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Cómo Madeleine Albright convirtió sus broches en una poderosa herramienta de comunicación

Albright, la primera mujer en dirigir la diplomacia de Estados Unidos y una de las figuras femeninas más poderosas del siglo XX, fallecía el miércoles a los 84 años.

Cuando Madeleine Albright tenía algún acto con niños, lo que ella llamaba “una situación Mickey Mouse”, se ponía un broche con el célebre ratón. Una pieza con pedrería, campanas y perlas que había comprado durante un viaje a Bruselas. La que fuera Secretaria de Estado con Bill Clinton, la primera mujer en ese cargo, fallecía el pasado miércoles a los 84 años por un cáncer. Los alfileres que se enganchaba en la solapa se convirtieron, a lo largo de su carrera diplomática, en su seña de identidad y canal de comunicación no verbal. Tanto que hasta el propio Vladímir Putin le confesó una vez a Clinton que siempre que veía a Albright se fijaba en su broche e intentaba descifrar el mensaje.
Todo empezó con Saddam Hussein. Cuando ella era embajadora de EE.UU. ante la ONU, la prensa afín al dictador se refirió a Albright como una serpiente, así que, según cuenta en su libro, Read my pins, la diplomática decidió llevar un broche en forma de serpiente cuando tuviera algún encuentro con los iraquíes.
Esta es la pieza que escogió entonces, una serpiente que tenía en casa. “Cuando salí de la reunión había un grupo de periodistas y uno me preguntó que por qué llevaba una serpiente”, recordaba Albright años después, “Cuando las cámaras hicieron zoom sonreí y dije que era mi manera de mandar un mensaje. Así que ahí pensé que eso podía ser interesante. Siempre me había gustado la bisutería, pero nunca se me había ocurrido que un alfiler también pudiera usarse como símbolo diplomático hasta ese momento”.Kathryn Scott Osler (Denver Post via Getty Images)
Más de 200 piezas, de todas las que fue acumulando a lo largo de su vida, fueron expuestas en 2009 en el Museo de Arte y Diseño de Nueva York. ¿Para la inauguración? Se puso este pin de la cabeza de la Estatua de la Libertad que luego repitió en varias ocasiones en la promoción de su libro.Marla Aufmuth
“Nunca pensé que podría ser Secretaria de Estado, porque nunca lo había sido ninguna mujer”, decía Albright. Uno de los broches que más repitió en los últimos años fue este, que precisamente representa el techo de cristal roto y que llevó en varias ocasiones para apoyar la campaña a la presidencia de Hillary Clinton.
Joyas antiguas, pero también muchas piezas de bisutería conforman una colección que hoy pertenece al Museo de la Diplomacia Americana, que abrirá al público en 2024. Estas palomas de la paz las llevó en el 50º aniversario de la fundación de la OTAN.Kathryn Scott Osler (Denver Post via Getty Images)
A la Rusia de Putin le dedicó muchos de sus mensajes en la solapa. Por ejemplo, durante el conflicto checheno, la exsecretaria se colocaba estos tres monos. Conocidos como los tres monos sabios, que se tapan las orejas, la boca (y los ojos y que los emoticonos convirtieron en símbolos mundialmente conocidos), buscaban llamar la atención de Rusia, porque la nación había adoptado la postura de no querer escuchar, ni ver, ni hablar de los crímenes de Chechenia. “El presidente me preguntó por qué llevaba esos monos. Le dije que por su política en Chechenia”, recordaba tiempo después, “no le divirtió. Probablemente fui demasiado lejos”.Kathryn Scott Osler (Denver Post via Getty Images)
Sus insectos también salían mucho del joyero cuando le tocaba negociar con Putin. Usaba arañas, bichos o animales carnívoros en los malos momentos. Cuando supo que los espías rusos habían intentado colocarle un micrófono en su despacho (en inglés, ‘bug’, la misma palabra que se usa para ‘bicho’), apareció con un escarabajo.Kathryn Scott Osler (Denver Post via Getty Images)
Para dar mensajes especialmente incómodos, Albright usaba este broche dorado en forma de avispa. En este caso, en la imagen, comparecía en 1999 en la cumbre de ministros de asuntos exteriores del G8 para presentar el proyecto de una resolución sobre Kosovo.
Cuando unas negociaciones en curso evolucionaban bien, la diplomática empleaba el alfiler de una mariposa o de una lechuza. En la imagen, en 1998, compartía con la prensa la evolución favorable de las negociaciones de paz entre Benjamin Netanyahu y Yasser Arafat.WILLIAM PHILPOTT (AFP via Getty Images)
Las mariposas, los soles y los globos eran sus favoritos cuando todo iba bien o cuando era optimista sobre el curso de una negociación.
¿Las flores? Las usaba para expresar alegría.MARIO TAMA (AFP via Getty Images)
Para su intervención en la Convención Demócrata Nacional de 2004 se puso un broche en forma de águila que guardaba con especial cariño. Era una joya "bastante cara" que se regaló cuando la nombraron Secretaria de Estado. Se lo puso al jurar su cargo y, como el broche no cerraba bien, pasó todo el juramento pensando que se le iba a caer encima de la Biblia.getty images
A veces los broches se convertían en jeroglíficos. En una de las crisis diplomáticas con Iraq, contaba en The New York Times, “como teníamos que ser bastante duros me puse varios pines juntos. Para conseguir la paz tiene que haber incentivos y desincentivos, así que combiné alguna de mis águilas con mi paloma”. La paloma que lleva en la imagen es obra de la firma francesa Cecile et Jeanne.Douglas Graham (CQ-Roll Call, Inc via Getty Imag)
El corazón de colores se lo hizo su hija con cinco años y se lo ponía siempre en el día de San Valentín. Decía que era el favorito de toda su colección. Los tres barcos representaban a sus tres hijas.Kathryn Scott Osler (Denver Post via Getty Images)
Por supuesto tenía toda una sección dedicada a broches patrióticos, con los colores de la bandera estadounidense.Kathryn Scott Osler (Denver Post via Getty Images)
Esta cebra cubierta con cristales se la puso en Sudáfrica, se la puso en una conferencia conjunta en Pretoria con el entonces vicepresidente del país, Thabo Mbek.
Para indicar frustración por el cariz lento que tomaba algún asunto no era especialmente sutil: se ponía cangrejos, caracoles o tortugas. El toque de humor formó siempre parte de su manera de entender la diplomacia. "Cuando estábamos en conversaciones con Siria e Israel, que era muy complicado, todos los reporteros querían saber qué estaba pasando. Les dije: 'A veces a las conversaciones, como a los champiñones, les va bien un poco de oscuridad'. Encontré un pin de setas y luego ya solo les señalaba el pin".
"Para mí era una forma de ‘estoy votando por algo’, de hablar de política exterior de una manera que la gente viera como menos extranjera", decía en 2010, en una entrevista con el Smithsonian.MANDEL NGAN (AFP via Getty Images)