Ralph Fiennes: «Anderson construye relaciones sólidas»
El actor saca su vis cómica y se une a la gran familia del director Wes Anderson en su última película, El gran hotel Budapest, de estreno el próximo 21 de marzo.
Reconoce ser muy teatral. Ya lo era cuando, antes de ser actor, trabajaba en la puerta de un lujoso hotel del centro de Londres. Por eso es perfecto para encarnar al ambiguo y seductor conserje de la inminente El gran hotel Budapest.
A sus 51 años y con tantas vidas en el cine sorprende descubrir la mirada tímida e inquieta de Ralph Fiennes. Dice Wes Anderson que escribió al protagonista de su nueva película pensando en él. Se trata de una melancólica fábula ambientada en la Europa de entreguerras, una cinta de aventuras con toques de la comedia clásica de Ernst Lubitsch. ...
Reconoce ser muy teatral. Ya lo era cuando, antes de ser actor, trabajaba en la puerta de un lujoso hotel del centro de Londres. Por eso es perfecto para encarnar al ambiguo y seductor conserje de la inminente El gran hotel Budapest.
A sus 51 años y con tantas vidas en el cine sorprende descubrir la mirada tímida e inquieta de Ralph Fiennes. Dice Wes Anderson que escribió al protagonista de su nueva película pensando en él. Se trata de una melancólica fábula ambientada en la Europa de entreguerras, una cinta de aventuras con toques de la comedia clásica de Ernst Lubitsch. El actor británico se suma así al estético e irónico universo del director texano. También a su cada vez más amplia nómina de colaboradores habituales, una suerte de compañía teatral trasladada a la gran pantalla que componen Bill Murray, Tilda Swinton y Adrien Brody, entre muchos otros.
¿Cuáles fueron sus referentes a la hora de componer al personaje del conserje Monsieur Gustave?
Wes y yo tenemos un amigo común en el que nos inspiramos parcialmente. El caballero en cuestión estaba encantado con la idea e incluso se pasó por el rodaje. Pero no es una imitación total. El personaje se comporta en muchos sentidos como un actor. Y hay mucho de ello en su profesión. En los hoteles, tras la recepción, hay cierta sensación de backstage, donde los trabajadores se visten para salir a escena.
Usted trabajó en un hotel de similares características al de la película.
En el Brown´s Hotel en Mayfair (Londres). Fue justo antes de empezar a formarme como actor. Estaba en la puerta y tenía que llevar un abrigo blanco. Si andaban cortos de personal me promocionaban de manera temporal y entonces podía lucir su uniforme oficial. E incluso recibir alguna propina de Jack Palance.
Esta cinta es una oportunidad de mostrar su lado más divertido.
Espero que el personaje haya quedado divertido. La verdad es que necesité la dirección de Wes para ello. Él ha sabido desarrollar en estos años una forma de humor propia y un sexto sentido para las situaciones cómicas que resulta muy natural, sin forzar la carcajada.
¿Cómo fue formar pareja cómica con un actor joven como Tony Revolori?
Lo más gratificante fue asistir a su rápida evolución como actor, comprobar cómo iba comprendiendo su personaje y entendiendo el timing que debíamos tener en pantalla. La historia tiene mucho de cómic y era importante que congeniáramos. Y lo hicimos. En cierto modo me sentía como un mentor, pero sin ser condescendiente con él.
¿Por qué cree que todos sus actores quieren volver a rodar una y otra vez con Wes Anderson?
Se nota que le gustan los actores, que admira lo que hacemos. Construye relaciones sólidas con ellos. Durante el rodaje pude comprobar ese estrecho vínculo que tiene con Tilda (Swinton). Ella es extraordinariamente bella y en esta película se afea y avejenta al máximo. No creo que resulte una propuesta muy atractiva si no es porque viene de alguien en quien confía. Sin duda espero volver a trabajar con él y convertirme en miembro de esta especie de compañía teatral.
Formar parte de una agrupación actoral resulta poco común en el cine.
Las mejores experiencias que he tenido en mi carrera las he vivido cuando me sentía parte de un conjunto. No hay nada peor que tener a los actores aislados en trailers. No hablamos entre nosotros ni compartimos tiempo. Cada uno aparece cuando le toca rodar una escena y, con suerte, coincidimos antes en la sala de maquillaje para desearnos los buenos días. En teatro el trabajo y el trato son mucho más cercanos.
En los últimos años usted también se ha iniciado como director. ¿Cómo ha resultado la experiencia?
He disfrutado mucho tras la cámara pero reconozco que tras rodar La mujer invisible ha sido un alivio volver a ser actor y no preocuparme de nada más que de interpretar.