Óscar Jaenada: “Yo soy republicano, antifascista y no independentista”
No calla lo que piensa. El actor se funde con sus papeles: de Camarón a Luis Rey y, ahora, Hernán Cortés.
Reconoce que está acostumbrado a los madrugones. Acaba de llegar a Madrid conduciendo desde San Sebastián y viene directo a la sesión de fotos. Son las 10 de la mañana. «No paro, y la verdad es que intento que sea así. No está el mundo ni la profesión para parar. Ni el hambre de conocimiento, de aprendizaje. No me aburro», dice Óscar Jaenada (Esplugas de Llobregat, 1975). Puro nervio, va de negro, con capucha y gorra, anillos de plata y cinto con una llamativa hebilla de escorpión que, recuerda, se compró en «Guadalajara, México, hace siete u ocho años».
Cultiva su individualidad: ...
Reconoce que está acostumbrado a los madrugones. Acaba de llegar a Madrid conduciendo desde San Sebastián y viene directo a la sesión de fotos. Son las 10 de la mañana. «No paro, y la verdad es que intento que sea así. No está el mundo ni la profesión para parar. Ni el hambre de conocimiento, de aprendizaje. No me aburro», dice Óscar Jaenada (Esplugas de Llobregat, 1975). Puro nervio, va de negro, con capucha y gorra, anillos de plata y cinto con una llamativa hebilla de escorpión que, recuerda, se compró en «Guadalajara, México, hace siete u ocho años».
Cultiva su individualidad: «Siempre me han criticado, he estado en las listas de los peor vestidos de España… Porque en México y Estados Unidos me meten en las de los mejor vestidos. Supongo que es esta tendencia a no ser el gris, a marcar la diferencia. Y cuando gobiernan los que intentan todo lo contrario, buscan menospreciarte… A mí la moda me ha gustado siempre, es algo con lo que me siento muy cómodo. No quiero vestir como los demás. Cuando voy con la Vespa por las calles de Madrid y en un paso de cebra veo a un encorbatao con traje intento no dejarle pasar». Habla con un tono enfático, no calla lo que piensa y asegura que eso lo empujó a buscarse la vida en Los Ángeles y Nueva York. A salir de España, a llevar una vida nómada. «No es que yo la haya elegido, creo que viene en el contrato de artista, lo que pasa es que hay muchos que no se dan cuenta de eso. El artista tiene que crecer continuamente, ver otras cosas».
¿Siente algún lugar como su casa?
Siempre digo que yo no sé dónde vivo, que sé donde vive mi hijo. Y ahí vivo yo. Pero no tengo arraigos. Nací en Barcelona, me crié en Madrid y moriré en el País Vasco, creo. He estado en los cinco continentes, he trabajado en cuatro…
¿Cree que no tienen sentido los nacionalismos?
No. Son absurdos todos. Lo que pasa es que te meten en uno para no decir otra cosa. A mí me llaman independentista por no querer llamarme republicano. Yo soy republicano, antifascista, no independentista, lo que pasa es que vende más lo otro, da como más suciedad al asunto.
¿Lo de independentista viene del hashtag #Llibertat, que siempre usa en su Instagram acompañando todo tipo de fotografías?
Hay mucha gente que oye la palabra llibertat y te insulta. Y dices, pero si también va por ti, si también la vas a necesitar. Pero no hay que hablar de esas cosas: creo que la gente que es racista, homófoba y misógina está enferma, no habría ni que hacer chistes de ella. ¡Llibertat vamos, libertad para todos!, ¡la libertad hasta para un canario! El pájaro, quiero decir. Libertad para los artistas que están presos, para poder decir lo que quieras, que ya no se puede, y si no te montan el pollo, una querella… Que luego sale que nada, pero te han buscado cinco meses de ruina, abogados, lapidación pública por parte del fascismo, y se te quitan las ganas de volver a hacerlo. Por lo tanto, han conseguido lo que querían.
¿Los artistas se tienen que autocensurar?
El que diga que no, miente. O no es artista, es de la derecha, que busca destrozar el arte, el poco sobresalto, la normalidad más cutre y absurda.
¿Qué hace un artista ante la falta de libertad?
Maletas. Tú intentas luchar. Si viendo que luchas el pueblo no te acompaña, las maletas. Si no, ¿qué vas a hacer, ir a la cárcel?
Vive también en EE UU, ¿no falta la libertad allí con Trump?
Nada, nada, allí puedes decir lo que te dé la gana. Puedes insultar a Trump en Twitter. Puedes decirle lo que quieras. Aquí no. No es lo mismo. Lo que pasa es que el ser humano se acostumbra a todo, y se cree que tener políticos en la cárcel es normal, que tener artistas en la cárcel es normal.
¿En momentos así el cine tiene el deber de posicionarse?
Ninguno. El cine ya no tiene ningún poder ahora mismo. Yo me fui de este país porque el director ya no escogía a sus actores.
¿Quién los escogía?
Los productores. Y ahora los distribuidores. El mal que no sana empeora. Pues ese mal, que no sanó, ahora está peor. ¿Quién hace las películas? La mayoría son cómicos. ¿Ahora en España de qué se habla? De políticos y de cómicos. Y curiosamente los cómicos se visten como los políticos últimamente, van todos con traje, con corbata… Yo vengo, voy, y veo los cambios.
¿Le sorprende cómo está cambiando la política española?
¡Pero bueno! ¿Pero quién ha salido en Andalucía?
Últimamente retuitea muchas noticias sobre Vox…
No, no, no. No retuiteo sobre Vox. Es que están consiguiendo algo curioso. Han logrado unir la comedia con la política. Ya no se puede hablar de verdad, porque te encarcelan.
¿Estar fuera da más libertad para elegir proyectos?
Hombre, claro. No muerdas la mano que te da de comer. Pero si no te da nada, por qué no te vas a quejar.
Empezó haciendo teatro en Esplugas, escribía sus propias obras. No estudió interpretación. El director de casting Luis San Narciso lo descubrió cuando era camarero en Madrid, en 2003 fue nominado a actor revelación en los Goya por Noviembre y en 2005 ganó el cabezón con Camarón. ¿Cuál es su método? «Pues el trabajo. De pequeño escuché que están los que escuchan y los que aprenden. Al final uno se da cuenta de que lo importante es aprender, es poner tu vida en ello, amar lo que haces». Roza lo obsesivo, reconoce, se funde con sus personajes: «Es que no hay otra. Mi trabajo es ser ese tipo las 24 horas. Yo necesito saber quiénes son, lo aprendo todo sobre ellos». Por eso le gustan los biopics: fue Cantinflas y clavó el acento y Luisito Rey –el padre del artista– en Luis Miguel, la serie. Este año estrena Rambo V: Last Blood y encarnará a Hernán Cortés en Hernán. El hombre, una nueva serie del estudio mexicano Dopamine. «Creo que hay muchas cosas muy interesantes que merecen ser contadas, no hace falta inventar nada. Fijémonos en nuestra historia, en hombres y mujeres que han sido capaces de cambiar el mundo».
Ha rodado con Jim Jarmusch y Terry Gilliam, compartido escenas con Johnny Depp, Robert De Niro y ahora Sylvester Stallone. ¿Se puede ser actor y mitómano a la vez?
Nunca he tenido posters de nadie en mi habitación. No creo en esas cosas. El hombre es solo un hombre, la mujer es solo una mujer. Con todo y con nada. No soy mitómano, pero sé reconocer un buen trabajo y no es fácil hacerlo, lo respeto y me gusta charlar con esa gente, pero no soy mitómano.
¿No le impresionó hablar con Luis Miguel para la serie?
Para nada. Ahora pensando, el que me impresionó así cuando lo vi fue Macaulay Culkin, dije ¡qué tío!
Luis Rey ha sido un fenómeno global, ¿se lo esperaba?
Lo más curioso es la gente que te ama por él. Yo no contaba con eso ni mucho menos. Fui a México, trabajé y me volví.
¿Tiene que aprender la industria española de la mexicana, que últimamente arrasa en premios en Hollywood?
Bueno, lo que tendría que hacer la industria española es autocrítica. Es la tele la que hace el cine, cuando de toda la vida ha sido su hija malcriada. Ahora el interés está del otro lado. Se están cargando el cine ya desde las propias televisiones, poniendo películas que son de tercera. ¿Por qué te ponen los mejores partidos de fútbol y las peores películas?
¿Qué le hizo dedicarse a la interpretación?
El no tener que esconderme para ver lo que pasa en la vida. El poder acceder a una pantalla grande y meterte en un rincón de otro lugar, ver qué pasa ahí, cómo se comunican, cómo se quieren, cómo hablan, cómo se odian…
También dibuja y colecciona arte.
Yo pinto para pasar el tiempo, dibujo lo que suelo tener enfrente, no soy creativo para imaginarme cosas, necesito verlo y cuando lo veo lo intento diseccionar. Es mi método también a la hora de trabajar en lo mío.
¿Cómo elige las piezas que colecciona, de Dalí a Misterpiro?
Es la intuición, la casualidad. Tengo la suerte a veces de ver trabajar a un artista y entonces es cuando quiero realmente ese cuadro. O un trocito de él. No sé, están los que coleccionan mecheros, los que coleccionan pegatinas, y a los que nos gusta coleccionar momentos. Y para mí los momentos tienen algo que ver con los músicos, con los pintores. Tengo una guitarra de Bunbury, algo de Leiva… Me gusta tener cosas suyas. Antes decía que no soy mitómano, pero en eso sí soy muy friki: me gusta tener cosas de gente a la que admiro.
En sus redes sociales suele etiquetarse como #anartista. ¿Es la palabra que mejor lo define?
Sí, estoy más cerca de la anarquía. No concibo una democracia donde el voto de un misógino, xenófobo y racista valga lo mismo que el de un sabio dedicado a la lectura. Ahora cualquiera se cree con la capacidad de opinar sobre cualquier asunto. Sálvame ha creado escuela: todo el mundo opina de todo, todo el mundo se ofende por todo.
Eso también lo propician las redes sociales.
Sí, pero no haces caso. El tema es cuando llega a los informativos. Aquí quitaron la CNN para meternos Gran Hermano 24 horas. Eso fue una declaración de intenciones de que lo que quieren es entretenerte y no que estés informado .