Nuevas emprendedoras tejiendo empresas y redes más allá de la suerte
La ruptura de prejuicios es, precisamente, lo que une a estas mujeres. Conscientes o no, no es fácil ser una mujer joven con una idea de éxito.
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Aunque cada uno de los exitosos proyectos de estas emprendedoras es diferente, es curioso comprobar cómo la palabra comunidad se repite en la historia de cada una. El concepto de red ha sustituido al de competencia. “Hemos ido creciendo gracias a nuestra comunidad digital. Al final, nuestro producto es para mostrarlo con orgullo en las redes. Nuestros clientes se han ido convirtiendo poco a poco en nuestros embajadores”, cuenta Pepita Marín. Hace justo 10 años fundó junto a su socio, Alberto Bravo, esta empresa de kits para tejer, “algo que en España estaba asociado a lo antiguo, al pasado”, cuenta, y en 2020 facturaron 15 millones de euros. Hoy venden casi todo su producto fuera de España, y emplean a más de 30 personas, la mayoría mujeres, en su sede de Madrid. “Hay algo que no se suele mencionar cuando se habla de emprendimiento, el factor suerte. Nos hemos sacrificado muchísimo, pero siempre hay algo que escapa a tu control: estar en el momento adecuado en el sitio correcto”, confiesa.
O saber detectar qué falta en el engranaje cotidiano para que las cosas funcionen. “Siempre que he emprendido lo he hecho desde las carencias que he encontrado en el día a día”, afirma Yaiza Canosa. Así fue como fundó GOI, un empresa de logística integral para envíos voluminosos que también trabaja en comunidad, poniendo en contacto a transportistas con marcas. Actualmente cuenta con más de 90 empleados y una red de más de 400 transportistas. “Supongo que el gen del emprendimiento se tiene o no se tiene. En mi caso es algo que siempre tuve dentro y tuve que sacarlo”, comenta.
Aída Martínez y Cristina Ferreiro fundaron en 2015 Patasbox, un servicio de suscripción de productos para mascotas que también nació de la necesidad de encontrar accesorios para las suyas propias. Hoy tienen una red de suscriptores que supera los 20.000, están ampliando el negocio fuera de España y han comenzado a fabricar juguetes propios. “Pero no queremos crecer rápido, preferimos centrarnos en los que estamos haciendo y ser autosuficientes, no deber nada a terceros, aunque por ello vayamos más lento”, comenta Aída Martínez. La comunidad digital también es la clave de su negocio. Ya son el club para mascotas más seguido de Instagram (140.000 followers), “Solemos lanzar campañas con hashtags para que nuestros seguidores los compartan. Estos meses hemos hecho una contra el abandono animal, #elveranojuntos, para concienciar sobre el problema y buscar hogar a perros abandonados”, explican.
La importancia de conectar talento es, precisamente, el mensaje que lleva varias décadas propagando Kavita Parmar. Esta emprendedora india, que trabajó como diseñadora en Londres y como fabricante en Asia, se dio cuenta muy pronto “de la destrucción del tejido artesanal. Viví las dos caras de la moneda, así que cuando llegué a España quise poner ese conocimiento al servicio de una moda más real”.
Pionera en sostenibilidad, primero fundó la marca Raasta en 2001, para después gestar IOU, la primera firma que puso en marcha un sistema de trazabilidad a partir de códigos QR en las etiquetas. “Hubo un momento en que los tejidos madrás empezaron a tardar más en llegar porque los artesanos sabían que el cliente conocería su rostros y su nombre y se afanaban en tejerlos”, comenta. Ahora ha fundado Xtant, un festival que acaba de clausurar su primera edición en Mallorca y cuyo fin es “poner en contacto a artesanos de todo el mundo, entre ellos y con distintas marcas. Es increíble el sentido de comunidad que se genera dentro este tipo de oficios”, explica Parmar.
El impacto social de cada uno de estos negocios es la otra palabra clave para estas mujeres. “Para mí es lo más importante. Saber que con mi trabajo hago la vida más fácil al resto –explica Yaiza–. Recuerdo una vez que uno de los transportistas con los que trabajamos vino directamente a mi despacho a decirme que le encantaría que su hijo también trabajara con GOI, porque a él le había cambiado la vida. Esa es la mejor satisfacción que puedo tener como emprendedora”, dice. Kavita Parmar confiesa también haber dicho que no “a empresas multinacionales con mucho dinero porque, sinceramente, yo era incapaz de contradecir mis principios. Necesito que mi trabajo sea auténtico y que de verdad ayude a la gente”.
Aída y Cristina tuvieron claro desde el principio que esto se trataba de equilibrio: “Desde que empezamos, donamos un 20% de los beneficios de las cajas a protectoras de animales”, cuentan, Y en el caso de We are Knitters, la mayor satisfacción la han encontrado en romper prejuicios en torno al hecho de tejer. “Tiene una función terapéutica, ayuda a calmar la ansiedad, y el hecho de crear tus propios productos con las manos sirve a mucha gente”, comenta Pepita. Como no podía ser de otro modo, su empresa reduplicó esfuerzos durante el confinamiento. “Mucha gente encontró en el punto una válvula de escape”, admite.“Y ahora se empieza a ver un repunte de consumidores masculinos”. Es más, la empresa ha colaborado recientemente con el británico Tom Daley, flamante medalla de oro en salto de trampolín en los pasados Juegos Olímpicos de Tokio, cuyas imágenes tejiendo durante los descansos se hicieron virales.
La ruptura de prejuicios es, precisamente, lo que une a estas mujeres. Conscientes o no, no es fácil ser una mujer joven con una idea de éxito. Pepita se dio cuenta de que lo había tenido más difícil por ser mujer cuando su empresa, We are knitters, ya era un éxito. “Al principio estaba tan obsesionada con sacarla adelante que no me fijaba en las pequeñas cosas. Pero hubo un día que eché la vista atrás y sí, me di cuenta de gestos, actitudes, a veces cierta condescendencia que se tiene ante las jóvenes empresarias”, explica. “Cuando entramos en ‘La lanzadera’, la incubadora de start-ups de Juan Roig, sí tuvimos que presentar nuestro proyecto a distintos inversores. Eso fue lo más complicado, que creyeran en la viabilidad de la idea”. “Puede que sea más complicado”, opina Yaiza Canosa, “pero yo siempre he dicho que tienes que usar esas limitaciones para marcar la diferencia y que, al final, hablen en tu favor”.
* Estilismo: Paula Delgado. Maquillaje y peluquería: Yurema Villa (Ana Prado) para Guerlain & MÖN ICON Team, Ariadna Martín (Ana Prado) para MÖN ICON Team y Fran Cabrera (Ana Prado) para Guerlain & Miriam Quevedo. Asistente de estilismo: Paula Alcalde.