Pat McGrath, la maestra del pincel
Gurú y leyenda. Es la única maquilladora capaz de paralizar una producción. Hablamos con la mujer que, cada seis meses, cambia la cara de la belleza.
Me fascina la adrenalina previa al desfile», dice Pat McGrath, en el backstage de Dolce & Gabbana, vestida de negro, con la cara lavada y una diadema que recoge su melena. Su voz y sus gestos tienen el poder hipnótico de una gran comunicadora. «En mi trabajo nada es rutinario ni predecible», asegura. Sin embargo, ella lleva dos décadas prediciendo tendencias.
McGrath se encarga de traducir los inalcanzables looks que vemos sobre la pasarela en productos reales. «La línea de maquillaje de Dolce & Gabbana se inspira siempre en su colección de moda. El bronce...
Me fascina la adrenalina previa al desfile», dice Pat McGrath, en el backstage de Dolce & Gabbana, vestida de negro, con la cara lavada y una diadema que recoge su melena. Su voz y sus gestos tienen el poder hipnótico de una gran comunicadora. «En mi trabajo nada es rutinario ni predecible», asegura. Sin embargo, ella lleva dos décadas prediciendo tendencias.
McGrath se encarga de traducir los inalcanzables looks que vemos sobre la pasarela en productos reales. «La línea de maquillaje de Dolce & Gabbana se inspira siempre en su colección de moda. El bronceador Animalier, por ejemplo, nace del estampado de leopardo», dice mientras muestra, en una clase magistral a puerta cerrada, y en apenas tres trazos, cómo reproducir la mirada y la tez luminosa (y tan aparentemente sencilla) del próximo otoño-invierno.
¿Cómo influyó su madre jamaicana en su educación visual y cosmética?
Me entrenó para que pensara como una artista. Tenía devoción por la moda, el cine y el vestuario. Crecí en Londres, y con seis años me llevaba a comprar maquillaje; ¡tendrías que haber visto mi kit! Juntas veíamos cintas de los años 30, 40 y 50. Puso la semilla para que me sintiera atraída por esta industria. Todos los viernes, me llevaba a una tienda en busca de algún pigmento que funcionara en pieles negras. Quizá fuera un color al mes. Decía: «¡Es éste! ¡Este azul es perfecto!». Y detrás, estaba yo llorando porque no quería estar ahí. Básicamente me educó para enfrentarme a un desfile. Me repetía: «Mira el dibujo, fíjate en los tejidos, elige el maquillaje… y empieza».
Se mudó a Londres a principios de los 80. Boy George, Spandau Ballet… ¿Qué recuerda?
La escena clubber era una fuente de inspiración. De los looks coloristas de Blitz a la estética más andrógina. Experimentaba maquillándome frente al espejo, para salir tanto de noche como de día. Aquello eran auténticas declaraciones de estilo: trazos gráficos, sombras de ojos vibrantes… Pero lo más atractivo de esa década era la libertad creativa. Podías expresarte sin restricciones.
Una auténtica maestra del pincel
Cordon Press
Usted es autodidacta. ¿Cuál fue su escuela?
Ver a otros maquilladores trabajar. Solo así puedes entender cómo usar las herramientas y apreciar la importancia de los pequeños detalles. Cuando eres una artista visual, debes tener los ojos bien abiertos: obras de arte, fotografías, tejidos, nuevos productos de belleza, la gente por la calle… La inspiración puede estar en cualquier sitio.
Comenzó en la industria de la música.
Fue mi primer golpe de suerte. De ahí pasé a revistas inglesas como Blitz, The Face e i-D [al principio como asistente]. Hacía lo que me decían: barrer, ir a por el café… Luego me llamaron para trabajar con Steven Meisel y empecé a colaborar con diseñadores.
La sociedad está obsesionada con la juventud. ¿Alguna propuesta?
Creo (y defiendo) que las mujeres deben experimentar sin importar la edad. La clave es la confianza. Si no te sientes cómoda contigo misma, piensa en cuál es tu mejor rasgo y poténcialo con color. Tienes que arriesgarte y divertirte.
¿Fantasía o belleza natural?
Estamos viviendo una revolución estética de lo que llamamos «individualismo minimalista», que va de la cara lavada al maquillaje extremo. Cada mujer elige su propia opción. Un manifiesto que se rebela contra la estandarización de la belleza. Hubo un tiempo en que llevar un labial atrevido con unos ojos teatrales era considerado excesivo. Hoy lo vemos de noche y de día. ¡Y funciona! Es cuestión de hacer tuyo ese look. No hay reglas.
¿Han cambiado las redes sociales la manera de consumir (y comunicar) cosmética?
Han abierto la puerta a una nueva dimensión. A mí me encanta compartir fotos durante la fashion week. ¡Y seguir los tuits de Stefano [Gabbana]! También es más sencillo aprender. Gracias a los tutoriales online, las mujeres pueden perfeccionar su técnica. Una imagen tiene siempre más fuerza.