Por qué este año el Oscar debería ser para Amy Adams
Ahora que Leonardo DiCaprio ya no nos necesita, es hora de centrar nuestros esfuerzos en apoyar que la protagonista de ‘La Llegada’ y ‘Animales Nocturnos’ deje de ser la eterna nominada.
Se acerca la temporada de premios y con ella, el tiempo en el que la afición del cinéfilo muta en pasión. Como hinchas, celebramos los reconocimientos y hacemos nuestras las injusticias históricas de ciertos cineastas o intérpretes. Quien más y quien menos hace sus apuestas, conforma una quiniela de favoritos y se acuerda de la madre de los árbitros –académicos– si su criterio no se ve refutado. A veces, la opinión pública converge en gustos y la presión mediática se desboca. Sucedió con Martin Scorsese, que terminó ganando en 2006 por Infiltrados. También con Sandra ...
Se acerca la temporada de premios y con ella, el tiempo en el que la afición del cinéfilo muta en pasión. Como hinchas, celebramos los reconocimientos y hacemos nuestras las injusticias históricas de ciertos cineastas o intérpretes. Quien más y quien menos hace sus apuestas, conforma una quiniela de favoritos y se acuerda de la madre de los árbitros –académicos– si su criterio no se ve refutado. A veces, la opinión pública converge en gustos y la presión mediática se desboca. Sucedió con Martin Scorsese, que terminó ganando en 2006 por Infiltrados. También con Sandra Bullock y Matthew McConaughey, galanes del cine popular, reinventados en estrellas respetadas por la crítica los últimos años. Hasta con Sylvester Stallone. Pero ninguna campaña consiguió tanta repercusión como la de Leonardo DiCaprio. El que quizá sea la mayor estrella cinematográfica sobre la tierra había sido ignorado en cuatro ocasiones hasta que por fin, el año pasado, su papel en El Renacido le subió al escenario con gesto triunfal. E Internet descansó tranquilo. Hasta hoy. Las hordas digitales se han vuelto a levantar en armas para defender una nueva causa que muchos creemos justa. Su protagonista, con cinco nominaciones previas y ningún Oscar, vuelve esta temporada con dos películas que han conquistado a la crítica: Animales Nocturnos y La Llegada, cuyo título bien podría ser una profecía de la necesidad de saldar cuentas en Hollywood. Sí, el convoy de Amy Adams está a punto de salir de la estación. Se aceptan pasajeros.
Seamos honestos, este año la actriz tampoco va a tenerlo fácil. Estamos ante una de las carreras más competitivas en años, con dos estrellas sonando por encima del resto. Natalie Portman, que ya ganó por Cisne Negro, vuelve a las pantallas en la piel de Jacqueline Kennedy con Jackie, película del chileno Pablo Larraín y cuya interpretación es lo mejor del filme según los críticos. Emma Stone es la gran embajadora del nuevo Hollywood. Cercana, divertida y talentosa, ya se le escapó la estatuilla por su papel en Birdman. Ahora lidera el reparto de La La Land (La ciudad de las estrellas), el gran fenómeno del año. Un romance musical que promete acaparar nominaciones y que ya le ha brindado la Copa Volpi a la mejor actriz del festival de cine de Venecia. Además de la dura competencia y aunque suene paradójico, Adams también tiene en su contra las buenas críticas a su trabajo en sendas películas. A pesar de que los Oscar impiden competir con dos papeles distintos en una misma categoría, resultaría fatal para sus posibilidades que el voto de los académicos se dividiera entre ambos trabajos.
“Amy tiene la habilidad de telegrafiar sus pensamientos cuando la miras. Una actriz debe emocionar y ella es genial en eso. Además es completamente creíble”. Quién habla así es el diseñador y cineasta Tom Ford, que la quería “desesperadamente” para protagonizar su segunda película. La actriz interpreta a una galerista de arte que al recibir un manuscrito de su exmarido (Jake Gyllenhaal) detona una historia de traición y venganza. Animales Nocturnos se estrena este viernes en nuestro país y con este thriller serán dos los filmes en cartelera. Actualmente triunfa en las salas como la lingüista e intérprete encargada de contactar con una invasión alienígena en La llegada, la obra de ciencia-ficción que muchos ya denominan como la mejor película del año. Dos papeles completamente distintos que evidencian uno de sus mayores talentos y la sitúa a la altura de los grandes: su tremenda capacidad de camuflaje.
Precisamente gigantes como Ava Gardner, Lauren Bacall, Glenn Close o Annete Bening nunca han conseguido alzarse con una estatuilla. Aunque la lista de ignoradas por la Academia podría llenar varios párrafos y que, según Adams ha confesado, “el Oscar no es necesario para tener una carrera de éxito”, ninguna estrella brilla tanto como cuando se dirige al público del Dolby Theatre con la réplica del caballero armado entre las manos. Dejando a un lado el debate de la importancia real de estos premios, es indiscutible que la gala supone un escaparate sin igual para homenajear a los máximos exponentes de la industria. Y el de Amy Adams ya toca.
Desde que en 2005 sorprendiera a todos con su papel de cuñada embarazada en la pequeña Junebug, ha ido labrándose una carrera tan heterogénea en el contenido como homogénea en su éxito. La hemos visto batirse el cobre con Meryl Streep en La duda (y salir airosa), interpretar a una inocente princesa Disney y convertir Encantada en un clásico de la compañía, darle la réplica al mismísimo Superman o aceptar proyectos de cineastas tan arriesgados como los de Paul Thomas Anderson (The Master) y David O. Russell (The Fighter). Este último fue también responsable del episodio más desagradable de su carrera. El director convirtió en un infierno su participación en el rodaje de La gran estafa americana, hasta el punto de que Christian Bale se vio obligado a intervenir. La nominación al Oscar que logró con este papel no pareció valerle la pena a Adams, que afirmaba acudir al plató “devastada”. “No me gusta ver como tratan mal a otra gente. Para mí no está bien. La vida es más importante que las películas”, declaró.
Es indudable que durante sus 15 años de carrera Amy Adams se ha mantenido siempre en un perfil discreto. Con ella no van las declaraciones altisonantes ni los escándalos típicos de celebrity. Solo su trabajo y las críticas a la brecha salarial en la industria (“¿Por qué nunca le preguntan a los productores?”), le ha hecho copar los titulares. En una época en la que los abusones llegan a Presidente y los bocazas (hola, Kanye) son considerados modelos a imitar por los jóvenes es hora de proyectar la batseñal para reivindicar a intérpretes como Amy Adams. Y según nos indica la historia, se terminará haciendo justicia. Actrices de un perfil similar como Kate Winslet lo lograron. Ella a la sexta nominación por The Reader. Julianne Moore a la quinta, gracias a su interpretación de una mujer con alzheimer de inicio precoz en el drama Siempre Alice. La más grande, Meryl Streep, solo ha ganado tres premios después de 19 nominaciones, por lo que Amy Adams estaría todavía en números y a tiempo de igualarla si logra el primero el próximo 26 de febrero. No parece un mal día.