La reina Isabel es una ‘hoodie’

La monarca se deja ver con el un accesorio propio de los hiphoperos.

Today / NBC

En cuanto llega a Balmoral, su residencia de verano, la reina se deja ir. Aparca los sombreros y los guantes blancos, se calza las botas (¿será de Hunter o de Le Chameau, como Catalina de Cambridge?, da vacaciones al chófer y se pone al volante de su propio Range Rover. Pero este año ha ido un poco más allá y se ha plantado una capucha, al más puro estilo pandillero. También podría ser que se tratara de un efecto óptico y en lugar de una capucha de chándal se tratase de uno de sus habituales pañuelos estampados, sin el clá...

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En cuanto llega a Balmoral, su residencia de verano, la reina se deja ir. Aparca los sombreros y los guantes blancos, se calza las botas (¿será de Hunter o de Le Chameau, como Catalina de Cambridge?, da vacaciones al chófer y se pone al volante de su propio Range Rover. Pero este año ha ido un poco más allá y se ha plantado una capucha, al más puro estilo pandillero. También podría ser que se tratara de un efecto óptico y en lugar de una capucha de chándal se tratase de uno de sus habituales pañuelos estampados, sin el clásico nudito a la barbilla. 

Pero es mucho más entretenido pensar que Isabel II se ha convertido en una hoodie. En Gran Bretaña, las sudaderas con capucha son un símbolo social, o mejor dicho antisocial, la prenda preferida de los jóvenes problemáticos. Una propuesta para frenar la violencia juvenil que David Cameron lanzó antes de convertirse en primer ministro incluso se rebautizó como "hug a hoodie": abraza a un pandillero. En la ciudad australiana de Wynnum, cerca de Brisbane, donde los hoodies tampoco están muy bien vistos, inclso han establecido una "zona sin hoodies" y los comerciantes pueden negar el acceso a sus tiendas a quien lleve una chaqueta con capucha. 

¿Es el ‘Hello!’ lo que abraza la reina?, ¿El ‘Cuore’? Lástima, pero no. Es el programa de un festival ecuestre.

Getty

También hay quien se enfrenta a esos estereotipos: en Nueva Zelanda varias asociaiones juveniles celebran desde 2008 el "Día de llevar hoodies", como una manera de protestar contra la criminalización de cierta estética. En Estados Unidos, el debate saltó a la primera línea el pasado mayo, tras la muerte del adolescente Trayvon Martin. Martin, un afroamericano de 17 años, salió de su casa en Miami al anochecer para ir a la tienda a comprar Skittles (una especie de lacasitos) y té helado. Un vecino llamado George Zimmerman que participaba en una patrulla de vigilancia voluntaria, sospechó de él, le disparó y acabó con su vida. ¿Por qué? Trayvon llevaba capucha y, sobre todo, era negro. Al poco se extendió por internet el llamado "trayvoning", en el que gente de toda condición se fotografiaba con una capucha, una bolsa de Skittles y una botella de té helado. La breve moda fue criticada por trivializar la muerte de Martin pero parte de su intención era criticar la violencia injustificada basada en algo tan aleatorio como una capucha. El presidente Obama no llegó a tanto como dejarse ver con una chaqueta de tela de chándal pero sí delcaró que si él tuviera un hijo, se parecería mucho a Trayvon.

Prendas políticas al margen, a la inmensamente rica reina Isabel le gusta cultivar algunos excéntricos gustos proletarios. En 2006, el respetado periodista Jeremy Paxman desveló que a Isabel II le gusta desayunar cereales que come directamente de una fiambrera de plástico. Claro que el dato contrasta con el desayuno de su hijo y heredero, el príncipe Carlos, a quien al parecer el servicio le prepara cada mañana hasta 7 huevos pasados por agua con la esperanza de que al menos uno estará hecho al punto exacto que le gusta a su Alteza

El ‘total look’ real en vacaciones.

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