Paloma Picasso, retrato en rojo y negro
No era especialmente bella y su apellido era toda una carga. Pero Paloma Picasso se construyó a sí misma como icono de estilo. Descubrimos cómo lo consiguió.
Cuando la niña Paloma Picasso se pasaba horas jugando sobre esa alfombra roja y negra de su casa, no se imaginaba que aquella pieza iba a proporcionarle su sello de identidad de adulta. Como buena hija de pintores (Pablo Picasso y François Gilot), los colores siempre han tenido una gran influencia en su vida. Esta bicromía de rojo y negro surgió cuando decidió diseñar el mejor trabajo de su carrera: su propio personaje. Su sempiterno rouge y los ojos delineados con kôhl dieron forma a su rostro. El resto de su estilo se completó con la ropa conjuntada con estos dos tonos y con joyas m...
Cuando la niña Paloma Picasso se pasaba horas jugando sobre esa alfombra roja y negra de su casa, no se imaginaba que aquella pieza iba a proporcionarle su sello de identidad de adulta. Como buena hija de pintores (Pablo Picasso y François Gilot), los colores siempre han tenido una gran influencia en su vida. Esta bicromía de rojo y negro surgió cuando decidió diseñar el mejor trabajo de su carrera: su propio personaje. Su sempiterno rouge y los ojos delineados con kôhl dieron forma a su rostro. El resto de su estilo se completó con la ropa conjuntada con estos dos tonos y con joyas muy visibles (desde pequeña recuerda que le gustaba comprar piezas llamativas en los mercadillos de París).
Con la socialité Paloma Picasso ya construida, tocaba darle algún oficio. Estudió Diseño de joyería y se buscó al mejor asesor para mover sus piezas: su gran amigo Yves Saint Laurent. Junto a su marido y socio Rafael López-Cambil pasó por el Studio 54 y estuvo muy presente en la vida social de Nueva York y París, donde se codeó con la crème de la crème de la cultura. Si en su infancia era la musa de sus padres, en los años 70 lo fue de Andy Warhol, Irving Penn y Helmut Newton. La it girl excéntrica y sofisticada tuvo olfato para los negocios. Desde hace tres décadas está en la nómina de la casa Tiffany & Co., con quien acaba de sacar nueva colección, y la fragancia que lleva su nombre sigue siendo un superventas.
Su imponente imagen oculta a una mujer tímida, algo que no le impidió participar en la película erótica Cuentos inmorales (1974) de Pier Paolo Pasolini. En ella, el icono de moda reveló que también poseía una salvaje sensualidad. Ahora, con 62 años, está casada con un médico, Eric Thévenet, vive entre sus casas de Londres y Marrakech y ha renunciado a su lápiz de labios rojo. «Ahora prefiero que digan que me parezco a Paloma Picasso a que me reconozcan», confiesa.