De Coachella a Ibiza: la horrible invasión del bikini festivalero de cinta adhesiva
La peor y más insalubre tendencia de la temporada de festivales aterriza en España tras lucirse en otros macroeventos por el globo.
Se habían visto en Coachella, en el festival Ultra, en la semana de la moda de baño de Miami y, por lo pronto, ya han aterrizado aterrizado en España. Los bikinis hechos de cinta adhesiva se han dejado ver en la apertura de Zoo Project, una fiesta semanal en Ibiza, confirmando lo que se venía perfilando desde hace unos meses: la tortura de pegarse tiras adhesivas en los pezones (y hasta en los labios vaginales para simular una braguita brasileña o un tanga) viene dispuesta a reemplazar a las coronas de flores, los tatuajes tri...
Se habían visto en Coachella, en el festival Ultra, en la semana de la moda de baño de Miami y, por lo pronto, ya han aterrizado aterrizado en España. Los bikinis hechos de cinta adhesiva se han dejado ver en la apertura de Zoo Project, una fiesta semanal en Ibiza, confirmando lo que se venía perfilando desde hace unos meses: la tortura de pegarse tiras adhesivas en los pezones (y hasta en los labios vaginales para simular una braguita brasileña o un tanga) viene dispuesta a reemplazar a las coronas de flores, los tatuajes tribales temporales o la joyería para la cadera. Lo que viene a ser convertirse en la tendencia más odiada de la moda festivalera este 2019.
La fiebre por este atuendo, que se ha viralizado por haberse visto en modelos y gogós contratadas con cuerpo a lo Ratjkowski para amenizar fiestas de toda índole, empezó en la semana de la moda de baño de Miami en 2018 y en la New York Fashion Week para después saltar al entorno de macrofestivales. Quién ha ideado este negocio es, oh sorpresa, un hombre. El diseñador, Joe Alvarez, reside en Miami y se autoproclama ‘The King of tape’ (el rey de la cinta), ypionero en el el body tape art, que vendría a ser el arte de poner minúsculas tiras de cinta americana sobre el cuerpo de mujeres. Alvarez creó The black tape project como la primera firma en comercializar este tipo de prendas, y cuando decimos prenda nos referimos a un rollo de cinta metálica que vende a unos 30 dólares la unidad en su web.
Con las evidentes perspicacias que levanta el invento (¿es resistente al agua?, ¿se retira de forma indolora?, ¿no será esta otra tortura veraniega destinada a alimentar las inseguridades corporales femeninas?), una periodista australiana, Deni Kirkova, decidió probarlos el pasado fin de semana en un playa de Melbourne bajo la premisa «¿puede una mujer ‘normal’ lucirlo sin problemas?». En concreto, se colocó la cinta de ‘unicornio iridiscente’. ¿El resultado? Tardó muchísimo en poder cortar las minipiezas del bikini y certifica que la cinta no resiste a las inclemencias del tiempo, como fue su caso, el de fuertes rachas de viento. «Lo creas o no, este estilismo no es el más apropiado para la playa. Tuve que huir de algunos pájaros y la cinta empezó a despegarse mientras lo hacía». Tampoco es resistente al agua (adiós a los chapuzones) y no es recomendable beber demasiados líquidos porque ir al baño implica despegar y volver a pegar la cinta una y otra vez. Pocas ventajas y muchos inconvenientes para la que para muchos es la tendencia festivalera más cosificadora del verano. Casualmente, en su cuenta de Instagram (con 86.000 seguidores) no aparece ni un solo hombre luciendo bañadores iridiscentes hechos de cinta americana.