Florence Welch, vestida para dar la nota
Las reinas de la música se rifan las firmas para crear el vestuario de sus giras. Gucci repite con Florence Welch, la pelirroja más codiciada
La fascinación por Florence Welch da para vender más de dos millones de copias solo de su último disco (Ceremonials), acaparar los flashes de fotógrafos y curiosos… Y convencer a Frida Giannini, directora creativa de Gucci, para hacer (por segunda vez) los diseños de su gira.
El éxito del dúo Florence & Frida quedó constatado tras su primer tour juntas, en 2011. Los looks que salieron a escena eran del desfile de invierno de la firma. Coincidencia o adulación, cuando le preguntaron por ...
La fascinación por Florence Welch da para vender más de dos millones de copias solo de su último disco (Ceremonials), acaparar los flashes de fotógrafos y curiosos… Y convencer a Frida Giannini, directora creativa de Gucci, para hacer (por segunda vez) los diseños de su gira.
El éxito del dúo Florence & Frida quedó constatado tras su primer tour juntas, en 2011. Los looks que salieron a escena eran del desfile de invierno de la firma. Coincidencia o adulación, cuando le preguntaron por la inspiración de esa colección, Giannini citó a la flamante pelirroja: «Imaginé una musa fuerte y misteriosa. El tipo de mujer que es Florence».
Con su música –un autoanálisis de tono melancólico– y con esa mirada perdida, Welch vende una imagen de artista bohemia ajena al mundo «banal» de la moda. Pero su vestuario la delata. Ha coqueteado con los nombres más deseados del panorama sartorial. De Givenchy a Alexander McQueen. Tampoco ha perdido oportunidad de apoyar a los talentos de su Reino Unido natal –la hemos visto de Jonathan Saunders o Julien MacDonald–. Incluso ha hecho sus propias aportaciones descubriendo firmas como Toujouri –a cuyos vestidos de aire siniestro no ha sabido resistirse– o Vilshenko –que tuvo cinco minutos de fama cuando la contralto apareció en Coachella con un vestido de flores y cuadros estilo campesina de la firma–.
La lista es larga. Pero al pedirle que nombre a su modisto favorito, es tan indecisa y ecléctica como a la hora de elegir estilismo. Pasa de un diseño de licra futurista de Marc Jacobs a un conjunto romanticón en tonos empolvados de Valentino, y luego se planta un vestido camisero con flores estampadas –seguramente salido de un mercadillo– digno de un episodio de Las chicas de oro. Muy a lo Kate Bush, a la que no ha tenido más remedio que declarar su musa en vista de los paralelismos.
¿Metedura de pata o declaración consciente de estilo? «Me gusta lucir cosas que llevaría de abuela», contesta, y deja claro que sus elecciones no son al azar. Sobre todo en el escenario: «Siempre es bueno llevar algo vaporoso». Tal vez es parte de su estrategia para engatusar al público. La gasa y las transparencias flotan al compás de sus hipnóticos –e incesantes– balanceos mientras canta, como si fuera una sirena indie. Todo está estudiado, incluso la forma de disimular su falta de curvas a base de frunces, mangas globo y grandes dosis de volantes. Tras una etapa retro a lo Wallis Simpson –a sus 26, siempre le ha gustado aparentar más años de los que tiene–, Welch atraviesa una fase gótico-romántica. La estética Gucci daba la talla para vestir a la diva en el escenario: tonos oscuros, gasa y un aire vampírico… «Perfecto para Florence, con su glamour oscuro y esa enorme sensualidad», dice Giannini.