El uniforme de los niños de la Lotería de Navidad no es el del colegio de San Ildefonso: ¿de dónde viene?
Los primeros conjuntos, de 1771, tuvieron inspiración napolitana. Ahora los niños de San Ildefonso llevan pantalones y faldas grises, tebas oscuras y cada año cambian el color de sus complementos, uno de los secretos mejor guardados del sorteo.
Cada año los niños de San Ildefonso cantan los premios de la Lotería de Navidad. Sus voces y sus paseos en uniforme por el escenario son sinónimo del 22 de diciembre. Pero ¿de dónde provienen los trajes que lucen? ...
Cada año los niños de San Ildefonso cantan los premios de la Lotería de Navidad. Sus voces y sus paseos en uniforme por el escenario son sinónimo del 22 de diciembre. Pero ¿de dónde provienen los trajes que lucen? No se trata de los uniformes que llevan cada día al colegio, como mucha gente cree, sino de conjuntos reservados para lucir en los sorteos de Loterías y Apuestas del Estado. Todo empezó en 1771, cuando Diego López se convirtió en el primer niño de San Ildefonso en cantar la Lotería de Navidad.
Por aquel entonces, explica Charo Rodríguez, directora de la Residencia Internado San Ildefonso, “parece que llevaban ropajes de estilo napolitano, porque de ahí es de donde vino la Lotería, en el reinado de Carlos III”. Apenas se conserva documentación de la época, por lo que resulta complicado trazar la evolución de estas prendas, que han ido variando a lo largo de estos 248 años de historia. Ha habido momentos en los que primaban los detalles dorados en los botones y los galones que adornaban las chaquetas, la pajarita fue un básico hasta que se cambió por la corbata una temporada… Óscar Vega, presidente de la Asociación de Ex Alumnos del Colegio San Ildefonso, asegura que en el futuro quieren investigar, recopilar todos los datos y curiosidades de su histórica institución y escribir un libro.
Las instalaciones de la asociación, situadas en la madrileña Costanilla de San Andrés, están repletas de fotografías antiguas que plasman cómo ha ido cambiando la vestimenta de los conocidos como ‘niños de la suerte’. Vega explica que él mismo cantó en varios sorteos, aunque nunca en el de Navidad (los niños de San Ildefonso participan en varios sorteos de Lotería Nacional a lo largo del año), a principios de los años ochenta. “Yo estuve en el colegio desde el 79 al 87. Entonces no teníamos uniforme, íbamos de calle y los pequeños con babi. Solo nos poníamos el uniforme para la Lotería. Era un traje normal azul oscuro con camisa blanca y pajarita y zapatos negros. Lo teníamos en el colegio, donde lo lavaban y lo preparaban y nos cambiábamos allí antes de los sorteos. Hasta te daban los zapatos, tú solo tenías que llevar la camisa”, recuerda Vega.
Ahora el internado es el responsable de guardar las prendas y se sigue el mismo método: el centro tiene los uniformes y los asigna a quienes participan en los sorteos. “A diario, en el internado no tenemos uniformes. En el vestuario de la residencia tenemos los trajes que se utilizan en la Lotería, todos los jueves y sábados en los sorteos ordinarios, y en los extraordinarios de los días 22 de diciembre y 6 de enero”, explica Charo Rodríguez. El internado y el colegio son hoy dos centros distintos, puntualiza la directora del primero: “La institución centenaria de San Ildefonso se segregó en los ochenta en dos recursos, el Colegio Público San Ildefonso y la residencia internado, que es donde viven los niños que participan en el sorteo. Algunos de ellos, además, estudian en el colegio, pero no todos”.
El colegio público sí tiene uniforme hoy en día –consistente en niki blanco, falda o pantalón gris, jersey carmesí y zapatos negros–, los padres votan cada año si quieren mantenerlo, y en el internado se viste de calle y los uniformes se reservan para el sorteo. En la actualidad son muy diferentes de los que se pueden contemplar en las fotografías conservadas por la asociación de exalumnos: camisas, faldas de cuadros con fondo gris y pantalones grises, tebas (chaquetas poco armadas, sin forro, con dos bolsillos laterales y uno superior), zapatos negros y pajaritas. El único detalle que varía año tras año es el color de las medias, las pajaritas o corbatas y los lazos, gomas o diademas que se pueden llevar como complementos.
“La organización de la Asociación Estatal de Loterías cambia cada año el tono de los complementos en función del diseño global del evento. Se añaden matices, pero nunca lo sabemos con antelación, se define solo días antes, se mantiene en secreto y es una sorpresa”, explica Rodríguez. Añade que los chavales no pueden personalizar en exceso su atuendo: “Hay que mantener un estilo, la línea clásica, se permite un poco de personalización pero no se pueden llevar detalles llamativos. Los niños van al camerino una hora antes del sorteo, ya vestidos desde el internado, y allí les llevan los detalles del color que cambian cada año y se los ponen”. En algunas ocasiones, como el año pasado, incluso ha habido polémicas por ese detalle del color del atuendo: en el sorteo de la pasada Navidad, en Twitter hubo quien apuntó que el tono amarillo de los complementos estaba ligado con el independentismo catalán, según recogió Huffington Post.
A principios del siglo XX el uniforme de los niños de San Ildefonso era mucho más formal que el actual. Vega aventura que la inspiración del conjunto tenía origen militar: “Se parecían mucho a los uniformes de gala de la Infantería de marina: gorra de plato, galones y raya lateral en los pantalones. Además, para la presentación llevaban unos guantes blancos, que luego se quitaban para el sorteo”. Hasta mediados de los años ochenta las niñas no participaron en el sorteo, la primera que cantó el Gordo de Navidad lo hizo en 1986, apunta el exalumno: “El uniforme ha ido cambiando desde entonces, hubo una época en la que se cantó con pantalón gris y chaqueta oscura, otra con chaqueta cruzada, luego se decidió quitar la pajarita y cambiarla por corbatas, aunque a mí me parece que la pajarita da un toque más distinguido”.
El conjunto fue cambiando poco a poco: la raya lateral dorada desapareció de los pantalones y los galones de la chaqueta. Lo mismo ocurrió con el chaleco (primero blanco, luego negro), que se eliminó del conjunto al cambiar el diseño de la chaqueta, que en los sesenta fue una americana de dos botones y en los noventa una clásica chaqueta cruzada de doble botonadura (eso sí, manteniendo siempre el color dorado de los botones), sobre la que algunas ocasiones los alumnos lucían escudos. “Hay que estudiar bien la historia, de dónde venimos, porque también se dice que los primeros uniformes eran así de formales porque los niños de la doctrina [nombre dado a los huérfanos que acogía el internado] solían acompañar los cortejos fúnebres. En el colegio había un coro y los niños cantaban en los funerales y escoltaban el ataúd, pero todo eso hay que investigarlo, recuperar nuestros orígenes”, recalca Vega.