Ashley Smith, cuando ser diferente atrae
Tiene 22 años y toda la frescura imperfecta de una nueva generación. Con diastema y unas medidas poco estándar para una top, Ashley Smith no se conforma con ser solo la modelo preferida del nuevo grunge. Quiere ser actriz.
Tejana, de 22 años recién cumplidos, la modelo Ashley Smith llega a la sesión con cazadora perfecto, vaqueros y gafas de sol. En apariencia es una chica rubia y estilosa, como muchas en Nueva York. Pero en el mundo de la moda, caprichoso como pocos, marca la diferencia. Cuando fue nombrada embajadora del perfume Loverdose, de Diesel, afirmó: «La marca quería algo tangible y yo soy ese algo». Y así es. Ashley es real, una mujer delgada pero con curvas y sonrisa imperfecta. Una belleza que se salta, traviesa, los cánones establecidos para crear los suyos propios. «La gente quiere trabajar conm...
Tejana, de 22 años recién cumplidos, la modelo Ashley Smith llega a la sesión con cazadora perfecto, vaqueros y gafas de sol. En apariencia es una chica rubia y estilosa, como muchas en Nueva York. Pero en el mundo de la moda, caprichoso como pocos, marca la diferencia. Cuando fue nombrada embajadora del perfume Loverdose, de Diesel, afirmó: «La marca quería algo tangible y yo soy ese algo». Y así es. Ashley es real, una mujer delgada pero con curvas y sonrisa imperfecta. Una belleza que se salta, traviesa, los cánones establecidos para crear los suyos propios. «La gente quiere trabajar conmigo porque dicen que tengo un je ne sais quoi. No saben qué es, pero es distinto», comenta en exclusiva para S Moda.
Para empezar, no destaca por su altura –mide 174 centímetros– y tiene bastante más pecho que las modelos que caminan habitualmente sobre la pasarela. Pero su seña de identidad, lo que de verdad ha marcado su trayectoria, ha sido la diastema, el pequeño hueco que separa sus incisivos superiores. Un valor que la ha hecho destacar junto a otras tops –como Lara Stone, Lindsey Wixson o Abbey Lee–, aunque otras mujeres famosas ya la hubieran exhibido públicamente sin rentabilizarla de una forma tan clara, como Lauren Hutton, Vanessa Paradis o la mismísima Madonna. «Antes de ser modelo, no tenía dinero para arreglarme los dientes y ahora que lo tengo no pienso hacerlo, porque son los que me dan dinero», confiesa rotunda Ashley.
Fue descubierta en un concierto de punk en Austin cuando tan solo tenía 18 años. Entonces compaginaba sus estudios con un trabajo de cajera en un supermercado. Cuatro años después, su rostro ya ha protagonizado editoriales míticos en revistas de moda (entre ellas, W, Vogue, Numéro o T Magazine) y otros tantos anuncios (como los de Tommy Hilfiger, Alexander Wang o Topshop). La modelo reconoce, divertida, que su trayectoria ha sido tan interesante como atípica. De hecho, confiesa que su familia todavía está en estado de shock y vive en una sorpresa constante. «Mi abuelo aún me llama y me dice con voz de enfado: “Jovencita, he visto unas fotografías en las que no llevas mucha ropa”», cuenta con humor. Pero Ashley no quiere que en un futuro la recuerden solo por su imagen.
El arte es su otra gran pasión: «Me encantaría vivir en el Louvre», ha afirmado en alguna ocasión. Por eso su sueño es poder dedicarse a ello algún día, quizá impartiendo clases. Aunque tampoco descarta desarrollar su carrera en el cine, terreno en el que ya ha recibido alguna que otra oferta y en el que ya ha probado suerte protagonizando algunos cortos. A los 22 años recién cumplidos, a Ashley Smith le queda mucha vida por delante y, por lo que ella nos asegura, mucho que decir.
Top negro de croché de Tess Giberson.
Tetsuharu Kubota
¿Cómo digiere usted la rápida evolución de su carrera?
Me dejo llevar porque lo que me está ocurriendo es verdaderamente emocionante. Cuando veo mi imagen fotografiada en un anuncio enorme en Times Square llamo por teléfono a mi madre para que lo comentemos juntas y celebremos lo alucinante que es lo que me está pasando. Pero por encima de todo, soy una chica normal que trabaja muy duro y creo que mi éxito es el fruto de mi empeño. Nada de esto me ha cambiado, me siento como la chica que era cuando empecé.
¿Qué cree que es «ese algo» distinto que la gente ve en usted?
Yo no trato este trabajo como si fuera algo monótono. No vengo a fichar y me voy. Siempre que llego a una sesión de fotos la afronto feliz, contenta y pensando que cualquier cita laboral que me ofrecen es una oportunidad poco frecuente, casi única. Quiero imaginar que los profesionales que trabajan conmigo ven ese interés y también mi predisposición a adaptarme a las circunstancias. Tengo la mente abierta, por eso no doy problemas cuando el fotógrafo o la estilista dicen lo que quieren de mí. Creo que lo que hacemos es una experiencia creativa compartida. Estoy dispuesta a afrontar con entusiasmo todo lo que se cruce en mi camino. Definitivamente, soy consciente de que uno de mis puntos fuertes son las relaciones personales y profesionales.
¿Cómo logra seguir sorprendiéndose cada día?
Ante todo, me siento orgullosa de poder hacer lo que hago. Sé que tengo suerte y que hay mucha gente a la que le gustaría estar en mi piel y vivir lo que yo vivo. No me entusiasmo solo porque sea joven; es una actitud de agradecimiento ante lo que me ocurre. He conocido a chicas que se irritan nada más llegar a un set de fotografía y que, por supuesto, no paran de quejarse si el trabajo se alarga 10 horas. Pero yo creo que, en ese caso, es mejor plantearse si esta profesión es realmente a lo que te quieres dedicar. Si estás demasiado cansada, quizá sea el momento de dar un paso atrás.
Falda plisada asimétrica de Maison Martin Margiela.
Tetsuharu Kubota
Entiendo que la belleza también ayudará a que fotógrafos y diseñadores la escojan a usted y no a otras.
Durante mucho tiempo la gente que me rodea me ha repetido lo guapa que soy, pero yo creo que la belleza te ayuda hasta cierto punto. Por supuesto, es la puerta de entrada a este trabajo, pero luego hay que pelear duro para llegar lejos. Yo tengo una forma de ser que me permite ver todos los días de mi vida como una nueva aventura. Y te aseguro que para alcanzar el lugar en el que estoy he tenido que dar muchos pasos y vivir muchas aventuras.
¿Le interesa la moda de manera personal, es decir, más allá de su profesión?
Sí, por supuesto. Es una forma de expresión. Las personas se comunican a través de su vestimenta e, incluso, dependiendo de lo que se pongan, su mensaje puede ser distinto cada día. Particularmente me encanta lo que ha hecho Nicolas Ghesquière para Balenciaga. Sus creaciones son extravagantes, muy diferentes del resto, tiene un punto andrógino que me atrae. Se distancia de las demás propuestas que hay para mujer. Muestra nuestro lado más fuerte, y me parece fantástico que la moda nos ayude como género a expresar características que, durante mucho tiempo, han permanecido ocultas. Aunque también me encanta la feminidad de los bellísimos vestidos de Oscar de la Renta.
¿Hay algo de su profesión que no le guste?
Sí, lo hay. Por un lado, a veces siento que en la industria de la moda hay muchos juicios y prejuicios. Por ejemplo, creo que va demasiado rápido a la hora de imponer cómo debe vestir la gente. Por otro, he visto a muchas chicas que aterrizan en este mundo con 16 años y aún no están preparadas para hacerlo. Se separan de sus madres cuando todavía son muy jóvenes y no tienen confianza en sí mismas. Y, claro, siempre hay quien detecta sus debilidades y se aprovecha de ellas. He compartido apartamento con varias modelos que empezaban y he visto a chicas llorando y diciendo que querían volver a sus casas. En esos momentos me habría gustado zarandearlas y gritarles: «¡Ve con tu madre, sé una adolescente, por favor!». En ocasiones, esta industria te puede robar parte de tu infancia: te obliga a crecer muy rápido.
Abrigo y vestido de lana de Nina Ricci; botines de Pedro García.
Tetsuharu Kubota
¿Ha sido su caso?
Yo lo he asimilado de otra manera. Me fui a vivir con mi hermana mayor cuando tenía 15 años y ella me dejó claro desde el principio que no me trataría como si fuera mi madre. Me puso las pilas enseguida y me dijo que tenía que conseguir un trabajo. Por eso, cuando llegué al mundo de la moda, yo ya era independiente y bastante más madura que otras chicas de mi edad. Sabía de qué iba el mundo y podía ver esta profesión como un negocio. Crecí deprisa pero por otras circunstancias vitales. Así, cuando llegué a Nueva York, estaba lista para empezar una carrera y enfrentarme a lo que fuera. Pero hay chicas que vienen a ciegas, sin haber vivido su niñez como deberían haberla vivido. Aun así entiendo que este tipo de oportunidades no se presentan todos los días y, a veces, para conseguir lo que una quiere, hay que estar dispuesta a sacrificar ciertas cosas.
Si no la hubieran descubierto en Austin, ¿qué estaría haciendo ahora?
Probablemente me estaría preparando para ir a la universidad. Me habría gustado estudiar algo relacionado con el arte porque es la asignatura que más me influyó. Por eso pienso que sería bonito ser profesora y poder inspirar a otros niños o ayudar mediante la arteterapia a pequeños con problemas de desarrollo.
Quizá pueda dedicarse a ello cuando acabe su carrera de modelo…
Claro, esto es solo un trampolín. Hay muchas otras cosas en la vida que me interesan. Pero es cierto que ser modelo me está abriendo muchas puertas y me está permitiendo ahorrar dinero; antes no tenía ni para ir a la universidad. En mi tiempo libre hago muchas cosas: fotografía, clases de actuación, de escultura y voy a la Liga de Estudiantes de Arte de Nueva York para estar integrada en la comunidad artística de la ciudad.
¿La actuación será su siguiente paso?
Es otro de los campos en los que me gustaría experimentar. Voy a clases de Interpretación y ya he actuado en unos cuantos cortos. De hecho, creo que la moda me gusta porque me permite meterme en diferentes papeles cada día. Tiene algo en común con el trabajo de actriz. Es curioso, pero en un par de ocasiones han estado a punto de cogerme para protagonizar grandes personajes en películas muy potentes. ¿El último? El de Kay M en Holy Motors, del director Leos Carax. Al final no pudo ser, escogieron a Eva Mendes. Pero si los directores se plantean elegir entre Eva o yo, es que ven algo especial en mí, ¿no crees?