¿Está pasado de moda ser una ‘fashion victim’?

Cada vez es más difícil unificar las propuestas de temporada. Se lleva todo y la independencia estética es un valor en alza.

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Opulencia barroca, lujo gótico, minimalismo, estampados geométricos… las pasarelas esta temporada no se aclaran marcando una dirección. La disparidad de propuestas prueba que se acabaron los tiempos en los que se sabía qué tocaba ponerse cada año y los días en la que la selección de prensa y compradores era prácticamente la única información disponible sobre el tema. Consultar hoy qué es lo que se lleva es lanzar una pregunta retórica. Hoy se lleva todo. Hasta lo puramente demodé está aceptado como una de las ramificaciones del retro.

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Opulencia barroca, lujo gótico, minimalismo, estampados geométricos… las pasarelas esta temporada no se aclaran marcando una dirección. La disparidad de propuestas prueba que se acabaron los tiempos en los que se sabía qué tocaba ponerse cada año y los días en la que la selección de prensa y compradores era prácticamente la única información disponible sobre el tema. Consultar hoy qué es lo que se lleva es lanzar una pregunta retórica. Hoy se lleva todo. Hasta lo puramente demodé está aceptado como una de las ramificaciones del retro.

“Cada una de las tendencias tiene su relevancia y su público”, alega el estilista Santi Rodríguez. “El barroco hará estragos en las clientas de Oriente Medio, el gótico de lujo con las hipsters de Nueva York, el minimal con las mujeres de negocios… Las firmas son conscientes de cuál es su target. A todos nos pasa igual: hay ciertos diseñadores con los que nos identificamos, pero al final elegimos cosas con las que nos veamos favorecidos.”

En un mundo en el que los desfiles se emiten a tiempo real, los blogueros rivalizan en influencia a los editores de las revistas internacionales, la calle tiene tanto peso como las pasarelas y las cadenas abruman a golpe de mini colecciones, los cazadores de tendencias son ya figuras casi pintorescas. Hoy, con suerte los ‘cool hunters’ profesionales, esos que suponíamos viajando por las capitales de la moda, husmeando en tiendas de segunda mano o mezclándose con tribus urbanas en busca del ingrediente mágico de lo ‘cool’, se han podido reconvertir en community managers, la nueva profesión más deseada.  “La figura del ‘coolhunter’ como gurú ha desparecido”, opina Rodríguez. “Con un blog cada uno puede ser su propio comisario y exponer su visión al resto del mundo. Puedes informarte sin tener que estar en una determinada ciudad. Por otra parte, creo que desde el punto de vista profesional, hay que pensar con originalidad y buscar lo próximo en personajes individuales en lugar de en la legión de clones de tumblr y lookbook.nu”.

Mireia Oller es una de las blogueras que procura relativizar el impacto de las tendencias en su armario: “Es imposible no seguirlas porque las tiendas están plagadas de ellas, pero me aburre llevarlas al pie de la letra. Intento ir a mi aire y mezclarlas con cosas intemporales y clásicos” Su bitácora de estilo personal My Daily Style recibe casi un millón de visitas al mes; parte de su éxito reside en ese acercamiento más despegado de las pasarelas: “Veo demasiados blogs en los que recrean de ‘pe a pa’ looks de tiendas archiconocidas”, comenta por email. “Para eso ya están los lookbooks.”

Entre los profesionales de la moda (exceptuando casos como Anna Dello Russo) siempre se ha sentido cierto pudor o reticencia en seguir de manera extrema las tendencias en su guardarropa personal. La consecuencia es que mientras pontifican sobre las nuevas piezas indispensables, no se quitan el suéter marino de cashemere. Puro esnobismo o típico caso de en casa del herrero cuchillo de palo, pero también una actitud cada vez más común entre la mayoría de los consumidores.

Un look minimalista de la colección de Céline para esta temporada

Imaxtree

Vamos más allá de seguir las tendencias al pie de la letra. No tenemos ganas de vestir como Annie Hall un año y como Connie Corleone otro. Ahora se buscan firmas que ofrezcan continuidad y consistencia para apuntalar el estilo propio. Y las boutiques lo saben.  “Compramos siguiendo el espíritu de los diseñadores pero con las clientas habituales en mente” explica Rafael Carrero, comprador de la tienda multimarca Ekseption. “La situación económica nos empuja a ir a lo seguro. Lo que más se vende son los complementos.  O las prendas de pre colecciones donde todo está más suavizado. Últimamente nos gusta mucho Vionnet porque es sencillo y los precios no están mal. También funciona Lanvin, sus vestidos, complementos y collares, sobre todo para ocasiones especiales. Céline es nuestra marca por excelencia que se puede llevar año tras año y los pantalones sientan muy bien". En definitiva, marcas que carecen de esquizofrenia estética temporal.

Inspiración militar en Ferragamo

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En cuanto a lo que, entre el batiburrillo de planteamientos, calará este otoño-invierno, Mireia Oller se decanta por el look militar: “El camuflaje, las tachuelas, todo muy Balmain. Siempre me ha gustado pero creo que este año vamos a acabar hartas” En cambio Elodie Arshak, directora del showroom Quin Madrid, prefiere no quedarse con ninguna en particular: “Yo apostaría por todas aquellas piezas que se desmarquen, que transmitan algún tipo de emoción. Prendas hechas a mano, con materiales nobles, un patronaje estudiado. En definitiva, invertir en algo que no pasará de moda.”

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