Ni adelgazar ni arreglarse los dientes: Kirsten Dunst, la actriz que no pasó por el aro de ser ‘la mujer ideal’
La intérprete celebra tres décadas en la meca del cine haciendo gala de una filmografía tan envidiable como poco reconocida. Su último trabajo, Llegar a ser Dios en Florida, podría poner fin a la injusticia histórica.
Desde que debutó como actriz con apenas siete años, Kirsten Dunst lleva oyendo por parte de productores, cineastas y público en general que algo no encaja. Su físico, su relación con los medios o su rumbo profesional han sido cuestionados o censurados por un sistema que siempre se encontró con el rechazo de la intérprete a someterse al ideal de mujer perfecta que Hollywood había reservado para ella. Cuando se cumple ahora un cuarto de siglo del estreno de la película la dio a conocer para el gran público, Entrevista con el vampiro, resulta complicado ...
Desde que debutó como actriz con apenas siete años, Kirsten Dunst lleva oyendo por parte de productores, cineastas y público en general que algo no encaja. Su físico, su relación con los medios o su rumbo profesional han sido cuestionados o censurados por un sistema que siempre se encontró con el rechazo de la intérprete a someterse al ideal de mujer perfecta que Hollywood había reservado para ella. Cuando se cumple ahora un cuarto de siglo del estreno de la película la dio a conocer para el gran público, Entrevista con el vampiro, resulta complicado imaginar un presente más brillante que el actual, aunque hubiera atendido diligente cada una de aquellas sugerencias que desoyó por el camino. Pese a que asegura haber pagado un alto precio al respecto, Dunst puede presumir de tener ya una estrella en el Paseo de la Fama sin que ningún superhéroe –del marketing o de la cámara– haya tenido que balancearse entre telarañas para ir en su auxilio.
“Siempre he sentido que no era nadie. No sé, quizás creen que sigo siendo la chica de A por todas”. Kirsten Dunst no puede –ni quiere– disimular la sensación de decepción por el escaso reconocimiento que Hollywood ha tenido hacia sus logros. En una entrevista concedida a la radio SiriusXM, en agosto, la intérprete compartió su desazón por el tratamiento que recibieron películas como María Antonieta o Muérete, bonita, ignoradas en su momento por crítica y académicos, pero consideradas hoy como filmes de culto. “Es interesante porque siento que mucha de las cosas que hago son apreciadas por la gente tras un tiempo. Nunca he sido reconocida por la industria. Nunca me han nominado por nada”, se lamentó. A Dunst no le duelen prendas en reconocerse como la primera culpable de la situación, achacando la circunstancia a que prefirió dedicarse plenamente a su trabajo en lugar de “seguirle el juego lo suficiente” a la meca del cine.
Aunque quizá debido a su carácter independiente no tiene una estatuilla en el salón de su casa, lo cierto es que sí puede presumir de gozar de una de las carreras interpretativas más completas y envidiables de las últimas décadas. La hemos visto en taquillazos (saga Spider-Man), éxitos indies (Las vírgenes suicidas, Melancolía) y filmes generacionales como ¡Olvídate de mí!, A por todas, Mujercitas y Jumanji. Haciéndola valedora, por tanto, de la admiración oficiosa del público y de medios como Nylon, que la tildó como la “actriz más infravalorada de su generación”. Un currículo compensado en agosto con una estrella en el paseo de la Fama de Hollywood, que inauguró acompañada de su marido y padre de su hijo, el actor Jesse Plemons (Breaking Bad). “Soy muy afortunado por tenerte en mi vida y Hollywood Boulevard es muy afortunada por tenerte en sus aceras”, declaró el intérprete con quien empezó a salir en 2016 tras coincidir en el set de la serie Fargo. Dunst también ha sido imagen de marcas como L’Oreal o Rodarte, firma de la que es embajadora y fuente de inspiración.
La intérprete tampoco pierde ocasión para hacer gala de una personalidad fuera de lo corriente en la normatividad de pensamiento y acción que suele impregnar las colinas de Los Ángeles. En uno de sus últimos roles en el cine, el de la severa institutriz de La seducción, se negó a perder el peso que su directora e íntima amiga, Sofia Coppola, le había pedido para dar vida al personaje. “Es mucho más difícil [adelgazar] cuando tienes 35 años y odias hacer ejercicio. Quería comer pollo frito y comida del McDonald’s antes de trabajar, así que le dije que lo sentía pero que no perdería peso para el papel”, concedió en Variety en 2017. Una decisión que fue respetada por la cineasta que apostó por ella cuando era solo una adolescente en Las vírgenes suicidas, y que Dunst cita como uno de sus pilares fundamentales. “Cuando era más joven tuve a mujeres realmente fuertes a mi alrededor: mi madre, Sofia. (…) Adquirí una gran conciencia de lo que me hace sentir confortable”, explicó en la web australiana News.
Esa no fue la primera vez que Hollywood juzgó el físico de la actriz de Nueva Jersey. En la misma entrevista, Dunst desveló que uno de los productores de Spider-Man trató de coaccionarla para que se cambiara los dientes y se pusiera “una de esas perfectas sonrisas de Barbie”. Teniendo en cuenta lo escrito hasta ahora, no hace falta tirar de demasiada imaginación para conocer su respuesta. La presión que sintió por ser una estrella de alcance internacional la sumergió en una profunda depresión con apenas 27 años, y ella misma tomó la decisión de apartarse de los focos durante un tiempo e internarse en un centro de rehabilitación. “Es injusto que se espere que una artista hable muy bien en público, que tenga la piel lo suficientemente gruesa como para soportar a veces críticas muy hirientes. Y, además, para poder hacer su trabajo, que sea muy sensible y tenga los sentimientos a flor de piel”, argumentó en una entrevista de 2015 con Town & Country.
Aunque su trayectoria televisiva es mucho más corta, ha participado en series tan alabadas como la mencionada Fargo o Black Mirror, y ahora se le une Llegar a ser Dios en Florida, emitida por Movistar+ y en la que es la protagonista absoluta. En la ficción, producida por George Clooney, Dunst da vida a la trabajadora de un parque acuático en un pueblo de Orlando a principios de los noventa que trata de ascender en la sociedad gracias a una empresa basada en una estafa piramidal. Este personaje podría concederle por fin el tan deseado reconocimiento de la industria. “Nadie se ha retrasado más tiempo que ella en ganar un Globo de Oro en Hollywood. Lo da todo en el personaje y nosotros la amamos por eso”, publica Gold Derby, la página de referencia en predicciones de premios cinematográficos. De no conseguirlo, quizá solo haya que esperar a 2021 para que la reivindicación de estas líneas termine por quedar completamente obsoleta. Dunst protagonizará la esperada adaptación cinematográfica del best seller de Don Wislow El poder del perro, dirigida por la ganadora del Oscar Jane Campion (El piano) y acompañada de Benedict Cumberbatch y el propio Jesse Plemons.
Tras el nacimiento en mayo del año pasado de su hijo Ennis, el peso ganado durante el embarazo y la influencia de este en su futuro profesional a corto plazo volvió a convertirse en tema de debate. Pero en este punto de su vida, y tras tres décadas de profesión, Dunst considera que está lo suficientemente establecida en la industria como para no tener prisa en “recuperar de nuevo los abdominales”. “El beneficio de crecer siendo conocida es que tengo una perspectiva muy sana de lo que significa ser actriz. (…) Tengo una cantidad saludable de vanidad que no se ha convertido en algo destructivo y muchos modelos de conducta. Mira a Patricia Arquette”, concluyó en la revista Porter.