Marion Cotillard, la actriz francesa mejor pagada del mundo
La intérprete estrena ‘El sueño de Gabrielle’, un filme con ‘partenaire’ español. «Ser actriz es mi manera de explorar a los seres humanos y de entender quiénes somos», cuenta.
POR IRENE CRESPO ¿Quién diría que teniendo esos ojos azules se pueden hacer tantos papeles melancólicos? Marion Cotillard confiesa que cae en papeles así solo porque son «completamente opuestos» a ella. ¿El último? Una mujer casada por conveniencia (con el personaje del español Àlex Brendemühl), cuyos problemas de salud en realidad son de amor. El sueño de Gabrielle es una de las seis películas que la actriz francesa más internacional ha estrenado este año. No todas las actrices se mueven con tanta facilidad, de superproducciones como Assassin’s Creed a peque...
POR IRENE CRESPO ¿Quién diría que teniendo esos ojos azules se pueden hacer tantos papeles melancólicos? Marion Cotillard confiesa que cae en papeles así solo porque son «completamente opuestos» a ella. ¿El último? Una mujer casada por conveniencia (con el personaje del español Àlex Brendemühl), cuyos problemas de salud en realidad son de amor. El sueño de Gabrielle es una de las seis películas que la actriz francesa más internacional ha estrenado este año. No todas las actrices se mueven con tanta facilidad, de superproducciones como Assassin’s Creed a pequeños filmes franceses, como este que estrena en España o con el que regresó a la alfombra roja de La Croisette hace unas semanas, Los fantasmas de Ismael.
Seis películas en el plazo de un año es un gran esfuerzo, ¿coincidencia o adicción al trabajo?
A veces las películas vienen a la vez. Casi todas estas las rodé en 2015, que fue un año frenético, pero eran tan especiales que no podía rechazarla. Mi lema fue: «Qué demonios, solo tendré esta oportunidad».
¿No lo volvería a repetir?
Fue excesivo. Cuando ruedas tanto, te pasas la mayoría del tiempo intentando ser otra persona. Y para mí es muy estresante, porque yo soy más bien alegre en mi vida, y de alguna forma tengo una tendencia a acabar siempre haciendo papeles dramáticos, traumáticos.
Gabrielle, su personaje en El sueño de Gabrielle, es así, ¿no se siente nada identificada con ella entonces?
No intento identificarme con mis personajes. No necesito hacerlo para ponerme en su lugar. Cuanto más lejos mejor, porque así tengo que construir todo de nuevas. Soy una persona tan normal como puedo. Ser actriz es mi manera de explorar a los seres humanos, es mi manera de entender quiénes somos.
Con Gabrielle es difícil saber quién es, porque no hay manera de que la dejen ser ella misma…
Son los años 50, la vida para una mujer en esa sociedad y en ese entorno era muy dura. Ahora lo sigue siendo, pero hay diferencias según de dónde vengas. La película plantea preguntas importantes: ¿Por qué no dejan a las mujeres mostrar su poder? ¿Por qué no puedes ser una artista aunque no entre en tus planes familiares? Quizá es miedo; miedo al poder, miedo al amor.
¿Cuál es su definición del amor?
Cuando te aceptas a ti misma y cuando aceptas que la persona que quieres sea él mismo, ella misma.
¿Cuando empezó también sintió miedos o dudas?
Dudas, sí. ¿Miedo de ser actriz? No. Siempre me permitieron ser quien quería ser. Y por lo tanto nunca tuve dudas de que quería ser actriz. Puedo vivir con dudas, pero eso nunca lo dudé.
¿Cómo era de joven?
Mi imagen de mí misma era terrible. No sabía dónde ir, me sentía desubicada siempre. Todo cambió cuando descubrí Greenpeace y conocí a gente parecida.
¿Por qué cree que ocurrió precisamente allí?
Porque en Greenpeace y en la escuela de interpretación me di cuenta de que no estaba sola. Cuando empecé a reciclar, a soñar con vivir en la montaña y hacer queso, todo el mundo pensaba que estaba loca, que era una hippie que iba por ahí recogiendo y separando basura. Descubrí que había otros como yo.