Opinión

«Así me adentré en la inteligencia artificial y desde entonces no he parado de jugar»

La pintora e ilustradora Coco Dávez, que ha expuesto su trabajo en Hong Kong, París, Lisboa o Londres, relata su experiencia aprendiendo a utilizar MidJourney, una herramienta que convierte el texto en imagen.

Imagen creada por Coco Dávez, generada con MidJourney.dr

Soy consciente de la controversia que genera, pero me gustaría contaros qué es lo que a mí me ha causado fascinación: para comenzar es necesario escribir el comando ‘imagina’. Esto fue lo primero que me atrajo, esa invitación a pensar de manera creativa; ya no solo la posibilidad de desplegar ese imaginario personal, sino además poner imágenes a proyectos que antes eran imposibles por falta de tiempo, medios, logística o dinero. Ante un panorama sin límites la mente se empieza a ensanchar, y, como ocurre cuando jugamos, empezamos a magnificar el sueño, porque en eso consiste jugar, en que cual...

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Soy consciente de la controversia que genera, pero me gustaría contaros qué es lo que a mí me ha causado fascinación: para comenzar es necesario escribir el comando ‘imagina’. Esto fue lo primero que me atrajo, esa invitación a pensar de manera creativa; ya no solo la posibilidad de desplegar ese imaginario personal, sino además poner imágenes a proyectos que antes eran imposibles por falta de tiempo, medios, logística o dinero. Ante un panorama sin límites la mente se empieza a ensanchar, y, como ocurre cuando jugamos, empezamos a magnificar el sueño, porque en eso consiste jugar, en que cualquier idea cobre sentido y el juicio comience a menguar hasta desvanecerse.

De esos juegos de palabras en los que a través de una descripción precisa diseñas escenarios con frases del tipo “imagina una casita de madera cubierta de globos rojos en un paisaje nevado de día”, nacieron proyectos visuales como un hotel de cabañas en Groenlandia, unas instalaciones de cristales de colores reflectantes en el Parque Nacional de Joshua Tree, unos tótems en mitad del desierto, una fiesta de octogenarios que celebran el amor como adolescentes o una serie de fotografías tituladas Recuerdos de un viaje que nunca hice, que muestran imágenes de lugares que no podemos poner en el mapa, todavía, ya que solo existen en mi imaginación, aunque ahora, por fin, puedo mostrarlas al mundo a través de las redes sociales.

Ante un panorama sin límites creativos, la mente se empieza a ensanchar

Esa ventana abierta al mundo 24/7 me ha enseñado que nunca sabes quién puede estar al otro lado deseando poner en marcha aquello que tú publicas. De hecho, hace unos días contactó conmigo un arquitecto de California, que acababa de comprar 200 acres en Joshua Tree, interesado en mis instalaciones creadas con MidJourney. Para que lo extraordinario acontezca hay que ponerlo en marcha.

Me dedico al arte por la motivación de dar forma a aquello que tengo en mente, pero nunca antes había sido tan sencillo y rápido como lo es ahora con la IA [Inteligencia artificial]. Y es que, gracias a esta, estamos ante un nuevo paradigma en el proceso creativo. No es que el ya conocido vaya a desaparecer, es que aquí nace una nueva rama que nos abre la puerta al arte de la descripción, ya no vale el boceto, ahora hay que ser meticulosos, fijarnos en los materiales, en la luz, el color y el espacio, el número de personas o el estado del cielo. Nos señala la importancia de cuidar los detalles, porque cuanto mejor definamos, más preciso será el resultado. Y algo curioso es que en la IA no hay dos resultados iguales, aunque la descripción sea la misma. Y este azar es el responsable de que muchas veces se añada ese toque de sal a esa idea que teníamos en la cabeza. Y la mayoría de las veces la eleva, lo cual me hace pensar que sería interesante cambiar la palabra ‘fracaso’ por ‘azar’, ya que en cuestión de acontecimiento inesperado, puede sorprendernos. Reivindico seguir jugando. La IA nos invita a explorar, a soñar despiertos y a imaginar esos mundos paralelos que habitan nuestras mentes.