Nacieron por accidente y siguen de moda 60 años después: lo que no sabías de las botas Dr Martens
El 1 de abril de 1960 se puso a la venta el primer par de la emblemática 1490, que después de formar parte del uniforme del punk o el grunge, sigue en plena forma en nuestros días.
El 1 de abril de 1960 se puso a la venta el primer par de Dr Martens. Las botas del pespunte amarillo y los ocho ojales no solo siguen siendo seis décadas después de aquello uno de los modelos más populares invierno tras invierno, sino que se han convertido en un símbolo cultural por derecho propio. Parte indispensable del uniforme de subculturas urbanas de lo más variopintas (los skinheads en los 70, los punks en los 80 o el grunge en los 90) siguen gozando de un lugar privilegiado en los zapateros de modelos, celebridades, influencers y gente de a pie. Rep...
El 1 de abril de 1960 se puso a la venta el primer par de Dr Martens. Las botas del pespunte amarillo y los ocho ojales no solo siguen siendo seis décadas después de aquello uno de los modelos más populares invierno tras invierno, sino que se han convertido en un símbolo cultural por derecho propio. Parte indispensable del uniforme de subculturas urbanas de lo más variopintas (los skinheads en los 70, los punks en los 80 o el grunge en los 90) siguen gozando de un lugar privilegiado en los zapateros de modelos, celebridades, influencers y gente de a pie. Repasamos a continuación las anécdotas y datos más curiosos que han rodeado este zapato en sus largas y múltiples vidas:
Nacieron por accidente
Una fractura en el pie fue el detonante que impulsó a su creador, el médico y soldado alemán Klaus Maertens, a fabricar unas botas resistentes, pero más cómodas que las del ejército, para poder caminar. Era 1945 y el bueno de Maertens andaba esquiando en Baviera cuando sufrió el accidente. Dos años después, con la ayuda de su colega Herbert Funck, ya estaba comercializando el invento: una bota confeccionada con cuero blando y suelas con aire para amortiguar la pisada. El éxito fue tal que en 1959 ya empezaban a venderse en todo el mundo y un año después el fabricante británico de calzado Griggs les compró la patente. Así fue como desapareció la primera ‘e’ del apellido de su inventor para ser bautizadas como las conocemos hoy: Dr Martens. El 1 de abril de ese año se puso a la venta el gran icono de la marca: las botas 1460, las mismas que siguen arrasando hoy.
Símbolo de revolución
Al principio, fueron los trabajadores quienes empezaron a usar el modelo por su gran resistencia al agua e incluso a la grasa convirtiéndolas en un símbolo de la clase obrera. Sin embargo, en 1966 saltaron a la escena musical (Pete Townshend, líder del grupo The Who, fue pionero en ponerlas de moda) y empezaron a formar parte del atuendo de los skinheads, que al principio no eran tan violentos como lo fueron después. En la década siguiente vistieron los pies de los aficionados al punk y llegaron a Estados Unidos (donde las bautizaron como Docs) y en los 90 se reconvirtieron al grunge. Pocas prendas pueden presumir de haber sobrevivido a los años, a los cambios políticos y sociales y a los movimientos culturales (y contraculturales) como lo hicieron ellas.
También vivieron un traspiés
Después de demostrarse incombustibles, las ventas decayeron en los años 2000 con la llegada del chándal de terciopelo, los pantalones de tiro minúsculo, los top imposibles y el resto de chaladuras estéticas de principio de siglo. Así fue como después de cuatro décadas, todas las fábricas de Reino Unido, excepto una, tuvieron que echar el cierre. La deslocalización de la producción, que llevaron a Asia, ha sido una de las críticas que ha acompañado a la marca los últimos tiempos acusada por sus acérrimos fans de no hacer modelos tan resistentes como antes. El año pasado una queja publicada en The Guardian denunciando la mala calidad del producto se hizo viral y desató cientos de comentarios en la misma dirección. Desde la marca aseguraron que las siguen fabricando igual que al principio de los tiempos (en 2007 reabrió su fábrica de Northampton donde se hacen a mano, pero la línea Made in England es un poco más cara que la regular).
Reinas de las redes sociales
Los últimos años, las famosas Dr Martens, tanto en versión bota como en zapato, han ido recuperando el brillo de antaño. Son uno de los calzados favoritos de las modelos entre desfile y desfile, se cuelan en los estilismos de editoras de moda e influencers (Veronika Heilbrunner o Chiara Ferragni las han llevado hasta la saciedad) y han vuelto a los pies de los jóvenes, aunque ahora escuchen a Bad Bunny en lugar de a los Sex Pistols. La marca es propiedad desde 2014 de Permira, una gestora de capital riesgo, y desde entonces han trabajado por mantener su vínculo con la música (estando presentes en festivales), potenciar su línea vegana y afianzar su relación con la moda. De hecho, modelos como las hermanas Hadid, Kaia Gerber, Kendall Jenner o Hadley Bieber son sus mejores embajadoras.
Pisando (fuerte) la pasarela
Yohji Yamamoto, Jean Paul Gaultier o Vetements han sido algunos de los diseñadores que han colaborado con la firma rediseñando sus clásicas botas y subiéndolas a la pasarela. En 2018, con motivo de la celebración del 25 aniversario del mítico desfile de Marc Jacobs para Perry Ellis, lanzaron una reinterpretación de la emblemática 1490 disponible en cuatro versiones que rememoraba el espíritu grunge de los 90 en un momento en el que la nostalgia por aquellos años invade la industria. No hay duda de que las Docs siguen gozando de una envidiable salud de hierro sesenta años después. Tan robustas siguen siendo que, como recomendaba Caitlin Moran en su superventas Cómo ser mujer, no está de más domar su rigidez dándole unos buenos golpes con el martillo antes de ponérselas por primera vez.