35 años sin Mae West

Mae West desafió las normas de la sociedad en la que le tocó vivir y se convirtió en un mito a base de saltarse todas las reglas que «debía» cumplir una mujer nacida en el siglo XIX. Ahora se cumplen 35 años de su muerte.

Corbis

Una de las muchas condiciones que la historia ha esquilmado a las mujeres es la de poder ser escandalosamente divertidas. Los tratados de buenas maneras siempre han excluido el ingenio a favor de cualidades como la discreción o la dulzura y quizá así seguiríamos si no hubieran nacido mujeres que, como Mary Jane West, rompieron las normas de su época para facilitarnos el camino a las de épocas venideras.

Nació en Brooklyn durante el verano de 1893 y a los 14 años ya había debutado en el Music Hall con el nombre Baby Mae, aunque...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Una de las muchas condiciones que la historia ha esquilmado a las mujeres es la de poder ser escandalosamente divertidas. Los tratados de buenas maneras siempre han excluido el ingenio a favor de cualidades como la discreción o la dulzura y quizá así seguiríamos si no hubieran nacido mujeres que, como Mary Jane West, rompieron las normas de su época para facilitarnos el camino a las de épocas venideras.

Nació en Brooklyn durante el verano de 1893 y a los 14 años ya había debutado en el Music Hall con el nombre Baby Mae, aunque la fama le llegó a las puertas de la treintena. En 1926, produce y dirige una obra demasiado atrevida para la década de los 20 cuyo título, Sex, explica por sí mismo las coordenadas de la polémica. No fue el primer contacto de la artista con lo socialmente inaceptable, pero sí el ejemplo inaugural de la presentación en sociedad de su carácter bravo y transgresor: acusada de obscenidad, fue multada y condenada a pasar diez días en la cárcel, que podía haber evitado pagando la fianza correspondiente. Pero West se negó argumentando que estar presa era una experiencia que deseaba tener aunque, su buen comportamiento, redujo de diez a dos su estancia en prisión. Repitió polémica al escribir The Drag, una comedia sobre la homosexualidad que, directamente, fue prohibida en Nueva York.

Corbis

Con I’m not angel y She done him wrong, West salvó a la Paramount de la ruina y hay quien responsabiliza estas obras de otro efecto simultáneo y también generador de leyenda: la llegada al cine norteamericano del Código Hays, un inventario de principios morales que las producciones debían cumplir y que durante casi 40 años, -desde 1930 hasta 1967- decidió qué era apto y qué no para la salvaguarda del recato cinematográfico en todos los órdenes, desde el sexual y hasta cualquier otro susceptible de amonestación por los guardianes de la moral y las buenas maneras.

Su principio general era el de no permitir que ninguna película “rebajara” el orden moral de los espectadores y como era de esperar el código Hays, -conocido así en honor al político republicano que lo redactó- censuró prácticamente todas las obras de Mae West. La fórmula con la que ella se especializó en esquivar a los censores fue la combinación de sarcasmo, dobles intenciones y agudeza dialéctica (es célebre su frase “creo en la censura. Después de todo he hecho una fortuna a su cuenta”). Hasta que, harta de límites a su libertad de expresión, acabó abandonando el cine en los años 40, no sin antes cumplir otro hito para lo femenino, el de ser la persona mejor pagada de Hollywood y la segunda de Estados Unidos después del magnate de la prensa William Randolph Hearst. Era el año 1935 y las mujeres no solían encabezar ninguna categoría reseñable.

Corbis

En los 70 volvió al cine con la obra Myra Breckinridge, un guión comprometido con los derechos de los transexuales. Desde ese momento, su figura fue rescatada del olvido y el desdén que había ignorado su relevancia social para tratarla solamente como una empresaria de la provocación sexual y Mae West sigue siendo hoy en día una referencia obligatoria de inteligencia, autonomía y desde luego ingenio.

Se le atribuyen frases apócrifas como la célebre “las chicas buenas van al cielo y las malas a todas partes” y también se confunden las suyas con las de su coetánea Dorothy Parker. Y aunque es evidente que Parker fue un prodigio de la escritura y nunca evitó el humor (en particular el referido a sus ideas sobre el suicidio), las de West son sentencias mucho más mundanas, optimistas y, en ocasiones, desternillantes. Perlas propias de una todavía no inventada cultura pop al servicio del libre albedrío femenino:

1. «He escrito mi biografía. Va sobre una chica que perdió su reputación y nunca la echó de menos»

2. «Cuando soy buena, soy muy buena. Cuando soy mala, soy mejor»

3. «Todos los hombres que conozco quieren protegerme. No puedo imaginar de qué»

4. «El matrimonio es una gran institución pero yo todavía no estoy preparada para que me ingresen en una institución»

5. «Soy soltera porque nací así»

6. «Un orgasmo al día mantiene lejos al médico»

7. «¿Llevas una pistola en el bolsillo o es que te alegras de verme?»

8. «La mejor manera de comportarse es portarse mal»

9. «Cuando tengo que escoger entre dos tentaciones malvadas siempre elijo la que no he probado antes»

10. «Solo se vive una vez, pero si lo haces bien una vez puede ser suficiente»

Corbis

Archivado En