Brooke Shields: «La primera vez que me depilaron las cejas fue un desastre»

Vuelve a ser noticia: la actriz y modelo cuyas cejas impusieron una mirada distinta en los 80 regresa con una autobiografía y una línea de maquillaje para MAC.

VLM Studio / Cortesía de MAC

Arizona Muse, Lily Collins o la omnipresente Cara Delevingne han convertido las cejas en una ventaja competitiva: este rasgo ha contribuido al despegue de sus carreras y las ha ayudado a copar editoriales de moda. No son las primeras. Cuando todavía no habían nacido, ya teníamos a Brooke Shields y el look al que la revista Time dedicó su portada de febrero de 1981 y que apodó «El rostro de la década». «Mi madre me aconsejó no retocar las cejas; se opuso a que los estilistas me las depilaran, afeitaran o tiñeran, que era lo que se llevaba en los 80», nos confiesa la actriz e...

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Arizona Muse, Lily Collins o la omnipresente Cara Delevingne han convertido las cejas en una ventaja competitiva: este rasgo ha contribuido al despegue de sus carreras y las ha ayudado a copar editoriales de moda. No son las primeras. Cuando todavía no habían nacido, ya teníamos a Brooke Shields y el look al que la revista Time dedicó su portada de febrero de 1981 y que apodó «El rostro de la década». «Mi madre me aconsejó no retocar las cejas; se opuso a que los estilistas me las depilaran, afeitaran o tiñeran, que era lo que se llevaba en los 80», nos confiesa la actriz en un edificio del Soho de Nueva York.

La relación de la intérprete de 49 años con su progenitora, ya fallecida, siempre fue algo polémica. La neoyorquina publicó el mes pasado There Was a Little Girl: The Real Story of my Mother and Me [Érase una vez una niña: la verdadera historia de mi madre y yo, editorial Penguin], una autobiografía en la que habla sobre las discusiones con su progenitora y agente. Teri Shields tenía fama de stage mom; es decir, estaba obsesionada con la carrera de su prole en el espectáculo. Durante la entrevista, la actriz no muestra ni rastro de rencor al respecto: «Me dio buenos consejos. Solía decirme que no me obsesionara con los detalles ni con el día a día. Me animaba a pensar en el futuro, a ver más allá. Y es más fácil decirlo que hacerlo, pero yo siempre he intentado seguir sus recomendaciones».

Desde sus inicios con 11 meses en un anuncio de jabones, no ha dejado de reinventarse. La protagonista de El lago azul ha actuado en más de una decena de series de televisión –entre ellas Hannah Montana, donde interpretaba a la madre de Miley Cyrus–, protagonizado varios musicales en Broadway y publicado algunos libros infantiles y un superventas donde narra cómo superó una depresión postparto. ¿Lo último?: una colección de maquillaje para MAC, una de las empresas cosméticas más grandes del mundo, con 1.700 tiendas en cerca de 90 países.

Se trata de la línea más amplia que la firma ha lanzado en colaboración con una famosa: barras de labios, gloss, sombras, esmaltes, máscaras, coloretes y, por supuesto, un kit para cejas. «Nos ha llevado dos años, y me he inspirado en algunos referentes por su personalidad, más que por sus rasgos. Actrices como Brigitte Bardot o Grace Kelly, socialités como Jackie Onassis y modelos como Kate Moss. Mi objetivo ha sido capturar las múltiples facetas de la belleza y todas sus vertientes: la sexy, la natural, la vampiresa, la sofisticada…», comenta Shields. ¿Cómo lo ha conseguido? Jugando con un sinfín de texturas, tonos y acabados capaces de transformar un estilismo de día en otro de noche. La paleta de 15 sombras, la más extensa del catálogo actual de MAC, ejemplifica esa variedad.

La línea que la actriz ha elaborado junto con MAC es la colaboración más extensa que la compañía ha hecho con un famoso.

VLM Studio / Cortesía de MAC

Icono, a su pesar. «Hace tiempo, después del gimnasio, solía coincidir con James [Gager, vicepresidente y director creativo de MAC] en un café del Greenwich Village. Y siempre pensaba: “Estoy sudada y no llevo maquillaje, ¿por qué me encuentro con el señor Mac? ¡Qué horror!”. Por eso, cuando se acercó a mí un día y me propuso crear la línea, fue toda una sorpresa».

Gager estaba convencido de que sería un éxito. «Él decía que me veía como un icono atemporal, pero yo tenía mis reservas. He llegado a sentirme muy incómoda con esa definición. Nunca entendí por qué se prestaba tanta atención a mi imagen. De joven, huía de los focos y no me arreglaba: llevaba vaqueros, no me pintaba». Nos cuenta una anécdota que muestra la angustia que sentía: «No podía escapar de mi cara, era claustrofóbico. Recuerdo que en las clases de baile me caía de culo porque me negaba a mirarme al espejo. Eso hizo que me diera cuenta de mi problema. He tardado mucho en superarlo y en disfrutar de la belleza. Llegó a ser un trauma para mí. Por eso dudé antes de aceptar la propuesta de Mac», confiesa. Hoy quedan atrás los fantasmas, hasta bromea con ellos: «Cuando mis hijas no me hacen caso, les suelto: “¡Mamá es un icono! ¿No lo sabíais?”».

Confianza en sí misma. Es una mujer imponente: su metro ochenta se acentúa con unos taconazos dorados, rasgos marcados y su ondulada melena de diva. No se corta con el maquillaje, pero lejos de querer esconder defectos o arrugas –se le adivinan alrededor de los ojos– parece que solo desea resaltar sus atributos y cumplir con su papel como embajadora. «Estoy orgullosa de aparentar mi edad: me siento cómoda. En ocasiones, los maquilladores y estilistas se han empeñado en crearme un estilo preciso, que poco tiene que ver conmigo. Ya no dejo que cambien mi look». Tiene sus razones: «La única vez que me depilaron las cejas fue un desastre. Parecía otra persona, una mujer con una expresión de sorpresa permanente dibujada en el rostro; ¡daba miedo!», confiesa sin parar de gesticular. Desde aquel episodio, ella misma se ocupa de su rasgo estrella. «Me bastan dos productos. Un lápiz marrón, como el que he ideado para esta colaboración, que me sirve para rellenar los huecos y dar forma al arco. Y un gel, con el que fijo el resultado para que aguante todo el día». Otro de sus favoritos es la crema Colour Base de Mac, un dúo en dos tonos rosas muy versátil: «Se trata de un colorete, pero también sirve como labial o sombra de ojos. Despierta tanto el rostro que hasta levanta el ánimo».

Hace 36 años fue la comidilla de Hollywood: había cumplido 13 e interpretaba a un prostituta en la polémica La pequeña (Louis Malle, 1978). Solo 12 meses después se convirtió en la modelo más joven en protagonizar una portada de Vogue. «Hoy practico la normalidad», confiesa. Es fácil verla recogiendo del colegio a sus hijas Rowan, de 11 años, y Grier, de 8, o saliendo de una clase de soulcycle, donde coincide con Katie Holmes o Lena Dunham, otras habituales de esta modalidad de spinning.

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