las acusaciones de agresión sexual que pesan sobre él: un jersey azul bebé que rompía con su uniforme habitual de camisas blancas y vaqueros exhibidos sin descanso durante años. “Un abogado una vez me dijo que siempre pedía a sus clientes que para testificar se pusieran un jersey azul claro porque les hace parecer más dulces y agradables”, declaró entonces la reportera de estilo para The Washington Post, Elizabeth Holmes. A la falta del veredicto sobre las supuestas múltiples violaciones de Weinstein, a las víctimas todavía les queda mucho camino para ser creídas. Ni recurriendo a la psicología del color para transmitir confianza y seguridad lo consiguen.