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El club de los diseñadores parados

El mundo de la moda funciona como el juego de las sillas: para la música, y los diseñadores se sientan en la más cercana. Pero no hay sillas para todos. Con el cese de Tomas Maier en Bottega Veneta ya son muchos los creadores que están en el limbo. Repasamos la lista de desempleados del lujo.

Tomas Maier. Nadie sabe exactamente las causas del divorcio entre Bottega Veneta y el diseñador alemán, tras 17 años de exitosa convivencia. Maier definió la marca italiana que se asocia con el lujo sereno y artesanal, alérgico a los logos (el lema de la casa es “cuando tus iniciales son suficiente”) y la saneó económicamente. En 2012, Bottega Veneta superó los mil millones de beneficio y, durante un tiempo, hasta que Saint Laurent se convirtió en la etiqueta del momento gracias a Hedi Slimane, la firma italiana fue la segunda más lucrativa del grupo, después de Gucci. Está por ver qué hará ahora Maier, de 61 años, porque Kering ha cerrado también su marca propia, que tiene entre 20 y 30 empleados. Lo único que ha dicho es que “está deseando vivir el próximo capítulo de su vida”. Maier, uno de los creadores de moda más discretos, siempre ha mostrado también interés en el diseño de interiores.Stefanie Keenan (Getty Images for Hammer Museum)
Phoebe Philo. La ex diseñadora de Celine es, desde finales de 2017, una desempleada por decisión propia. Dado el giro espectacular que dio a la marca francesa durante sus años allí, convirtiendo un nombre adormilado en la casa de moda más influyente y actractiva (y casi multiplicando por cuatro sus beneficios), la especulación sobre dónde podría ir a parar la británica es incesante. Se habló de Burberry pero esa silla ya está ocupada por Riccardo Tisci (un emparejamiento que de entrada fue chocante) y, de alguna manera, su elevado perfil la coloca sólo en las maisons de primer nivel, es decir Dior o Chanel. ¿Podría ser ella la susituta de Karl Lagerfeld si éste decide algún día retirarse? No sería la primera vez que le cede un puesto. Philo se ocupó de Chloé en los dosmiles, cuando Lagerfeld dejó la creatividad de la casa francesa. Por otro lado, la británica ha demostrado que tiene poca prisa. Cuando dejó Chloé en 2006 estando en lo más alto, se tomó tres años fuera de la industria para criar a sus hijos.Kevin Mazur (Getty Images for TIME)
Alber Elbaz. El nombre del diseñador israelí suena cada vez que hay una vacante en una firma potente, como ocurrió con Dior a finales de 2015. Pero lo cierto es que el modista lleva en el paro desde octubre de ese año, cuando se certificó su amargo divorcio de Lanvin, la casa que transformó por completo en sus 14 años al mando. De todos los diseñadores en busca de silla, es el que ha sido más sincero al hablar de su situación. En una charla que dio unos meses después de su despido (le acusaron de “mala calidad” en su trabajo, algo que contradice su reputación de perfeccionista) en la escuela Parsons de diseño dijo: “Durante meses después de dejar Lanvin caminé por París bajo la lluvia. No sé si realmente llovía o eran mis lágrimas”. También admitió que sentía cierto alivio de no tener que seguir al día con el brutal calendario de la moda, con “esa sensación de estar medio muerto cuando acabas una colección y saber que ya vas tarde con la siguiente”.Carlos Alvarez (Getty Images)
Stefano Pilati. Se encargó de Yves Saint Laurent durante ocho años, desde que se fue Tom Ford en 2004 hasta que llegó Hedi Slimane en 2012. Más tarde, el milanés nacido en 1965 se ocupó de la dirección creativa de Zegna y desde febrero de 2016 busca su sitio. En junio del año pasado y de nuevo en enero de este año insinuó a través de una historia de Instagram que lanzaba una colección de moda agender llamada Random Identities, pero la nueva marca no se ha concretado.Bertrand Rindoff Petroff (Getty Images)
Peter Copping. Cuando falleció Oscar de la Renta en 2014, se colocó a este británico con currículum en Sonia Rykiel, Nina Ricci y Louis Vuitton, al frente de su firma. Sobre el papel, parecía perfecto. Copping compartía el espíritu clásico del “buen gusto” estilo Park Avenue del fundador y contaba con el beneplácito de Anna Wintour, que había sido instrumental a la hora de posicionar Oscar de la Renta. Pero el arreglo no duró mucho. Tras dos años y sólo tres colecciones de prêt-à-porter, Copping dejó la marca, de la que ahora se ocupan Fernando García y Laura Kim, los fundadores de Monse. El diseñador se presenta ahora como colaborador de la revista Architectural’s Digest y vive junto a su marido en una envidiable mansión de Normandía en la que guardan su colección de antigüedades del siglo XVIII. A juzgar por su preciosista Instagram, no tiene mucha prisa por volver al circo de la moda.Taylor Hill (FilmMagic)
Alessandra Facchinetti. La italiana acumula una lista de salidas traumáticas en varias firmas. Colaboradora de Tom Ford en Gucci, Facchinetti quedó al mando cuando él dejó la firma en 2004. Duró sólo 18 meses por diferencias con la empresa. Más tarde, Valentino Garavani la nombró sucesora cuando él se retiró en 2007. Aunque al principio todo fueron alabanzas, al diseñador al parecer no le gustó que Facchinetti no tirara demasiado de sus archivos, y la empresa la despidió en 2008. Más tarde creó su propia marca, Uniqueness, en colaboración con el grupo Pinko, pero la cerró para encargarse de la dirección creativa de Tod’s en 2013. En 2016 la diseñadora y la empresa partieron peras y desde entonces no se ha reubicado.Victor VIRGILE (Gamma-Rapho via Getty Images)
Francisco Costa. Hay un papel especialmente ingrato en la moda, ser el “último novio” antes de que la marca encuentre al que parece ser el amor de su vida. Y a Costa le tocó encarnar ese rol en Calvin Klein, donde se encargó de las colecciones de mujer desde 2004 hasta 2016. Justo después llegaría Raf Simons rodeado de fanfarria y la industria entera se olvidó de este brasileño, que llegó a Nueva York en los noventa sin hablar apenas inglés. Oscar de la Renta captó su talento en un stage y lo tomó bajo su protección. Más tarde, trabajó con Tom Ford tanto en Gucci como en Yves Saint Laurent. Desde su salida de Calvin Klein, ha mantenido un perfil bajo.Andrew Toth (Getty Images)
Christopher Bailey. Una de las personas que mejor cae en la industria de la moda, el británico llegó a acumular un poder inusual en Burberry. No era solo el diseñador, también presidente y director creativo, con poder ejecutivo real y el sueldo más alto de todo el sector. Fue la manera que tuvo la marca de agradecerle que le diera la vuelta por completo durante sus 17 años allí. Se encontró con una venerable pero anticuada factoría de bufandas y gabardinas y la convirtió en una verdadera referencia de moda. Por el camino, abrazó innovaciones como el see now buy now (poner la colección a la venta inmediatamente tras el desfile, sin esperar los clásicos seis meses) y reconoció la importancia del mercado chino. Pero incluso los matrimonios más sólidos llegan a su fin y Bailey dejó Burberry el año pasado. Se ha tomado un par de años sabáticos para ocuparse de las dos hijas pequeñas que tiene con su pareja, el actor Simon Woods y ha insinuado que puede que lo que haga después sea totalmente distinto a lo que consiguió en Burberry.