David Bowie: la leyenda que cambió el vestuario de la música

S Moda entrevista en exclusiva a la comisaria de la primera exposición internacional sobre Bowie. Un tributo del museo V&A, en colaboración con la firma Gucci, al artista británico más influyente.

Era el primer nombre de una lista muy pequeña, de apenas tres artistas, sobre los que el museo discutía preparar (o no) una exposición», confiesa a S Moda Victoria Broackes, comisaria de la retrospectiva David Bowie, del 23 de marzo al 28 de julio, en el museo Victoria & Albert de Londres, en colaboración con Gucci y Sennheiser. En aquella primera reunión, hace dos años, participó también gente de la industria discográfica. Todos estaban de acuerdo: «Solo Bowie reunía los requisitos», recuerda.

Pronto descubrieron que el artista británico tenía su propio archiv...

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Era el primer nombre de una lista muy pequeña, de apenas tres artistas, sobre los que el museo discutía preparar (o no) una exposición», confiesa a S Moda Victoria Broackes, comisaria de la retrospectiva David Bowie, del 23 de marzo al 28 de julio, en el museo Victoria & Albert de Londres, en colaboración con Gucci y Sennheiser. En aquella primera reunión, hace dos años, participó también gente de la industria discográfica. Todos estaban de acuerdo: «Solo Bowie reunía los requisitos», recuerda.

Pronto descubrieron que el artista británico tenía su propio archivo en Nueva York. Un exhaustivo catálogo con más de 75.000 referencias registradas, que incluía –además del vestuario de videoclips y giras– material gráfico, bocetos, partituras, storyboards… «De más de 100 trajes, elegimos 60, que son los que caben en el espacio que dedica el museo a esta muestra», explica Broackes. Diseños de Kansai Yamamoto, Freddie Burretti o Mark Ravitz, que son el punto de partida de una historia estética a través de los nombres (y movimientos) que inspiraron su universo creativo.

Si tuviera que elegir un diseño del archivo…

¡Qué difícil! Quizá el mono de Kansai Yamamoto [1973]. ¡Es espectacular! Pero, en realidad, lo más fascinante es explicar el contexto de cada pieza a través de objetos del propio museo. Por ejemplo, carteles de obras de teatro kabuki del siglo XIX, una de las referencias que inspiraron a Bowie en aquella época. O los diseños que presentó el propio Yamamoto en la pasarela de Londres en 1971. Fue el primer japonés en desfilar en la capital inglesa. Y lo más interesante es que Bowie asistió a ese desfile. Lo que demuestra que siempre ha ido por delante. Tiene un sexto sentido que le permite descubrir y rodearse de los creativos más innovadores.

¿Cómo describiría la identidad creativa de David Bowie?

Bebe de muchas fuentes. Del expresionismo alemán al surrealismo, pasando por el teatro, la literatura, el cine, la filosofía, el jazz… Y lo más sorprendente no es que tuviera intereses tan dispares desde el primer disco, sino que lograse sintetizar todas esas influencias y diese forma a algo totalmente nuevo y revolucionario. Nunca eligió el camino más fácil. Todo lo contrario. Desde el principio trabajó muchísimo.

Y sigue incansable…

¡Exacto! Tiene gracia. Porque mi compañero, el comisario del V&A Geoffrey Marsh, y yo formulamos esa misma idea: sea lo que sea lo que esté haciendo ahora, seguro que no está de brazos cruzados. Solo tienes que analizar su volumen de trabajo a lo largo de toda su trayectoria: la media es de un concierto cada once noches durante treinta años. Sin contar proyectos cinematográficos, grabaciones en el estudio, bocetos de puesta en escena… Tarde o temprano tenía que volver con un nuevo disco [el músico británico acaba de publicar The Next Day].

David Bowie (con parche en el ojo) interpreta Rebel Rebel en el programa de televisión TopPop, en 1974, en Holanda.

Getty Images

Existen tantos Bowies como proyectos, ¿con cuál etapa se queda? 

Más que un trabajo concreto, admiro su capacidad para ir más allá y romper las barreras. No es fiel a ninguna fórmula de marketing de la industria. Siente la necesidad de evolucionar con cada nuevo álbum. De manera que tanto si te gusta el siguiente paso como si no, es imposible no sentirse fascinado… Ziggy Stardust, Jack Halloween, Diamond Dogs…

Todos sus álter egos son iconos recurrentes sobre la pasarela [esta primavera-verano su armario inspira la colección de Gaultier].

Sin duda. Lo que nos ha colocado en una situación privilegiada a la hora de preparar la exposición.

¿Existe hoy algún artista que tenga esa misma capacidad para influir tanto en la moda como en la cultura?

Sinceramente, no lo creo. Porque Bowie no es solo un artista superventas, sino que es una figura de culto. Una combinación muy difícil de conseguir hoy en día.

Por mucho que lo intente Lady Gaga… 

No me atrevo a señalar la razón, pero creo que tiene mucho que ver con la integridad artística. Es la autenticidad frente al plagio. Bowie defendía que podías ser quien quisieras. Pero de alguna manera hoy muchos artistas parecen disfraces.

¿Ha conocido a Bowie en persona? 

Me habría gustado, pero no. En cualquier caso, tiene su lógica que no hayamos trabajado juntos. Porque el resultado habría sido distinto. No es su exposición. Es la visión del museo V&A sobre su universo.

¿Cuál es su primera memoria del cantante? 

Lo descubrí tarde. A mediados de los años 70. De hecho, mi primer álbum fue una recopilación. Pero recuerdo que mi mejor amiga tenía el sencillo de Life on Mars? Yo debía de tener 11 o 12 años y no dejábamos de ponerlo en el tocadiscos. Una y otra vez. Todavía es una de mis canciones favoritas. Pero reconozco que me habría gustado vivir la era Ziggy y asistir a sus primeros conciertos.

Bowie en una actuación como Ziggy Stardust en el Radio City Music Hall de Nueva York, en 1973.

Corbis

¿Ha cambiado su visión de Bowie tras estos dos años de investigación? 

¡Sin duda! Conocía todas sus colaboraciones artísticas, pero no sabía hasta qué punto estaba involucrado personalmente en la creación de su imagen.

Él era su propio estilista.

Así es. De hecho, enviaba bocetos a los diseñadores de moda con los que trabajaba –como Freddie Buretti o Mark Ravitz– con trazos de lo que quería. E incluso escribía el storyboard de sus videoclips. Lo puede confirmar el propio David Mallet, director del clip Ashes to Ashes (1980). Quizá la música pop parezca hoy el camino más fácil para conseguir la fama y el estrellato, pero no lo fue para él. Tuvo que dejarse la piel en cada una de sus etapas.

La industria ha cambiado. 

Sí, incluso en los tiempos. Porque Bowie tardó de cuatro a seis años en abrirse un hueco en el mercado. Un periodo que para él fue muy importante a nivel formativo. Hoy sería impensable. Si el primer disco no funciona, ¡descartado!

¿Echa de menos la integridad de los 60 y 70? 

El mundo era distinto. El individualismo no era un derecho reconocido. Sin duda, Bowie no inventó ese concepto, pero ayudó a cambiar la actitud de los jóvenes y marcó el inicio de una revolución estética.

Su historia (y la de toda una generación) puede trazarse fácilmente gracias a la ayuda de su archivista.

Sin duda, gracias a él, descubrimos, por ejemplo, que Bowie quiso realizar una película de Diamond Dogs. Esbozó el storyboard, trazó el perfil de los personajes, rodó escenas… En la exposición se mostrará una animación inédita sobre este proyecto.

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