La guía ilustrada de pechos (y la app) que te ayuda a encontrar sujetador
Para sentirse sexy también hay que estar cómoda. Una firma de lencería revoluciona el mercado al apostar por cambiar los hábitos publicitarios y de compra de ropa interior: ¿cómo vas a vestirla si no conoces cómo es tu cuerpo?
Aros que se clavan; rozaduras; tirantes que se caen continuamente; encaje que más que seducir a los ojos de otro/a, pica una barbaridad. Esta es, a grandes rasgos, la batalla diaria de una mujer con su sujetador. Por norma general, y con contadas excepciones, lo suele llevar 365 días al año y siete días a la semana. Cualquier fémina con un ápice de honestidad confirmará la agradable sensación de libertad que le invade al llegar a casa tras una jornada de trabajo y quitarse el dichoso sostén de encima. Más que vestirlo, lo sufre. No se lo han puesto fácil. Se había visto obligada a rendirse a l...
Aros que se clavan; rozaduras; tirantes que se caen continuamente; encaje que más que seducir a los ojos de otro/a, pica una barbaridad. Esta es, a grandes rasgos, la batalla diaria de una mujer con su sujetador. Por norma general, y con contadas excepciones, lo suele llevar 365 días al año y siete días a la semana. Cualquier fémina con un ápice de honestidad confirmará la agradable sensación de libertad que le invade al llegar a casa tras una jornada de trabajo y quitarse el dichoso sostén de encima. Más que vestirlo, lo sufre. No se lo han puesto fácil. Se había visto obligada a rendirse a la sensualidad en pro de la comodidad. Los 90 y el efecto Wonderbra de Herzigova, la dictadura (del incomodísimo) ‘push up’ o esos ángeles de Victoria’s Secret vendiendo un imposible a mujeres que lidian en su día a día con afrentas mucho más estresantes que caminar por una pasarela y guiñar un ojo con expresión traviesa. Así podríamos resumir las últimas dos décadas en lo que el marketing de la lencería se refiere. Pero las cosas están cambiando, porque si algún mercado de la moda se está revolucionando desde dentro, ese es el de lencería.
Las cifras lo avalan. La todopoderosa Victoria’s Secret sigue controlando el 61,8% del mercado (según datos de Fortune), pero su lista de competidores gana terreno gracias a una forma distinta de vender y pensar la lencería . Lejos de acaparar titulares por polémicas de modelos víctimas del Photoshop o de ex ángeles que denuncian la presión corporal que sufrían para ponerse las alas (como ha desvelado recientemente Erin Heatherton), varias marcas están haciéndose un hueco más que notable cambiando el paradigma: comodidad sexy (Negative Underwear no revela sus cifras, pero aseguran haber crecido un 150% en solo un año), lencería para mujeres de la calle con campañas sin Photoshop (Aerie, que ha crecido un 21% en el último año) o aliarse con la tecnología inteligente para conocer nuestro cuerpo y saber qué nos conviene, sin renunciar al diseño. Este es el caso es ThirdLove, una firma cocinada en Silicon Valley con el objetivo de sentirse cómoda. Su lema, los sujetadores que mejor sientan, ya es un éxito. ¿Y por qué lo afirman? Porque han ideado un app para conseguirlo (por la que recaudaron 13,1 millones de dólares para elaborarla). Las usarias que se la descarguen (aquí) solo tienen que enviar dos fotos (una de perfil y otra de frente) para que un algoritmo calcule su contorno y talla ideal. Y no, no hay que enviar fotos desnuda, se puede utilizar una camiseta estrecha y listo.
Tanto con la app como con el «diccionario de forma de pechos» o la guía de estilo de sujetadores, la firma pretende hacer entender a la usuaria que para estar sexy también hay que sentirse cómoda. Su prenda estrella (el sujetador 24/7) ha sido fichada hasta por los almacenes Bloomingdale’s, para los que ThirdLove ha creado una colección cápsula.
Todo esto salió de la cabeza de Heidi Zak, CEO de la marca. Zak era ejecutiva de Google en Silicon Valley y decidió dejarlo para idear un negocio que hiciese la vida más fácil a las mujeres sin convertirlas en objetos. Junto a su marido, David Spector, han creado una empresa en la que no temen criticar públicamente a grandes firmas por hipersexualizar el cuerpo femenino. Zak cargó recientemente contra la publicidad de la ropa interior de Calvin Klein. Ella misma hizo pública una carta y un vídeo en el que tildaba al poster gigante que la firma tenía en el Soho de Nueva York de «ofensivo» y «sexista». En su misiva, la CEO decía que le resultaba «chocante» comprobar cómo «un siglo después de que las mujeres ganasen el voto, compañías como la vuestra sigan propagando esos mensajes trasnochados y ofensivos sobre los estereotipos de género. Los hombres van a trabajar y ganan dinero, mientras las mujeres no son más que objetos sexuales». Unas palabras valientes teniendo en cuenta que en los últimos 20 años nos habíamos acostumbrado al lidiar con sobredosis de sensualidad y aquellos posters de Wonderbra que paraban el tráfico con Eva Herzigova como protagonista. Del ‘mírame a los ojos, he dicho a los ojos’ con escotes comprimidos hemos pasado a lemas como ‘lo primero, que te quede bien’. La comodidad, al fin, ha ganado la partida.