Cheryl Cole, la estrella más querida de Reino Unido
Toma el té con el príncipe Carlos y los británicos la adoran tanto como a Victoria Beckham.
Cheryl Cole aparece y el mundo se tambalea. Los adolescentes se sonrojan, los hombres se ponen nerviosos, hay cámaras hasta en las azoteas vecinas y el equipo entero que se dispone a hacer esta sesión de fotos en Londres enmudece de golpe. «¡Qué ruido hay en la habitación! Por favor, no habléis todos a la vez», bromea. No es que la cantante británica tenga una actitud y físico intimidatorios. Más bien lo contrario. Cole es menuda, agradable, con una sonrisa que podría amansar a las fieras y una larga melena castaña que le ayuda a tener mayor presencia escénica. Pero su autoridad reside en qu...
Cheryl Cole aparece y el mundo se tambalea. Los adolescentes se sonrojan, los hombres se ponen nerviosos, hay cámaras hasta en las azoteas vecinas y el equipo entero que se dispone a hacer esta sesión de fotos en Londres enmudece de golpe. «¡Qué ruido hay en la habitación! Por favor, no habléis todos a la vez», bromea. No es que la cantante británica tenga una actitud y físico intimidatorios. Más bien lo contrario. Cole es menuda, agradable, con una sonrisa que podría amansar a las fieras y una larga melena castaña que le ayuda a tener mayor presencia escénica. Pero su autoridad reside en que, al menos en el Reino Unido, es una gran estrella. De las que apremian para finalizar lo antes posible las fotos porque tiene una cita con la alfombra roja. De las que se hacen acompañar de peluquera, maquilladora, representante, ayudante personal, miembros de la discográfica y algún otro empleado de función indefinida.
Entre los británicos solo Catalina Middleton y Victoria Beckham despiertan el mismo tipo de fascinación e interés. ¿Qué les da Cheryl? Un rostro innegablemente bonito, la capacidad para no olvidar su pasado de chica de barrio y, sobre todo, que sus múltiples altibajos vitales han sucedido ante el ojo público; y eso la hace parecer más humana y cercana.
Vestido de Lanvin, pulseras de Viveka Bergström e Isabelle Michel.
Gonzalo Machado
Creció en una barriada de viviendas sociales a las afueras de Newcastle, mientras soñaba con salir de allí haciendo anuncios y formándose con clases de ballet («un mundo que me miraba por encima del hombro», ha declarado). A los 19 años, el reality británico Popstars –que también tuvo versión española– la llevó a formar parte del quinteto pop Girls Aloud. El grupo consiguió en 2009 un Brit Award a la mejor canción del año, The Promise. Tres años antes, se había casado con el jugador del Chelsea Ashley Cole –reproduciendo el esquema cantante-futbolista de los Beckham–, cuyas infidelidades fueron aireadas por la prensa amarilla. Pero ha curado sus penas a base de éxito profesional. Sus discos en solitario, 3 Words y Messy Little Raindrops, alcanzaron lo más alto de las listas; y su trabajo como emotiva juez en el concurso Factor X multiplicó su popularidad.
Tras divorciarse en 2010 y caer enferma de malaria, se marchó a hacer las Américas con un contrato para un programa de televisión bajo el brazo. Pero prescindieron de ella poco después. La respuesta de los británicos no se hizo esperar: ellos se lo pierden. Sus fans permanecían fieles. A punto de cumplir 29 años, Cole publica su tercer disco en solitario, A Million Lights, y en su nombre artístico se desprende del apellido que adoptó al casarse.
Ahora es usted, Cheryl, a secas.
Cuando se diseñó la portada del álbum me di cuenta de que así quedaba mejor. Pero en Twitter sigo siendo Cheryl Cole.
Es muy activa en esta red social, ¿qué le atrae de ella?
La posibilidad de interactuar con los fans, hasta ahora no podía hacerlo. Me mantuve al margen durante mucho tiempo porque eso de tener seguidores no me hacía mucha gracia. ¡Es que a mí me siguen los paparazis todos los días!
Uno de los temas de su nuevo disco está compuesto por Lana del Rey.
Sí, se llama Ghetto Baby. Ella escribió la letra, pero no fue nada premeditado, simplemente me gustó el ritmo. Cuando estaba grabando, me mandaron este tema y me llamó la atención. Y de esta manera descubrí su trabajo.
Vestido de Victoria Beckham para Net-a-porter.com, sandalias de Christian Louboutin, collar de Alyssa Norton.
Gonzalo Machado
El vídeo del sencillo Call My Name abre con la cita del marqués de Sade: «El camino al corazón de una mujer es por la vía del tormento». ¿Está de acuerdo con esta frase?
En realidad fue una idea del director del vídeo, Anthony Manger, que la incluyó para potenciar el efecto dramático. ¡No es que me diese por leer poesía! Pero sí, creo que aunque los hombres sean malotes hay una tendencia a seguir con ellos. Hombre malo, mujer que se interesa por él, dicen en este país.
Sugiere fuerza y vulnerabilidad al mismo tiempo, ¿con qué extremo se siente más identificada?
No me da miedo ser frágil o mostrar mis sentimientos, pero principalmente considero que soy una persona dura. No permito que me pisen. No soy tonta.
En el tema Girl In The Mirror discute con usted misma y se pregunta quién es.
Cualquier mujer puede identificarse con esa letra. Somos demasiado exigentes con nosotras mismas. Yo, además, estoy expuesta continuamente a la crítica: se habla de mi manera de ser, de mi aspecto, de mi pelo y maquillaje. La canción incita a ser tolerante con una misma.
¿Se reconoce en su imagen pública?
No tengo ni idea de la percepción que los demás tienen de mí. De verdad. Intento ser yo misma. Si gusta, bien, y si no, también. Ya no me preocupan ese tipo de cosas, llevo 10 años en este negocio, desde los 19.
¿Cómo ha cambiado su estilo en una década?
Es muy diferente, como mi propia vida. Mi trabajo me ha aportado experiencia y he aprendido de mis errores. Antes llevaba tops que enseñaban el ombligo y zapatos planos en el escenario. Con el tiempo he acuñado una máxima: al escenario hay que subirse con tacones.
Su pasión por las alzas ha derivado en una línea de calzado a la venta en Stylipstick.
Sí, ya voy por la segunda colección. En ella he incluido lo que más me gusta: plataformas, porque soy bajita, y almohadillados, porque me gusta estar cómoda. Y amo a Christian Louboutin: ¡él sí sabe cómo hacerte sentir sexy!
¿Piensa dedicar más tiempo al diseño de moda?
No es algo que se pueda aprender de la noche a la mañana. Los diseñadores dedican su vida a perfeccionar el oficio. A mí me gusta implicarme, no soy una de esas personas que ponen su nombre en lo que se supone que han hecho. Aprender la técnica me supondría tiempo y ahora estoy centrada en la música.
Vestido de Alaïa para Just One, collar y pulseras, todo de Viveka Bergström.
Gonzalo Machado
¿Dónde compra? Sobre todo online, en webs como Net-a-porter. También mezclo prendas de cadenas de bajo coste. Tengo camisetas de tirantes de H&M en todos los colores; me sirven para crear superposiciones.
También apuesta por nuevos diseñadores, como David Koma.
Yo no me preocupo por la marca, simplemente escojo lo que me queda bien.
¿Cómo de grande es su armario?
No lo suficiente. Necesitaría todo un piso. Aunque regalo mucho y también dono a organizaciones benéficas. Recientemente Asos vendió varias de mis prendas y las ganancias fueron para mi fundación que trabaja junto a The Prince’s Trust, que preside el príncipe Carlos. Tomé el té con él y hemos coincidido en alguna gala. Es encantador, tal y como se ve.
Ha dicho que solo se fía de su madre y de sus perros. ¿Todavía lo piensa?
Me hicieron esa pregunta durante un periodo muy extraño de mi vida y respondí eso para que me dejaran en paz. También confío en la gente de mi equipo, en mi familia y en mis amigos.
¿Su mala experiencia en la televisión estadounidense ha cambiado su opinión sobre la pequeña pantalla?
En los últimos meses he disfrutado tanto cantando que he confirmado que es a lo que quiero dedicarme. Ser jurado en Factor X fue un trabajo complementario, lo que me importaba de verdad era ayudar a poner en marcha la carrera musical de alguien.
¿A qué dedicó este pasado año?
Grabé 100 canciones. Hice un cameo en la película What To Expect When You’re Expecting, ahora me marcho al estreno. Y vi a mi familia en Newcastle.
¿Qué le dicen por las calles de su ciudad?
Que se sienten orgullosos de que ondee su bandera.