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17 pruebas de que Raffaella Carrà hizo de la lycra y la purpurina un símbolo de tolerancia y diversión

Las jefas que dominan el universo pop hoy en día le deben mucho a Carrà, que hizo de su vestuario un alarde de libertad y transgresión.

En 1965 Maria Raffaella Roberta Pelloni ni era rubia platino ni tenía flequillo ni se apellidaba Carrà. Se buscaba la vida en el cine con un look de escote a lo Sofía Loren, como en esta imagen junto a Frank Sinatra, que le tiró los trastos y al que rechazó, en el rodaje de El coronel Von Ryan. El cambio de imagen llegaría poco después.Mondadori Portfolio (Mondadori via Getty Images)
Su característico platino y flequillo imbatible llegarían con su nuevo nombre. A mediados de la década de 1960 el director Dante Guardamagna le dio la idea del apellido Carrà en honor al pintor Carlo Carrà y así se forjaría la leyenda.Gianni Ferrari
La artista que desechó seguir trabajando en el cine porque lo consideraba una "prisión" también tuvo claro que no iba a dejar que nadie le dictase cómo vestir pese a su juventud sobre los escenarios. "Recuerdo que en un programa tenía un diseñador de vestuario que no me gustaba nada. Un día me trajo un vestido de Yves Saint Laurent negro con rosas azules. No quise ponérmelo y él me dijo: «¿Pero tú no entiendes que esta seda cuesta una fortuna?». Miré a la directora y volví a negarme: «¡Tengo 26 años, quiero ponerme una minifalda! ¡Este señor no va conmigo, quiere vestirme de señora mayor!». Y me dio la razón", explicó en una entrevista a S Moda.Mondadori Portfolio (Mondadori via Getty Images)
La artista que siempre "votaba comunista" decidió inyectar de energía, libertad, progreso y color a su música. También a su ropa. Cuando, en 1968, la cultura juvenil se politizó más y sus compañeros se reunieron en protesta, Carrà viajó a América y vio el musical Hair cada noche durante un mes. Regresó a casa con la convicción de que el entretenimiento italiano necesitaba una sacudida de energía. Fue el primer ícono del pop, pero que también adoraban las amas de casa. Carrà revolucionó el entretenimiento televisivo, sentaría cátedra con frente a la fiebre de la diva disco y ella mismo dijo en 1974 que lo suyo era pura convicción personal: "No me inspiro en nadie: hablo con los niños, con los papás que ven deportes, con las esposas,  con el italiano que mira la televisión. Familias". Todos las querían.
Ni Dua Lipa ni Katy Perry ni Ariana Grande. Si alguien lució el cut out y el brilli brilli con maestría fue la Carrà. Por algo le llamaban el ombligo de Italia, más bien del mundo, deberíamos rectificar.
¿Miedo a la bataclava sobre el escenario? ¡Nunca! Así se presentó en la televisión en 1975.Mondadori Portfolio (Mondadori via Getty Images)
Y hasta calva. Carrà en el programa Ma Che Sera in 1986. La canción de apertura del programa, Tanti Auguri se convirtió en un himno al sexo y la sexualidad. Cantó "al viajar por este mundo, me convencí de que no hay guerra ni odio cuando las cosas están calientes en el dormitorio ". Otra parte decía que era genial tener sexo en cualquier lugar al sur de Trieste. Lo suyo era transgredir, pero todos la adoraban.
¿Y en el 2021 dicen las tendencias que se lleva el flossing? Lo sentimos, pero eso ya lo inventó Rafaella hace unas cuantas décadas.
El cenit de Rafaella y su estatus de icono gay llegó antes del hedonista I Feel Love de Donna Summer y el himno disco de Cher Take Me Home. También una década antes del himno de masturbación de Cyndi Lauper, She Bop, y 15 años antes de Erotica de Madonna.Mondadori Portfolio (Mondadori via Getty Images)
Rafaella fue más la moderna, no solo con lo que se ponía, también con lo que cantaba. Sus himnos al adulterio (¡Qué dolor! Una mujer en el armario), a la homosexualidad (Lucas) e incluso a la masturbación femenina (53-53-456) se han coreado en medio mundo, convirtiéndola en una abanderada de la libertad desde los años 70. No por casualidad ha sido censurada en varias ocasiones. Entre ellas por el mismísimo Vaticano, a través de su periódico L’Osservatore Romano, cuando calificó la coreografía de su tema Tuca, tuca como «provocadora».Mondadori Portfolio (Mondadori via Getty Images)
“Nunca me he sentido una cantante pura, siempre he sido una actriz que cantaba. Sé perfectamente que no soy Dionne Warwick ni Barbra Streisand. El baile y la palabra son lo mío; el canto es sólo un aderezo. Pero como vendimos tantos discos, no hacía más que entrar en el estudio y grabé más de veinte álbumes. Fue una sorpresa. Yo no cantaba desde niña. Tengo una prima con una voz estupenda a la que sus padres no permitieron estudiar canto y, sin embargo, yo me he convertido en cantante. La vida es rara”, contó en una entrevista a Efe Eme.Mondadori Portfolio (Mondadori via Getty Images)
“Llevaba trajes impensables, con sentido del humor diría yo. Y además cómodos, para poder bailar. A lo largo de mi carrera me han acompañado tres diseñadores. Uno fue Corrado Colabucci, que hizo los vestidos de Mina y míos cuando presentábamos Milleluci; el otro, el elegante Luca Sabatelli. Yo le dejaba hacer y luego le decía: ‘¿Qué te parece si a este mono le alargamos la espalda descubierta hasta que se me vea el principio del culito?’. Y él me contestaba sorprendido: ‘Es demasiado, Raffaella’. El tercero es el sastre Gabriele Mayer. Ellos me han arropado toda la vida”, contó en S Moda en 2017.
En una de sus actuaciones en TVE, donde popularizó los pantalones de campana, la lycra y el brilli brillo exhibiendo el ombligo de Italia.
Imagen promocional del ballet de Rafaella en 1983, junto a ET.Mondadori Portfolio (Mondadori via Getty Images)
Antes de Paris Hilton y la moda del chántal hortera a lo Juicy Couture, ya estuvo Rafaella.Mondadori Portfolio (Mondadori via Getty Images)
Kim Kardashian presumirá de cintura de avispa, pero Raffaella ya vestía como una diosa griega hace décadas en nuestro televisor.
El vestuario de Raffaella es tan poderoso que hasta el museo de la Cinecittà le dedicó una retrospectiva. Fue justo hace tres años, en la exposición Iconoclasti. Lo stile di Raffaella Carrà nell’opera di costumisti e stilisti. Una muestra que repasaba los estilismos de la artista durante toda su carrera. Entre las piezas se encontraban cuarenta vestidos, procedentes de los almacenes de la RAI, de la colección particular de la propia Carrà, de algunos de sus diseñadores favoritos y de coleccionistas privados. Unas piezas que se ponen en contexto con la situación histórica y política en la que fueron creadas gracias a un abundante material gráfico y audiovisual formado por fotografías, bocetos, fragmentos de programas de televisión y videoclips musicales.