Angelina Jolie: «Soy ante todo madre y, después, ciudadana del mundo»
La actriz interpreta ahora a la Maléfica de Disney. Un papel opuesto al que ejerce como activista solidaria.
Las brujas, por definición, siempre han sido crueles y feas. Hasta que llegó la indiscutible belleza de Angelina Jolie para cambiar el cliché enfundada en la piel de Maléfica, quien maldice a la princesa de La bella durmiente. Por primera vez, Hollywood le entrega la batuta de protagonista a la mala de la película para contarnos la otra versión de la historia sobre esta hechicera, imaginada por los hermanos Grimm y a la que Disney convirtió en uno de sus más siniestros personajes animados en 1959. Es difícil decir si Maléfica será un gran filme (para niños y adulto...
Las brujas, por definición, siempre han sido crueles y feas. Hasta que llegó la indiscutible belleza de Angelina Jolie para cambiar el cliché enfundada en la piel de Maléfica, quien maldice a la princesa de La bella durmiente. Por primera vez, Hollywood le entrega la batuta de protagonista a la mala de la película para contarnos la otra versión de la historia sobre esta hechicera, imaginada por los hermanos Grimm y a la que Disney convirtió en uno de sus más siniestros personajes animados en 1959. Es difícil decir si Maléfica será un gran filme (para niños y adultos, según la propia Angelina): siempre resulta sospechoso que los distribuidores no se la muestren a la prensa antes de ofrecer entrevistas. Pero, al margen de su calidad, la cinta sí ha despertado la curiosidad de los seguidores de la intérprete, quien además actúa junto a Vivienne, una de sus tres hijos biológicos, mientras que los otros cinco niños que tiene con Brad Pitt hacen breves cameos.
«No fue intencionado. Todas las pequeñas de cuatro años se asustaban al verme, por lo que no nos quedó más remedio que probar con mi hija. A ella, pese a los cuernos y el maquillaje que llevaba, no le pasaba, así que acabó siendo el rostro de la princesa cuando era niña. Fue difícil convencerla para que se estuviera quieta y actuara, y para mí fue complicado ejercer de mala con ella, pero la experiencia fue muy divertida».
La suave voz de Angelina llega a través del teléfono desde una sala de edición en Los Ángeles, donde está montando su segunda película de ficción como directora, Unbroken. A años luz de Maléfica, título que aceptó protagonizar precisamente por ser algo «totalmente diferente a lo que he hecho», se trata de una superproducción llena de efectos especiales y gracias a la cual esta intérprete, directora y activista se ha convertido en la mujer que ha manejado el mayor presupuesto en cine; por encima incluso de la única directora ganadora de un Oscar, Katheryn Bigelow. «Fue muy difícil convencer a los productores de que yo podía dirigir esta cinta», explica sobre el filme, cuyo guión firman los hermanos Coen y que está basado en la vida del corredor Louis Zamperini, quien, tras participar en las Olimpiadas de Berlín, fue prisionero de los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, aunque sobrevivió para contarlo en una exitosa autobiografía.
Angelina Jolie: «Fue muy difícil convencer a los productores de que yo podía dirigir ‘unbroken’»
Jason Bell
Fue ella quien se ofreció para dirigirlo, aunque su única experiencia, al margen del documental A place in time, fuera En tierra de sangre y miel, una película independiente con guión y financiación propia sobre la guerra de los Balcanes, muy alejada del hollywoodiense proyecto de Unbroken. «Aquella me preparó para esta. En tu primer filme estás muy nerviosa y te conformas con casi todo. En el segundo, ya sabes qué batallas merece la pena pelear y cuáles no, y te vuelves mucho más precisa».
La guerra es un tema recurrente en su filmografía. Hace dos años, en un encuentro anterior con la intérprete, dijo estar escribiendo un guión sobre Afganistán: «Es una historia centrada en las mujeres de allí, pero no creo que en este momento sirva para ayudarlas, así que aún no lo he mostrado».
Ayudar. Ese parece ser el verbo que mueve la vida de la actriz mejor pagada de Hollywood, quien prefiere dar titulares en The New York Times, declarando por qué se ha hecho una doble mastectomía, o en The Wall Street Journal, hablando sobre el problema de los refugiados sirios, que contar sus secretos de belleza en revistas femeninas.
Fotograma de la película Maléfica, que se estrena en España el 30 de mayo.
Image.net
Desde que viajó a Camboya para filmar Lara Croft: Tomb Raider y conoció en directo las desigualdades que vive gran parte de la humanidad, las energías de esta actriz que ganó un Oscar con 24 años por Inocencia interrumpida se han volcado en labores humanitarias. Desde 2001 es Embajadora de Buena Voluntad para los Refugiados de la ONU, un trabajo que la lleva a menudo a zonas de conflicto muy alejadas del glamour de Hollywood. «Soy, ante todo, madre y, después, ciudadana del mundo. Ser artista es una oportunidad extraña y maravillosa, pero no vivo entre algodones. Mi familia y mi labor para la ONU son esenciales. Yo me levanto, beso a mis hijos, leo las noticias y después voy a trabajar. Si puedes divertirte como artista, es bueno hacerlo, pero nunca hay que tomárselo tan en serio como para pensar que es más importante de lo que realmente es».
Conocer la traumática experiencia de las violaciones a mujeres bosnias durante la guerra de los Balcanes fue lo que la llevó a escribir y dirigir En tierra de sangre y miel, alabada por su crudeza y su realismo. Y ahora, tras años esforzándose por concienciar al mundo sobre la necesidad de frenar la violencia sexual contra las mujeres en las guerras, Jolie ha conseguido captar la atención de la comunidad internacional al aliarse con William Hague, el secretario británico de Exteriores, con quien ha organizado el próximo junio en Londres el Global Summit to End Sexual Violence in Conflict. A juzgar por su exclamación de alegría al ser preguntada por este tema, parece claro que le interesa bastante más que el cine. «Es difícil entender que se haya tardado tanto en actuar. Pero estoy contenta, porque parece que he encontrado un aliado político que ha entendido que no se trata solo de un problema de las mujeres. La violencia sexual es un problema del mundo y por eso es necesario trabajar unidos desde todos los frentes».