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Del cuero rojo a los flecos: las 12 tendencias de las que no escaparás este otoño

Las colecciones 'prefall' de las grandes firmas anticipan una temporada de sensatez y mucha funcionalidad en las compras de otoño.

Flecos. El avance de las nuevas colecciones se sacude los detalles superfluos para primar la practicidad. ¿Entre los pocos extras que pasan el corte? Los flecos, que se plantan en prendas y accesorios para aportar la dosis justa de movimiento y diversión. En Isabel Marant (en la imagen) lo hacen adscribiéndose a su acepción cowboy. En Michael Kors o Stella McCartney decoran abrigos y gabardinas y en Loewe y Bottega Veneta, sus bolsos.
Abrigo perfecto. Si algo tienen en común las colecciones prefall es su apuesta por prendas de fácil salida comercial. Mientras la creación se vuelca en las dos grandes temporadas (primavera-verano y otoño-invierno), las de enlace juegan sus cartas a las piezas que construyen fondos de armario. Esta vez, con el abrigo de líneas rectas que no envejece (en Off-White, Louis Vuitton o Versace, en la foto). Una filosofía que cobra más sentido que nunca en plena pandemia. «El minimalismo complementa la sostenibilidad a través de la compra de piezas de inversión atemporales», apuntan desde Edited. «Como es probable que los clientes tengan menos ingresos disponibles, se busca ofrecer productos básicos, clásicos y longevos».
Años setenta. En las revisiones del pasado nunca faltan las referencias a otras décadas. En el prefall se imponen los setenta por medio de pantalones anchos, chalecos, faldas midi y botas hasta la rodilla. Max Mara (en la imagen) lo tiene todo, pero también miran hacia ese periodo las colecciones de Victoria Beckham, Valentino o Paco Rabanne.
Botas todoterreno. La nostalgia ha demostrado ser una potente excusa para azuzar las ventas. Si en verano se observaba cómo se disparaban las prendas que retrotraían a la infancia (vestidos con pecheras de nido de abeja o camisas con cuello babero), en otoño se mirará a la adolescencia en busca de inspiración. Las botas de agua que Kate Moss paseaba en Glastonbury al estrenar milenio y las moteras que los iconos del grunge calzaban en los noventa se fusionan. El resultado es un modelo omnipresente en las nuevas colecciones que destaca por su carácter utilitario y por su suela gigante de goma. Cómodo y todoterreno, se lleva a cualquier hora del día y con prácticamente cualquier prenda (con o sin medias): con vestidos florales y de brillo, con trajes sastre, con faldas plisadas, con un total look de cuero y hasta con pantalones bermuda. En la imagen: bota blanca de Bottega Veneta (890 euros) y verde, de Camper (270 euros).
Americana XL. «En los últimos seis meses, las búsquedas para diseñadores genderless (sin género) han crecido un 97%, mientras que la palabras clave unisex ha subido en interés un 68% en medio año», explican desde el buscador Lyst. Triunfan las sudaderas, las camisetas y las camisas que no distinguen entre masculino y femenino. También la chaqueta de traje sastre. Esta última ahora se presenta en patrones oversized que recuerdan a las prendas del armario vecino. Es una proposición irrenunciable en firmas como The Row, Nina Ricci (en la imagen), Michael Kors o Deveaux.
Algún brillo. En la nueva normalidad tampoco se renuncia a los atractivos destellos de las lentejuelas. Los varios meses en chándal no han podido acabar con este incombustible recurso del que se declaran fan creativos y clientes. Eso sí, ahora los paillettes reniegan de la noche para adherirse a prendas cotidianas de amplio recorrido. Aparecen salpicadas en esta falda plisada de cuadros escoceses de Miu Miu, en vestidos que mantienen el cuello de camiseta en Bottega Veneta o combinadas con jerséis de punto en Tom Ford.
Tonos suaves. Los colores tierra del pasado otoño se relajan varios grados en la escala de la saturación y se convierten en suaves beiges y cálidos marrones. El resultado es una gama cromática acogedora que habla de protección, hospitalidad y certezas.  En Chloé se sigue mezclando con los tonos chocolate de los accesorios; en Nanushka o Isabel Marant se lleva con marrón caramelo y blanco nuclear; en Jil Sander, con negro y en Givenchy, con blanco. En la foto, Jil Sander (izda.) y Giorgio Armani (dcha.), en looks monocolor. La apuesta más intrépida aparece en firmas como Louis Vuitton o Batsheva en las que se combina con el rojo puro, otro color perseverante entre las nuevas propuestas.
Acolchados. La crisis del coronavirus afecta también a la comunicación. En las campañas de las marcas las imágenes aspiracionales ceden paso a una estética amateur que llega acompañada de mensajes más cercanos. Se busca el efecto doméstico con modelos sin maquillaje o fotografiadas en casa. ¿En las perchas? Prendas con el confortable acolchado de las batas caseras. En Fendi (en la imagen), Plan C, A.W.A.K.E. Mode...
Un capricho para el móvil. Este antojo no es baladí: libera las manos y a la vez permite tener siempre cerca el teléfono móvil. El precio, bastante inferior al de un bolso, amplía la demanda potencial. Quizá por ello el lujo se ha lanzado de cabeza al accesorio del momento, que se cuelga del cuello. Tom Ford (en la foto, a la izda.), Loewe, Louis Vuitton (a la dcha., colgante 380 euros), Marni, Gucci o Hermès ya estampan sus codiciadas iniciales en varios diseños.
Volumen excesivo. Los extravagantes zapatos de tacón de Amina Muaddi (favoritos de Rihanna o Dua Lipa) se agotaron durante el confinamiento demostrando que sí queda cierto espacio para la fantasía. En la nueva temporada estará presente por ejemplo en los vestidos de Valentino (en la imagen).
Cuero rojo. No faltaba en ningún armario, pero hasta hace no tantos años el cuero quedaba reservado a la polifacética cazadora motera y, con un poco de suerte, a algunos pantalones negros. Natural o artificial, el sedoso material ya ha demostrado sus infinitas posibilidades más allá de aquel caduco deje fetichista. La innovación tecnológica ha permitido nuevos tratamientos sobre el tejido, que lo hacen más dúctil y manejable. El desarrollo de alternativas veganas en el laboratorio amplía sus posibilidades: ahora es posible producirlo a partir de desechos biodegradables.
Bolso negro eterno. Los bolsos se cobijan en el infalible recurso del ‘básico imperecedero’. Frente a un panorama tremendamente incierto en todos los sentidos, estos accesorios se decantan por colores, formas y detalles invencibles. El negro y el marrón, las siluetas trapecio, los acabados rígidos y los toques funcionales como la combinación de asa superior y correa larga para colgar del hombro. Se trata de conquistar al consumidor tentándole con una compra segura y ajena a las tendencias, que sobrevivirá al largo plazo y que además es muy versátil. En la imagen arriba, bolso de Longchamp (330 euros) y, debajo, de Furla (425 euros).