Así es cómo Celine Dion ha convertido la Alta Costura de París en una inteligentísima campaña promocional personal
La diva afronta nueva etapa vital confirmando su idilio con la moda en París, donde ha desplegado todo un arsenal de poses y looks de lo más mediáticos.
Celine Dion se ha convertido en la persona favorita de la moda en los días de la Alta Costura. El clásico que nunca decepciona. La más fotografiada y buscada. Su desfile particular de estilismos, su acting sin complejos frente a las cámaras de camino a los shows y su entusiasmo frente a las prendas vistas en la pasarela, sin rastro de cinismos ni actitudes esnobs con las que se suele señalar a la industria –digamos que está más ...
Celine Dion se ha convertido en la persona favorita de la moda en los días de la Alta Costura. El clásico que nunca decepciona. La más fotografiada y buscada. Su desfile particular de estilismos, su acting sin complejos frente a las cámaras de camino a los shows y su entusiasmo frente a las prendas vistas en la pasarela, sin rastro de cinismos ni actitudes esnobs con las que se suele señalar a la industria –digamos que está más en sintonía con Marc Jacobs que con Anna Wintour– han conseguido encumbrarla como personaje estrella de la Haute Couture francesa.
Llevará pocos días en París, pero la canadiense ya ha mostrado buena parte de un armario prodigioso, además de unos estilismos estudiados a conciencia con la filosofía de cada desfile al que acude. El domingo, sin ir más lejos, llegó a ser fotografiada con cinco espectaculares looks totalmente distintos por la ciudad (presumiblemente para una sesión de fotos) y hasta se la vio sobre un patinete por la Torre Eiffel. Sus estilismos con body y chaqueta a juego de Off White, pantalones vaqueros asimétricos con tops de plumas, faldas de tul de Ronald Van Der Kemp o cinturones de Chanel alimentan un espectáculo del que la prensa (y público) no parece empacharse: la orgía de prendas de ensueño está asegurada cuando la canadiense hace acto de presencia y, en consecuencia, sus apariciones se viralizan.
Su consagración como icono de estilo no está sobredimensionada: en pasadas ediciones protagonizó una sesión histórica para Vogue con épicos looks de costura, alguna de sus salidas del hotel hacia los desfiles pueden llevar al delirio mediático –en 2017 llegó a subirse al techo de un vehículo para saludar a los fans y fotógrafos– y su entrega y devoción pueden derivar a que un desfile de Armani la deje sin palabras o, directamente, como pasó con Valentino, llorar de pura emoción.
Un idilio que también se ha transformado en negocio. El pasado mes de noviembre anunciaba su estreno en el diseño de moda infantil con una colección unisex para marca israelí Nununu, con el nombre Celinununu, que buscaba terminar con los estereotipos —el rosa para las niñas, el azul para los niños— y, con los colores blanco y negro como base, propone que los niños se desarrollen libremente sin atender a clichés.
Acompañada de nuevo por su inseparable amigo Pepe Muñoz, el bailarín accidental –profesor de Fama, a bailar–, ilustrador y estilista y persona inseparable de la cantante durante su estancia en París, Dion ha aprovechado su estancia en la capital francesa para lanzar un nuevo single, Flying On My Own, que será publicado en su nuevo álbum de estudio, Courage.
Tras finalizar su etapa de shows en Las Vegas, la exhibición de estilo en París de Celine Dion se erige como gran estrategia promocional personal mientras afronta el traspié económico que ha sufrido este 2019. El pasado mes de febrero, su agencia de representación desde hace años, la empresa californiana ICM Partners, le reclamó 500 millones de dólares, unos 440 millones de euros. Una demanda que pone en jaque su fortuna –en 2018 la revista Forbes calculaba en 430 millones de dólares, unos 380 millones de euros–. Al parecer, los problemas y desavenencias podrían haber empezado un año después el fallecimiento del que fuese su marido, René Angélil, quien la asesoró económicamente durante más de tres décadas. El 8 de junio, Dion ofreció su último concierto en Las Vegas, cerrando una etapa que había diseñado su difunto esposo. Tal y como explicaba El País el pasado mes de enero, fue Angélil el que en 2003 firmó un contrato por 600 conciertos con el Casino Ceasars Palace cuando su mujer estaba en la cumbre de su carrera y Las Vegas en declive, lo que permitió negociar un contrato millonario y al mismo tiempo criar a sus tres hijos sin necesidad de hacer giras mundiales maratonianas. La canadiense cierra ahora esa etapa y abre una nueva, con el look más espectacular listo para ser fotografiado.