Cuatro damas en serie

Las cuatro directoras de vestuario más importantes del momento explican cómo se recrea una época a través de la ropa.

Juan Aldabaldetrecu

MILDRED PIERCE


Ha cautivado a la crítica con su dramatismo, pero también con su poderoso vestuario. Mildred Pierce (producida por HBO y emitida en España en Canal+) es una miniserie de cinco capítulos basada en la novela homónima de James M. Cain (autor también de El cartero siempre llama dos veces y Perdición). Kate Winslet, quien ganó un Emmy por este papel, interpreta a una madre soltera que lucha contra viento y marea, en plena Gran Depresión, por lograr una estabilidad económica y ganarse el amor de su hija.

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MILDRED PIERCE

Ha cautivado a la crítica con su dramatismo, pero también con su poderoso vestuario. Mildred Pierce (producida por HBO y emitida en España en Canal+) es una miniserie de cinco capítulos basada en la novela homónima de James M. Cain (autor también de El cartero siempre llama dos veces y Perdición). Kate Winslet, quien ganó un Emmy por este papel, interpreta a una madre soltera que lucha contra viento y marea, en plena Gran Depresión, por lograr una estabilidad económica y ganarse el amor de su hija.

La responsable de los 66 cambios de ropa por los que pasa Winslet a lo largo de los cinco capítulos es Ann Roth, toda una leyenda en el diseño de vestuario. A sus 80 años, Roth, todavía en activo, trabajó jornadas interminables hasta que supervisó la ropa de los 2.000 extras que aparecen en la serie. «Es increíble su capacidad de trabajo. A las cuatro de la mañana te la encontrabas haciendo llamadas para asegurarse de que la ropa estaba lista», explica Kate Winslet en el making of de la serie.

Ann Roth trabaja con la seguridad de quien ha ganado un Oscar (El paciente inglés) y ha estado nominada en otras tres ocasiones. Es obsesiva con los detalles y a la hora de crear las prendas entra dentro de la mente del personaje. «Un día me dijo que no quería que pareciese que llevaba el pelo limpio. Me comentó que le daba la sensación de que Mildred solo se lavaba el pelo una vez por semana. Los domingos a las cuatro, concretamente. Yo me quedé sorprendida de la seguridad con la que hablaba del personaje. Son esos detalles los que hacen su trabajo tan especial». Ann Roth lleva trabajando en vestuario desde 1964 y tiene 190 películas y obras de teatro a sus espaldas. En los rodajes tiene fama de insistir mucho en los detalles. Al contrario de muchos compañeros de profesión, no se considera «una persona a la que le interese la moda», en el sentido general de la palabra, y confiesa que nunca ha estado en un desfile. Para ella la inspiración proviene de la gente real porque «sería terrible que un actor se pareciera a otro actor de otra época y no a una persona que existió en la realidad».

Lejos de ir mermando el número de proyectos que acepta, en el último año ha firmado el vestuario de cinco películas y una serie de televisión. Y ha rechazado muchos. Todo el mundo en Hollywood quiere trabajar con una leyenda «que no viste a estrellas, sino a simples actores».

Carolina Bang, como Patsy Stone. Para emular al personaje, Carolina luce bolero de plumas de Zara, pendientes de Giorgio Armani y collar de Hermès.

Juan Aldabaldetrecu

ABSOLUTELY FABULOUS

Fue un hito televisivo en la década de los 90 y uno de los éxitos más insólitos de la BBC. Escrita y protagonizada por la humorista británica Jennifer Saunders, esta comedia proporcionó una mirada irreverente e hiperbólica al mundo de la moda y las relaciones públicas. Conocida por su abreviatura –Ab Fab– cuenta las peripecias de dos amigas: Edina Monsoon (Jennifer Saunders) y Patsy Stone (Joanna Lumley). Ambas trabajan –o algo parecido– en la industria de la moda londinense y se gastan sus sueldos en alcohol, estupefacientes y cualquier cosa que prometa el último elixir de la eterna juventud.

La serie se estrenó en 1992 y durante 12 años parodió sin rubor la marquitis de una época de boom económico y adelantó los excesos del actual culto a la fama. Sus diálogos, plagados de salidas políticamente incorrectas e incontables darlings, ya forman parte de la cultura popular británica. Tanto es así que la BBC retransmitirá tres nuevos episodios a principios de 2012 para celebrar el 20 aniversario de la serie y Saunders baraja la posibilidad de llevar a sus personajes a la gran pantalla.

Sarah Burns, quien se encargó del vestuario los cuatro primeros años de vida de la serie, vuelve a vestir a Patsy y a Edina en los próximos capítulos. El papel de Burns fue fundamental para establecer las claves de estilo de la serie. «Los diálogos se escribían alrededor de prendas que yo encontraba, así que la ropa era esencial para construir los chistes». Las dos amigas tienen estilos muy diferenciados. «El atuendo de Edina siempre tiene que provocar sorpresa cuando baja las escaleras de su casa», explica Burns. «Nos basamos en gente que conocíamos por aquella época, que se ponían cualquier cosa de marca, sin importar que quedase bien ni que combinase. En cambio Patsy viste impecable. Es un personaje muy extraño, pero es elegante. Con ella utilizábamos casi exclusivamente prendas de Betty Jackson. Excepto cuando va de loba y se arregla a lo Ivana Trump». Para señalar posibles tendencias que nacieron en el plató de Ab Fab, Burns se muestra comedida. «Es difícil reclamar modas. Fuimos unas de las primeras en mostrar un vestido con pantalones debajo, pero no puedo decir que yo haya originado la tendencia. En la boda de su hija Saffy, Edina se viste de militar con una corbata de Lacroix. Era una manera de explicar que el personaje se había puesto en “modo mandón”, pero adelantó una explosión del estampado de camuflaje».

Los nuevos episodios son un reto para Burns que debe tener en cuenta la democratización de la moda con las cadenas low cost o el desembarco de los blogs. «Tengo que ser más sutil; ahora todo va muy deprisa. Lo último de lo último se vende en Primark en un santiamén y ya no hay piezas icónicas: en un mes ya se han pasado». Por eso Patsy conserva su estilo intemporal, pero Edina ha sufrido cambios radicales. «El choque de colores y estampados, el batiburrillo… Todo eso era excesivo en los años 90, pero ahora es tendencia. Veo a Edina en los escaparates de H&M».

Irene Montalá, como Lady Mary Crawley. La actriz española lleva vestido de Christian Dior, tiara de oro blanco y diamantes y pulsera fina, ambas de Bárcena; brazalete de Vendôme.

Juan Aldabaldetrecu

DOWNTON ABBEY

Mucho más que una serie; un fenómeno televisivo. Ganadora de cuatro premios Emmy, la producción británica emitida por Antena 3 cosecha éxitos en más de 100 países. La fórmula de Downton Abbey es sencilla pero infalible: consigue que los espectadores viajen en el tiempo y observen a la clase alta británica de principios del siglo pasado. Como hilo conductor, la riquísima familia Crawley, su castillo y sus problemas que ni todo el dinero del mundo pueden evitar.

Downton Abbey ha marcado tendencia más allá de la pequeña pantalla. Desde su estreno en 2010, los fantásticos atuendos de las tres hermanas Crawley han despertado un interés por la moda vintage del primer tercio del siglo XX. En el mercado británico se han disparado las ventas de guantes largos, perlas, capas y botas de cordones. Susannah Buxton, la encargada de su vestuario, no se imaginaba una repercusión de esta magnitud. «Cuando empezamos, el productor me pidió que hiciera el vestuario accesible a la mirada contemporánea. Además, quise hacerlo interesante: llamativo y a la vez realista». La serie se sitúa en una edad en la que ya no usan corsés, en la que ya está empezando la emancipación femenina y despunta lo que se considera la moda moderna. La diseñadora se inspiró en la silueta menos curvilínea y más fluida que popularizó el diseñador francés Paul Poiret. «Lady Mary, la primogénita, visita Londres a menudo y es la que va más a la moda. Lady Sybil, la pequeña, es menos convencional. Para sus escandalosos pantalones morunos me basé en los colores y cortes de los ballets rusos de Dhiagilev».

La serie empieza en la época de bonanza inmediatamente anterior a la Primera Guerra Mundial. La segunda temporada recoge el impacto del conflicto, que cambia sustancialmente la manera de vestir, sobre todo para las mujeres. «Tenían que desempeñar un rol más activo y no querían sentirse constreñidas por la ropa. Las faldas antes eran largas, estrechas y de cintura alta. Ahora se acortan y se sueltan. ¡Y se empiezan a ver los tobillos!», explica Buxton. La tercera temporada, en la que ya no estará implicada, arrancará a principios de la década de los 20. Aunque esos primeros años no son los más representativos del look flapper de las mujeres liberadas con faldas cortas de aquellos tiempos.

Buxton lleva trabajando 25 años como diseñadora de vestuario. En cada proyecto investiga a fondo las circunstancias históricas. Para Downton Abbey se basó en pinturas, fotografías de la época y los catálogos de grandes almacenes como Harrods, que por entonces ya habían abierto sus puertas. Es complicado encontrar prendas originales que no formen parte de colecciones de museos. «Y si se encuentran, son muy frágiles», explica. La solución pasa por comprar tela, paneles de encaje o pedrería vintage y crear los vestidos a partir de esas piezas antiguas.

Otra opción es el alquiler. Y uno de los lugares que más visita es la madrileña Sastrería Cornejo, de donde salen varios de los sombreros que aparecen en Downton Abbey. «Me encanta porque son muy hospitalarios y agradables. Aprovecho para sacar ideas de mis visitas al Prado».

Macarena Gómez, como Maggie Ryan. Para hacerse azafata, viste chaqueta y falda, ambas de Rochas; camisa de Ángel Schlesser, guantes de Varadé y bolso de Jil Sander.

Juan Aldabaldetrecu

PAM AM

Un uniforme azul y el espectador se traslada a la época dorada de la aviación gracias a esta serie, que ha supuesto la inmersión definitiva de Cristina Ricci en el mundo de la televisión. Producida por la cadena norteamericana ABC (en España la emite actualmente Canal+), relata las aventuras, los amores y las traiciones de un grupo de azafatas que viajan por todo el mundo, en un momento en el que la mujer prototipo estadounidense solía quedarse en casa cuidando de su «perfecta familia».

Para vestir a las elegantes azafatas de Pan Am –no solo para los largos vuelos trasatlánticos, sino también para su agitada vida social– Ane Crabtree ha hecho una gran labor de documentación. «He leído mucho sobre los años 60. Me he empapado de la música, del cine, de la fotografía… Pero, sobre todo, me he inspirado en personajes de la vida real. Nancy Ganis, productora ejecutiva de la serie, fue azafata de Pan Am entre 1961 y 1968 y mi madrina, Carol Crabtree, también trabajó para la compañía. Sus recuerdos y sabiduría han sido fundamentales para crear la ropa», sostiene. Crabtree asegura que con solo entrar a su despacho uno se puede sentir inmediatamente como en 1963. «Mi oficina es una locura. Todo está lleno de revistas de moda y catálogos de grandes almacenes de la época. Además, me he obsesionado con los personajes que eran importantes para la gente: Martin Luther King, Jacqueline y John F. Kennedy, The Beatles, los primeros astronautas, Bob Dylan… Los he tenido muy presentes».

Para Crabtree, que antes trabajó en Los Soprano, el reto de crear el vestuario de Pan Am ha sido interesante porque es una enamorada de la época. «Es un período histórico muy especial. La juventud luchaba por un cambio y un mundo mejor. Además, como los protagonistas viajan mucho, no solo hemos tenido en cuenta lo que pasaba en Estados Unidos, sino también lo que ocurría en el resto del mundo».

A las órdenes de Crabtree trabaja un equipo de 25 personas que confecciona el 50% de la ropa que llevan los personajes. La otra mitad del vestuario se compra y alquila en diferentes tiendas vintage de Estados Unidos o viene directamente de los armarios de los familiares del equipo. «Muchas cosas nos las prestan las abuelas y las madres de la gente que trabaja en la serie. Esas son mis piezas favoritas. Pero también compramos ropa en Right to the Moon Alice, en Nueva York. Y, por supuesto, hay que buscar en eBay, que es donde siempre se encuentran los mejores tesoros».

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