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Fado, poesía y bordados: Max Mara traslada el ‘made in Italy’ a Lisboa

La marca italiana acaba de presentar su colección resort en los jardines de la fundación Gulbenkian; prendas inspiradas en la indumentaria tradicional portuguesa y en el estilo (y los versos) de la artista Natalia Correia.

Contaba Ian Griffiths, director creativo de Max Mara, antes del desfile y ante la pregunta de por qué había elegido Lisboa, un lugar muy distinto del habitual circuitos de la moda, que, le interesaba "esa idea de contención, como algo que está a punto de explotar pero nunca terminara de hacerlo". El diseñador británico viajó varias veces a la ciudad en el último año para empaparse de su cultura, y, en el proceso, encontró varios personajes inspiradores.
El primero es Amália Rodrigues, quizá la fadista más famosa. Sus sobrios trajes negros, reflejo de sus canciones, fueron el punto de partida de su viaje inmersivo por Lisboa.
Carminho, la fadista actual más famosa, fue una de las protagonistas del desfile. Su música, lo que ella misma define como "fado liberador", fue la banda sonora del show, celebrado en la Fundación Gulbekian. La artista también fue una de las modelos, que lució un traje que habría llevado la propia Amália medio siglo antes.
En su investigación, Griffiths se topó en una galería con una ilsutración de Amália junto a otra mujer. Descubrió que era Natalia Correia, poeta, activista política e icono de la intelectualidad portuguesa en los años setenta. Sus estilo y, sobre todo, sus versos, fueron el punto de partida de algunos de sus diseños estampados (algo poco habitual en Max Mara) e incluso bordados con frases de la autora.
El bordado, como no podía ser de otra forma, fue otro de los elementos recurrentes. Los llamados 'Lienzos de los enamorados', declaraciones de amor bordadas, que forman parte del folclore portugués, se convirtieron aquí en motivos clave de la colección.
Y, por supuesto, el traje histórico portugués, actualizado en forma de falda plisada solo en las caderas y con mucho menos volumen que el original.
Por primera vez en sus más de setenta años de historia, Max Mara ha subido a un hombre a una pasarela. Eso no quiere decir que la enseña vaya a aventurar a corto plazo con una línea masculina, pero sí es una forma de demostrar algo que Griffiths lleva con orgullo: los abrigos de la enseña son los primeros que se conciben para mujeres y acaban siendo llevados por hombres, y no al revés, como suele ocurrir cuando se habla de ropa unisex.
Las colecciones resort de Max Mara han viajado a Nueva York, Londres, Seúl o Ischia. Es habitual, desde hace algunos años, que las grandes marcas las realicen en ciudades fuera de su radio de acción y, de un tiempo a esta parte, también se ha convertido en normal que el desfile sirva como excusa para la inmersión de los invitados en la cultura y el legado de los enclaves que las firmas visitan. Para Ian Griffiths son "el futuro de las presentaciones, porque permiten contar mejor la historia de cada diseño y, por extensión, la historia de la marca. En las semanas de la moda es imposible condensar todo eso en die minutos, y mucho menos captar la atención de la audiencia".