Manías de estilo
Superstición o perfeccionismo elevados a la misma potencia que ceros tienen sus cuentas. Sus rarezas dentro del armario.
La excentricidad tiene muchas caras. A veces es solo cuestión de carácter; otras, se traduce en una serie de manías obsesivas, que para muchos famosos son el pan de cada día. Algo que tienen más que comprobado en los hoteles. Lo que para el resto de los mortales no puede pasar de una preferencia, las celebridades lo convierten en capricho. Si hay algo, por ejemplo, que puede despertar las iras de Jennifer Lopez es dormir envuelta en una tela que tenga menos de 250 hilos, por eso –dicen– se lleva sus sábanas a los hoteles. Estos antojos se reflejan también en el estilo. En su...
La excentricidad tiene muchas caras. A veces es solo cuestión de carácter; otras, se traduce en una serie de manías obsesivas, que para muchos famosos son el pan de cada día. Algo que tienen más que comprobado en los hoteles. Lo que para el resto de los mortales no puede pasar de una preferencia, las celebridades lo convierten en capricho. Si hay algo, por ejemplo, que puede despertar las iras de Jennifer Lopez es dormir envuelta en una tela que tenga menos de 250 hilos, por eso –dicen– se lleva sus sábanas a los hoteles. Estos antojos se reflejan también en el estilo. En su batalla contra el envejecimiento, según Joan Rivers, Madonna usa mitones para cubrir esa zona del cuerpo donde el bisturí no ha podido disimular su edad: las manos.
Cuando el perfeccionista encuentra su prenda, esta se convierte en una obsesión. Carolina Herrera no ha llegado a contar la cantidad de camisas blancas que tiene: «Millones», bromea. Prácticamente todas, de algodón, entalladas, con manga larga que se sube al codo y los cuellos altos, para poder llevarlos levantados. «Jamás las lavo en la tintorería: regresan amarillentas. Y es muy importante que se les ponga almidón al plancharlas», comentó en Vanidades. El armario de Giorgio Armani se compone, según The Guardian, de una infinidad de camisetas azul noche y una fila interminable de pantalones idénticos, bien en beis, bien en negro. David Beckham lo lleva al trastorno obsesivo-compulsivo. Para su equilibrio mental, el futbolista necesita tener la ropa ordenada por colores y estrenar calzoncillo: compra 60 al mes.
Muchas extravagancias de los deportistas parten de su dependencia de la suerte como compañera. Tiger Woods considera que el rojo le aporta buen fario y, por eso, su armario está lleno de polos de este color. Michael Jordan, por su parte, no jugaba sin sus pantalones de la suerte bajo el uniforme. ¿Es la fama un campo de cultivo para supersticiones y fijaciones obsesas? Sin duda, ayuda.