Nicole Kidman: «Me siento la mujer más afortunada de Hollywood»

Muchas lo intentaron, pero solo ella podía meterse en la piel de la princesa más famosa de la historia contemporánea. Con Gracia de Mónaco, su última película, la actriz celebra tres increíbles décadas de affair con la cámara.

No es consciente de provocar envidias, y no solo entre compañeras de profesión. Tiene 45 años y ni su belleza ni su figura dan muestras de ello. ¿Su secreto? El único que exuda durante su conversación: estar muy satisfecha con lo que ha conseguido. Casada desde 2006 con el músico country Keith Urban, su unión parece la antítesis de ese amargo divorcio que la separó de Tom Cruise, y del que todavía no se conocen las verdaderas razones para tan súbita ruptura. Hoy está centrada en sus hijas pequeñas, Sunday Rose y Faith Margaret, esas que, como dice, la mantienen «muy ocupada». Tambié...

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No es consciente de provocar envidias, y no solo entre compañeras de profesión. Tiene 45 años y ni su belleza ni su figura dan muestras de ello. ¿Su secreto? El único que exuda durante su conversación: estar muy satisfecha con lo que ha conseguido. Casada desde 2006 con el músico country Keith Urban, su unión parece la antítesis de ese amargo divorcio que la separó de Tom Cruise, y del que todavía no se conocen las verdaderas razones para tan súbita ruptura. Hoy está centrada en sus hijas pequeñas, Sunday Rose y Faith Margaret, esas que, como dice, la mantienen «muy ocupada». También en su carrera, con la que consiguió un Oscar por Las horas, y en la que apuesta por la variedad. Ella alterna con valentía historias sórdidas, que uno prefiere pensar que solamente ocurren en la ficción, como Lazos perversos, o cuentos de princesas tan reales como la biografía que acaba de rodar en la que devuelve a la vida a la princesa Gracia de Mónaco.

¿Qué hay de cierto en el dicho de que todas las mujeres buscamos a nuestro príncipe azul?

No sé si es mi caso, porque de niña, tan pálida como soy y criada en Australia, lo único que buscaba era un lugar en la sombra –ríe–. Ese era mi palacio. Fue cuando descubrí Madame Bovary, Guerra y paz, Crimen y castigo. Y de esas historias tan fantásticas, y de ser introvertida, nació mi amor por la interpretación.

Un amor que ahora la ha convertido en princesa al encarnar a la legendaria Grace Kelly. ¿Qué ha aprendido de ella?

Interpretarla me devolvió el amor por la alta costura. Su estilo es icónico, lo mismo que su belleza y su elegancia. Además, cada pieza de vestuario de la película es una joya, una ropa que me hizo decir: «Nicole, basta ya de llevar solo vaqueros y camisetas». Me convenció para volver al mundo de la moda, a trabajar con la casa Dior. O con Cartier, que se encargó de la joyería.

¿Sintió en algún momento alguna similitud con ella, alguna conexión como la princesa de Hollywood que es?

Muchas gracias por el cumplido, pero nunca vi ningún parecido entre nosotras. Y más que princesa lo que me siento es la mujer más afortunada de esta industria. También agradecida por haber contado con la oportunidad de dar vida a personajes tan diversos como los de mis últimos filmes: El chico del periódico, Hemingway & Gellhorn, Lazos perversos o ahora Gracia de Mónaco. Y de llevar 30 años trabajando en el cine, el tipo de longevidad que uno sueña disfrutar cuando comienza su carrera.

¿Fue mucha la responsabilidad de interpretar a una persona que existió y que es tan recordada por todos?

Soy responsable de capturar y reflejar su esencia. De pensar que si estuviera viva se sentaría a ver la película y estaría cómoda. Pero como nos recordó el director, Olivier Dahan, es una película de ficción que se centra en un momento concreto de la historia, los seis meses de su vida cuando ya era madre de Alberto y de Carolina, pero todavía no había nacido Estefanía. Un tiempo en el que nos tomamos licencias dramáticas. El que quiera un documental que se busque otro filme.

¿Es cierto que llegó a plantearse ir a vivir a Francia?

¡Me habría encantado comprarme una casa! Pero mi marido dijo que no. Ya tenemos muchas, en Los Ángeles, en Australia, en Nashville. Lo bueno del mundo de los actores y los músicos es que llevamos una vida de gitanos, así que volveré pronto. Francia fue mi primer amor, el país al que fui con mi novio cuando tenía 17 años. ¡Juntos compartimos un ático de mala muerte y descubrimos el vino tinto, las baguettes y el queso!

¿Y con su amor actual? ¿Cómo es la vida que comparte a su lado?

Keith es mi príncipe azul y juntos recorremos el mundo. Cuando estuve rodando en Francia me llevé a las niñas. Todavía son pequeñas, no van a la escuela y les gusta estar conmigo. Ya veremos qué pasa cuando crezcan. Keith iba y venía, porque no queremos estar separados más de lo necesario.

¿A quién han salido?

Son muy suyas. Pero si hablamos del físico, Sunday tiene más parecido a Keith, mientras que todo el mundo dice que Faith se parece mucho a mí. Lo que está claro es que las dos llevan la música en la sangre, y es algo que me encanta porque me apetece tener mi propio grupo en casa.

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