España (e)S moda

Treinta y tres diseñadores y una modelo dibujan la radiografía de la moda española.

Noelia Collado & Laura G. Del Río & Isabel Moralejo

Pasión, frescura, creatividad, futuro y moda se mezclan con visiones menos optimistas que hablan de confusión y desunión. Así ven los diseñadores españoles la moda que lleva etiqueta Made in Spain. Una industria todavía joven que lucha por imponer una imagen sólida dentro y fuera de nuestras fronteras. Existen muchas leyendas urbanas –«las bonitas, mejor no desmontarlas», dice Modesto Lomba–, pero la realidad es solo una, en España y en todo el mundo: diseñar hoy es vender. La moda es un negocio; y ya nadie lo duda.

01/ TODO POR UN SUEÑO

La pasión e...

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Pasión, frescura, creatividad, futuro y moda se mezclan con visiones menos optimistas que hablan de confusión y desunión. Así ven los diseñadores españoles la moda que lleva etiqueta Made in Spain. Una industria todavía joven que lucha por imponer una imagen sólida dentro y fuera de nuestras fronteras. Existen muchas leyendas urbanas –«las bonitas, mejor no desmontarlas», dice Modesto Lomba–, pero la realidad es solo una, en España y en todo el mundo: diseñar hoy es vender. La moda es un negocio; y ya nadie lo duda.

01/ TODO POR UN SUEÑO

La pasión es el motor de la moda española. «Hoy tienes que luchar tres veces más –y triplicar el horario– para conseguir mucho menos», asegura Ana Locking. «En esta industria hay mucha rivalidad. Algunos diseñadores no quieren repartir el pastel y se niegan a apoyar a los demás». Como ella, David Delfín reivindica un esfuerzo conjunto. La unión hace la fuerza. «En Estados Unidos lo saben; por eso apuestan siempre por los creadores locales, sobre todo en tiempos de crisis», explica David. ¿Nuestro mejor aliado? «El interés que despierta la cultura española fuera de las fronteras». Dicen que la crisis agudiza el ingenio. «Pero ingenio no es lo mismo que calidad», apunta Lemoniez. «Existen muchas maneras de realizar una idea. Cualquiera es válida, pero solo una es la perfecta y aquí no siempre podemos acceder a ella. Falta gente cualificada. Un diseñador no trabaja solo, necesita un equipo: modelistas, patronistas, etc., pero no tenemos escuelas de costura como en Francia». La clave para sortear los obstáculos es ir poco a poco. «Sobre todo si no quieres pillarte los dedos –que es muy fácil–. Necesitas una estructura consistente para producir y servir a tiempo a los compradores en el extranjero», añade Miriam Ocariz. Exportar moda es el objetivo de todos. «Esta temporada llegamos a Estados Unidos a través de Anthropologie y una cadena de Urban Outfitters», dice Aitor Muñoz, de Ailanto.

Segunda generación

Llevan más de 10 años en la industria; y han aprendido que no basta con soñar. Su misión es crear una identidad propia unificada.

«Somos tenaces porque lo tenemos todo en contra. La constancia y la pasión por el trabajo bien hecho son nuestros únicos aliados». Ana Locking.

«Diseñadores, prensa, fotógrafos, modelos, estilistas… El reto de la moda española es que todas las piezas que montan este puzle –tan maravilloso como complejo– unan por fin sus fuerzas». David Delfín.

«Estamos como hace 30 años. Vas a un banco, dices que eres diseñador y te miran como si fueras un perro verde. De cara a los inversores, no tenemos imagen de seriedad». Fernando Lemoniez.

«Vivimos un momento rico en el terreno creativo –con muchas ideas y filosofías distintas–; lo que falta es un impulso para salir adelante y que se nos conozca un poco más». Miriam Ocariz.

«Hoy los jóvenes que empiezan en esta industria tienen plataformas como El Ego (en Madrid) o 080 (en Barcelona)». Aitor Muñoz, diseñador de Ailanto.

De izquierda a derecha, Modesto Lomba, Sita Murt, Roberto Torretta, Purificación García y Eugenia Silva.

Gonzalo Machado

02/ MIRAR HACIA DELANTE

El pasado es un maestro extraño, que unas veces vuelve para recordarnos que moda es soñar –como en los años 80–, y otras veces imparte lecciones sin nostalgia: «En los 90 no se cumplieron las expectativas y el mercado internacional perdió la confianza en la moda española», explica Purificación García. «Ahora soy más realista; miro la moda con otra perspectiva y también con más libertad», añade. «Viví la Movida sin ser consciente de ello. Fue una época llena de energía», cuenta Roberto Torretta. «Hoy tenemos que fabricar esa energía. La crisis nos sorprendió a todos, pero ha servido para profesionalizar la industria». En la próxima edición de Cibeles, portales como unicoandcool.com permitirán a las clientas comprar las colecciones de diseñadores españoles como Torretta el día después del desfile. «El reto es hacer mucho más negocio», afirma Modesto Lomba. «La moda española vende», defiende el presidente de ACME. «Que vivamos de subvenciones es mentira». Sita Murt lo tiene claro: «Hay que trabajar más que nunca en el producto. Diseño y calidad deben ser elementos diferenciadores».

El valor de la experiencia

Reestructuración, profesionalización, honestidad y una visión empresarial son sus pilares para consolidar la moda española.

«Fácil es quedarse en casa, no hacer nada. Lo difícil –y más estimulante– es seguir adelante. Cada día hay un nuevo reto». Modesto Lomba.

«La situación del mercado no es la mejor, pero es cuando más duro hay que trabajar para posicionar el diseño español en un marco internacional». Sita Murt.

«Somos un equipo. Los diseñadores crean y nosotras, las modelos, vendemos». Eugenia Silva.

«Los 90 fueron años de mucha creatividad, con diseñadores [como Sybilla] que vendían en Tokio. Pero falló el matrimonio entre creatividad e industria. Es la asignatura pendiente». Roberto Torretta.

«La etiqueta ‘Made in Spain’ es un mito que no se llegó a realizar. Vender en el extranjero es un privilegio al alcance de pocos». Purificación García.

De izquierda a derecha, Miguel Palacio, Juanjo Oliva, Ángel Schlesser, Eugenia Silva, Juan Duyos y Alama Aguilar.

Gonzalo Machado

03/ REINVENTARSE O MORIR

«La moda es una carrera a largo plazo», cree Miguel Palacio. «Aunque se renueva permanentemente y cada seis meses empiezas de cero, tienes que hacerlo siempre bien. El éxito es la suma del esfuerzo diario». Fiel a esa filosofía, Juanjo Oliva cuenta que «el gran obstáculo es pensar que lo que sucede no es tu responsabilidad. Tenemos el apoyo del público español. A la gente le gusta comprar diseñadores de su propia cantera. Que la moda española no vende es una leyenda urbana. Las marcas que no venden no existen», afirma. Algunas, como Carmen March o El Delgado Buil, tuvieron que echar el cierre en el pasado. ¿El siguiente paso para los que siguen luchando en la primera fila? «Continuar con ese baile de caderas y sortear todas las dificultades», dice Ángel Schlesser. «En mis inicios tuve la suerte de vivir también un momento de crisis, pero entonces no había referentes históricos. Además, tenía mucha más fuerza e ingenuidad suficiente para meter la pata», recuerda. «Somos creativos metidos a empresarios a la fuerza», asegura Juan Duyos. No basta con diseñar una colección y presentarla sobre la pasarela. «Tienes que convertirte en empresario». Ilusión y ganas no faltan. «Todos los días sigo soñando. Me siento afortunado», asegura Duyos. Alma Aguilar confía en esa misma pasión. «Aunque llevo una racha en la que me estoy cuestionando la verdad de todo lo que tiene que ver con mi trabajo y mi dedicación a él. He dado mucho y ahora estoy pidiendo cuentas… Aunque sé que no es el mejor momento para hacerlo», confiesa la creadora.

Creadores y empresarios

No hablan de mitos ni de dificultades, sino de cifras y realidades a largo plazo. Para ellos el diseño va ligado a una visión comercial.

«Zara o Mango son número uno en el mundo. El siguiente paso de la moda española es establecerse en el sector del lujo». Miguel Palacio.

«En España todavía no se piensa en la moda como negocio. Es un lastre que arrastramos desde el principio». Juanjo Oliva.

«Sin esfuerzo casi nada funciona. Equivocarse es prácticamente obligatorio». Ángel Schlesser.

«David Delfín, Amaya Arzuaga y yo formamos parte de la segunda gerneración. Hemos aprendido de la resaca; y creemos 100% en lo que hacemos». Juan Duyos.

«Mantenerse en la industria es difícil, ¡ya no digamos crecer! Pero no por ello deja de ser apasionante». Alma Aguilar.

De izquierda a derecha, Jesús Díaz y Miguel Marzo. Detrás, Mayaya Cebrián, Pablo Merino y Candela Cort. Mabel Sanz, Mariana Barturen y Eugenia Silva.

Gonzalo Machado

04/ EL ‘BOOM’ DEL SOMBRERO

«En un mundo global, en el que todo ha quedado reducido a un uniforme, este accesorio permite diferenciarse», afirma Mayaya Cebrián, de Pablo y Mayaya, el dúo que diseñó el modelo que llevó Letizia a la boda de Guillermo de Inglaterra. «Por suerte, hemos superado el momento boda», cuenta Pablo. «Ya no hace falta una excusa para llevarlo». Candela Cort comparte esa visión, pero encuentra un lugar donde el sombrero aún no se ha impuesto: la pasarela española. «Invitaría a los diseñadores a tirar la casa por la ventana en cuestión de cabezas». Mientras en Cibeles apenas se ven, en el extranjero el diseño nacional se codicia. «Preguntan si está hecho 100% en España», comenta Pablo. «Es una garantía de calidad».Tal vez ese sea uno de los aspectos que ha fomentado el auge de la sombrerería. «Puedes controlar todo el proceso y hacer lo que realmente quieres», afirma Mabel Sanz, que ha colaborado con Juan Duyos en su última colección. El fenómeno «hazlo tú mismo» tiene parte de culpa en el creciente número de sombrereros de nuestro país. Aunque las diferencias saltan a la vista. «Mi sombrerería es clásica. Se hace pieza por pieza, armando el sombrero en hormas de madera, clavando el material y componiendo los elementos manualmente», explica Mariana Barturen. «Requiere una técnica que hay que aprender». Y es que hablamos de sombreros hechos a medida, un oficio que involucra clavos, martillos y alicates con el saber hacer. «Lo nuestro es el trabajo artesano, la pieza única», comentan Miguel y Jesús, de Sombreros Conchitta. «Es la alta costura del sombrero».

Ideas a cubierto

Es el accesorio de moda, pero ellos llevan años cultivando este oficio. La meta: seguir vistiendo las cabezas de fantasía.

«En la cabeza no hay límites. A pesar de ser un espacio reducido, ofrece mucha libertad para expresarse». Mayaya Cebrián y Pablo Merino.

«El sombrero engancha. Entras en la tienda buscando algo discreto y sales con un sombrero llamativo y ninguna gana de pasar desapercibida». Juan Díaz y Miguel Marzo.

«Si mis diseños se vendieran en Zara, se rompería la magia. Dejaría de hacer sombreros». Candela Cort.

«Nunca me he planteado salir fuera. La sombrerería es un oficio demasiado artesanal para masificarlo». Mabel Sanz.

«Me encantaría ver una mayor colaboración entre los gremios». Mariana Barturen.

De izquierda a derecha, Moisés Nieto, Eugenia Silva, Sara Coleman, Elisa Palomino, Juan Vidal y Nicolás Vaudelet.

Gonzalo Machado

05/ GARANTÍA DE FUTURO

La nueva generación de modistos españoles sorprende por su talento, pero sobre todo por su madurez. «Vivimos una era loca; cada año salen nombres nuevos», cuenta Juan Vidal. «Pero es imposible presentar una colección y convertirse en el dios de la moda en la siguiente». Tienen las cosas claras, y saben lo que hace falta para abrirse camino en un mundo cada vez más complicado. «Tal vez antes era suficiente tener un mercado nacional, pero ahora, cuando la economía falla, es básico dirigirse a mercados internacionales», explica Elisa Palomino. Pero sobrevivir en esta industria no es solo cuestión de talento. «Tan importante como crear moda es venderla», comenta Moisés Nieto. «A los jóvenes les faltan contactos. Un intermediario que les permita conocer cómo funciona una empresa y hacer colecciones a gran escala», puntúa Nicolás Vaudelet, que este año lanza su propia firma. Sara Coleman señala al mismo culpable (la falta de medios) para introducirse en el mercado. «Cibeles está muy bien como apoyo a la promoción, pero falta una plataforma con un enfoque de negocio», explica. ¿La solución? «Ojalá empresas de producción y distribución como Inditex se aliaran con diseñadores españoles para comercializar sus líneas», fantasea Coleman.

Talentos frescos

Son el relevo. Sueñan con un futuro prometedor para la moda y están dispuestos a luchar para abrirse un hueco dentro y fuera de España.

«Sería interesante rescatar la tradición del folclore. Los diseñadores internacionales, como Moschino, la utilizan, pero nosotros la rechazamos». Moisés Nieto.

«El tema del éxito es muy relativo. En España, parece que hace falta demostrar que eres alguien fuera para que te reconozcan». Sara Coleman.

Si los medios, las empresas y el Gobierno los apoyaran, los jóvenes creadores podrían darse a conocer y ganarse la confianza del público». Elisa Palomino.

«Fuera, no les importa de dónde vienes ni dónde desfilas. Si creen que el producto es bueno, se arriesgan». Juan Vidal.

«Empiezo un proyecto en solitario, claro que tengo miedo. Pero tengo la oportunidad de buscar mi estilo. Espero encontrar la raya marinera de Gaultier». Nicolás Vaudelet.

De izquierda a derecha, Eugenia Silva, Rafael Castañer, Pepe Amat, Paco Gil, Pura López y David Bell.

Gonzalo Machado

06/ LA INDUSTRIA A SUS PIES

Calidad y diseño avalan las firmas de calzado españolas, que avanzan con paso firme y convierten la crisis en impulso. «Estamos saliendo al exterior en busca de soluciones», comenta Pepe Amat, de Magrit, una empresa familiar con 80 años de historia. «Cada vez damos más importancia a la estética y al concepto de firma de moda, con colecciones potentes que marcan tendencia». Pero en el camino también se encuentran obstáculos. El principal: la falta de industria. «En nuestro país no hay grandes empresas, y con la globalización debemos enfrentarnos a dos grandes problemas: la competencia del exterior a nivel fabricación –con producciones a gran escala y precios más asequibles– y la presencia de grandes firmas con grandes presupuestos de publicidad». Una idea con la que coincide Rafael Castañer. «Sabemos fabricar y la calidad es nuestra mejor baza. Nuestro déficit es el marketing», comenta. «En el mercado actual, tener un buen producto no basta. Hay que saber venderlo», coincide David Bell, director de marketing de Mascaró y Pretty Ballerinas. «Desarrollar la marca es una parte esencial del proceso: crear un sello propio y único que te distinga de los demás». La idea parece común: tenemos el ‘savoir faire’, la calidad y el talento, pero nos falta seguridad. «Primero tenemos que darnos cuenta de nuestra capacidad», afirma Pura López, que finaliza: «España es un país de genios, pero no nos lo creemos».

Zapateros prodigiosos

Su reputación los precede y están decididos a hacer del diseño español un referente internacional.

«Una pieza no solo tiene que ser bonita y estar bien hecha. Tiene que conseguir atraparte, hacer que necesites tenerla. Y el zapato tiene ese magia». Rafael Castañer.

«El fabricante español se está despegando del trabajo tradicional. Cuida la calidad, pero lo hace con la mentalidad de una marca de moda». Pepe Amat.

«Trabajamos con Francis Montesinos, Dolores Cortés… Ellos ponen sus ideas, nosotros las nuestras, y el resultado es positivo. Esa unión hace fuerte al diseño español». Paco Gil.

«Ante la crisis hay dos opciones: derrumbarse o pelear. Personalmente, ¡prefiero tomármela como un estímulo!». Pura López.

«Nos cuesta vendernos, es una enfermedad española. Pero tenemos que crear un nombre, un sello. Como Louboutin y su suela roja». David Bell.

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