Placeres de verano | Vivir sin sujetador
El verano es para simplificar: para usar menos cosmética y menos ropa, para trabajar menos, para pensar menos en lo que piensen de nosotros. El verano es desorden, es aligerar pesos y un sujetador pesa, aunque sea unos gramos; pesa su historia, pesa la modestia.
Estoy en Madrid, el termómetro en la calle marca 40 grados y hoy he ido a trabajar sin sujetador. He valorado si escribir esta frase o no, si contar aquí que paseo así por la ciudad. Quizás resulte demasiado política o provocadora y aquí se habla del verano y sus placeres; huyo de la tensión, busco la ligereza de un baño en una piscina, de un vestido de lino blanco con la espalda al aire, de esos que se llevan sin sujetador.
Su-je-ta-dor. Vaya nombre, ni apetece pronunciarlo. Qué cuatro sílabas: parece que nombran a un producto de una ferretería. Y sostén suena a película de Nadiuska. E...
Estoy en Madrid, el termómetro en la calle marca 40 grados y hoy he ido a trabajar sin sujetador. He valorado si escribir esta frase o no, si contar aquí que paseo así por la ciudad. Quizás resulte demasiado política o provocadora y aquí se habla del verano y sus placeres; huyo de la tensión, busco la ligereza de un baño en una piscina, de un vestido de lino blanco con la espalda al aire, de esos que se llevan sin sujetador.
Su-je-ta-dor. Vaya nombre, ni apetece pronunciarlo. Qué cuatro sílabas: parece que nombran a un producto de una ferretería. Y sostén suena a película de Nadiuska. Es más sonora la inglesa bra, que invita a un “bah, me lo quito”. O soutine-gorge, que me recuerda a sans-culotte, mucho más revolucionario. Qué austeros somos los españoles cuando nos ponemos. Quién quiere vestir una prenda tan descriptiva, con un nombre tan poco sexy. Existen muchas razones para no usarla y la verbal es una de ellas.
Impone revelar que se sale sin sujetador a la calle, porque pesan las inercias y se escucha el susurro de la costumbre en el oído: “arréglate, ve sujeta, compórtate”. El día que decidí no hacerle caso a esa voz se reveló uno de los secretos mejor guardados del mundo de las apariencias: ir sin sujetador hace sentir más segura. Qué paradoja. Qué epifanía. Un sondeo nada científico corrobora esta sensación. El hashtag #braless y el movimiento en redes sociales Free the Nipple, también. Ver a Philippine Leroy-Beaulieu, elegantísima, sin llevarlo en público, confirma que vamos por el buen camino. Un paseo por tiendas, grandes y pequeñas, muestra ropa de verano que parece diseñada para reforzar esta creencia placentera. Hay una conspiración mundial que empuja a guardar el sujetador en el cajón de lo extraordinario, junto a la Spanx. Es opcional, no obligatorio. En verano, cuentan fuentes de una empresa potente del sector, se venden menos sujetadores de moda. Lo único que se busca en ellos es que estén en función de la ropa, que tengan perfil bajo. Además, el tiempo que pasamos en verano en traje de baño ocupa casi todo el día. Al sujetador le dejamos unas horas escasas y para eso, mejor nada. Ah, se siente, ya llevas más de un siglo siendo imprescindible.
Salir a la calle sin sujetador no es moderno: medio Hollywood lo hacía ya en su edad dorada. A finales de los 60, renegar de la prenda hacía ganar puntos para formar parte del Movimiento de Liberación de la Mujer, pero ni se quemaron sujetadores en mayo del 68 ni llevarlo te quita el carnet de feminista. Jane Birkin confirmó que obviarlo no es hippy, sino burgués. Todo ese eco llega hasta hoy. Por mucho que quiera rodear el gesto de un halo estético, hay algo de libertario en él. Y aunque lo dote de activismo, me puede la forma. Esto recuerda a la frase de Godard, “Quizá sea cierto que hay que elegir entre la ética y la estética, pero no es menos cierto que cualquiera que sea la que se elija, siempre encontraremos la otra al final del camino”. Jean-Luc, qué razón tenías.
¿Estaremos haciendo bien? La doctora Mar Mira, codirectora de la clínica Mira+Cueto, responde que “si no se utiliza sujetador, el pecho puede llegar a caer antes, sobre todo si tiene bastante volumen”. Y añade un ‘pero’ que anima: “Pero lo que realmente determina la caída del pecho es el envejecimiento, los cambios bruscos de peso y los hormonales (embarazo y lactancia)”. El tiempo hará su trabajo y yo haré el mío, que es llenar el día de todos los microplaceres posibles. Uno de ellos es el del roce de la ropa con la piel, sin intermediarios. Es una fuente de confianza basada en la aceptación del cuerpo, en el gusto de ir suelta, como despeinada por dentro. Al contrario que el Wonderbra, que basó toda su publicidad en apelar a la mirada masculina, no llevar sujetador es una decisión privada que se hace pensando en una misma. Pocas razones más poderosas.
El verano es para simplificar: para usar menos cosmética y menos ropa, para trabajar menos, para pensar menos en lo que piensen de nosotros. El verano es desorden, es aligerar pesos y un sujetador pesa, aunque sea unos gramos; pesa su historia, pesa la modestia. Hoy llevo un vestido de flores y nada más, apenas nada más, que cantaba Aute. Me reconoceréis, soy la que lleva la mirada alta y la que camino unos centímetros por encima del suelo. Esto no me ha dado pudor escribirlo.
Cinco no-sujetadores:
-Booby Tapes: Tiras adhesivas que levantan el pecho. Tan simples como eficaces.
-Uniqlo: La camiseta con sujetador incorporado lleva años siendo best-seller.
-Cubrepezones: Una alternativa más al sujetador. Son fáciles, cómodos y reusables.
-Bralette: Este cruce entre sujetador y top ligero es una alternativa.
-Bikini: Desde que se presentó en la piscina Molitor en 1946 no ha dejado de triunfar.