Winona Ryder: «Si empezara hoy, mis padres no me dejarían ser actriz»

Diez años después del juicio por hurto que cambió su carrera, la actriz habla sobre su regreso al cine y sobre las dificultades de las jóvenes actrices en Hollywood.

Tres años de libertad condicional, 480 horas de servicio comunitario, 10.000 dólares de multa y la obligación de recibir terapia psicológica. Así terminó, hace ya 10 años, la gloria hollywoodiense de Winona Ryder. La acababan de pillar desvalijando unos grandes almacenes en Beverly Hills y, de serlo todo, pasó a no ser prácticamente nada. Pero, para toda una generación que todavía canturrea de vez en cuando My Sharona, Winona seguirá siendo siempre un icono. Después de su papel animado en la reciente Frankenweenie –de la mano de su viejo aliado Tim Burton–, la actriz tiene ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Tres años de libertad condicional, 480 horas de servicio comunitario, 10.000 dólares de multa y la obligación de recibir terapia psicológica. Así terminó, hace ya 10 años, la gloria hollywoodiense de Winona Ryder. La acababan de pillar desvalijando unos grandes almacenes en Beverly Hills y, de serlo todo, pasó a no ser prácticamente nada. Pero, para toda una generación que todavía canturrea de vez en cuando My Sharona, Winona seguirá siendo siempre un icono. Después de su papel animado en la reciente Frankenweenie –de la mano de su viejo aliado Tim Burton–, la actriz tiene guardada en la recámara The Iceman, donde interpreta a la esposa de un asesino en serie. Con ambas ejecuta un regreso al cine que explica como si fuera ajeno a su voluntad. Lo hace con voz infantil y temblorosa, casi como de oveja, y una mirada cándida, con la que parece buscar la complicidad de su interlocutor e incluso pedir benevolencia.

En los últimos tiempos ha rebajado su ritmo de trabajo. ¿La interpretación ya no es el centro de su existencia?

Hace un tiempo tomé una decisión: solo haré películas que realmente me apetezca hacer. No es que me quiera retirar, pero tampoco quiero actuar por actuar. Tengo 40 años y me he dedicado a esto desde los 12. Ahora quiero disfrutar de mi tiempo haciendo otras cosas. Por ejemplo, trabajando con las reservas indias en Estados Unidos, que es algo que he hecho desde la adolescencia. No quiero ser como esas actrices que, llegadas a cierta edad, siguen trabajando sin cesar por miedo a que dejen de llegarles ofertas.

¿Echa de menos los años 90, cuando se convirtió en icono generacional e ídolo adolescente?

No lo sé. Cuando empecé, las cosas eran distintas. No sé cómo lo llevaría hoy con todos los cambios que ha supuesto Internet. Yo no entro mucho en la Red porque no sé utilizarla muy bien. Tiene una parte buena, porque ha dado voz a los que no tenían posibilidad de expresarse. Pero también ha tenido unos efectos sobre la privacidad considerables. Cuando empecé, solo existían unas cuantas revistas y la fama no venía necesariamente en el lote. ¡Yo hice seis películas antes de dar mi primera entrevista! Una actriz que empieza ahora tiene que estar dispuesta a sacrificar muchas cosas, incluida su vida privada. Si empezara hoy, estaría aterrorizada.

Ante la masacre pública de Kristen Stewart, Jodie Foster dijo que, si volviera a empezar hoy, no se sentiría capaz de «sobrevivir emocionalmente» a la presión y que seguramente no sería actriz. ¿Lo comparte?

Vaya, ¿de verdad dijo eso? En mi caso, si empezara hoy, no creo que mis padres me dejaran ser actriz. Mi familia fue muy protectora conmigo. Solo me dejaban trabajar durante las vacaciones de verano. Incluso en la época en que me iban muy bien las cosas, cuando hice Bitelchús y Escuela de jóvenes asesinos, nunca tuve idea sobre mi fama. Puede que yo fuera muy conocida, pero vivía en el norte de California y me dedicaba a hacer exámenes de Geometría. Hoy debes tener mucha fortaleza para hacer este trabajo.

¿Se arrepiente de algo?

Lo he pensado mucho, pero no. A veces doy con alguna de mis viejas películas en la tele y me digo: «Díos mío…» [risas]. Después me acuerdo de que, gracias a ese rodaje, conocí a tal persona o hice tal amigo. Cada cosa que haces, sea buena o mala, te transforma. Tus elecciones forman parte de lo que eres.

¿Cómo lleva la famosa crisis de los 40?

A mí me gusta hacerme mayor. Rechazo la idea de que envejecer sea algo que tienes que combatir. No sé si en Europa también pasa, pero en Estados Unidos existe una gran presión por resistirse a ello, como si se pudiera evitar envejecer. Me parece una locura, ya que no es lo que acostumbramos a hacer los humanos [risas]. Por eso me interesa la cultura de los indios americanos, en la que, cuanto mayor te haces, más respetado eres socialmente.

Su personaje en Cisne negro, una bailarina reemplazada por una sustituta más joven, hablaba de este asunto. ¿Personifica ese papel la forma en que Hollywood la terminó tratando?

No lo sé. Existen parecidos, ya que una carrera como actriz suele terminar cuando todavía eres muy joven, aunque en el mundo del ballet todavía es más extremo. Procuré que se pareciera al personaje de Margo Channing en Eva al desnudo (1950). Me esforcé en que recordara a aquella Bette Davis enfrentada a la Eva del título, una actriz más joven que intenta robarle su lugar.

Archivado En